Magda Guadalupe Burgos Cuadras, tiene 58 años, nació y vive en La Reforma. Es presidenta de la única cooperativa formada por puras mujeres en su comunidad; la Cooperativa Leonor Cuadras Cuadras.

Como ostricultora su primera opción es trabajar en el agua, cuando no sale a la marea se dedica a otras actividades como descabezar camarón. En la cooperativa son 4 mujeres y se sienten apoyadas por sus esposos; además tiene 3 hijas e hijos, uno de ellos es pescador.

La cooperativa ha tenido dificultades que han sabido sortear, sobre todo al inicio que se encontraron con la renuencia de los hombres a que las mujeres accedieran a un oficio que se consideraba solo suyo.

“Nosotros también como mujeres tenemos derechos a todos los proyectos que hay”. Magda fue carpintera y hacía pasteles, pero tiene familia pescadora y quiso seguir con el legado. Sus tías, recuerda, tiraban la tarraya, pero la falta de igualdad de género no permitió que estuvieran en alguna cooperativa.

Su esposo le comentó que se ha encontrado con más mujeres cuando pescan jaiba, pero no son tantas como quisieran; lo que entienden es que ahora no es suficiente tener un ingreso en las familias y es necesario que vayan al mar dos personas y haya mejores condiciones, en eso también se apoyan en la cooperativa.

Por un lado, entienden la importancia del mar en sus vidas, por otro, no quieren que sus hijos e hijas se queden en la comunidad. Salir a estudiar es sinónimo de progreso y están felices con recibir visitas los fines de semana y solo pide que haya un acompañamiento en esos días,

El futuro es incierto en la pesca. Magda pide que haya mayores fuentes de empleo en la comunidad, trabajan 6 meses en el mar y los otros 6 meses tienen que estar buscando oportunidades. Agradece el apoyo de sus hijas e hijos. En los meses más duros han vendido quesos y bizcotelas, unas galletas regionales.

Recuerda que en algún momento hubo una planta grande donde congelaban camarón y sardina, pero desapareció, hubo personas que tuvieron que emigrar buscando nuevos empleos. La drogadicción es un problema que sumado al desempleo, ha abierto la puerta a que la incidencia delictiva vaya a la alza. La Marina tiene un cuartel permanente en La Reforma, pero no es suficiente para sentirse segura.

Si bien, La Reforma fue nombrado como el puerto más joven de México, no encuentra diferencia antes de esta distinción; pero espera que haya más turismo, su principal ejemplo es Altata, así que aspira que se vuelva un destino similar.

Sabe de la riqueza que tienen en los paisajes de la Bahía Santa María, como la isla Altamura, que considera deben conocer más personas. Con organizaciones comunitarias ha participado en acciones para la mejora de la población y entre ellas está el monumento al pato bobo de patas azules, que es un atractivo turístico y representa a La Reforma.

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El proyecto Memoria y Verdad: Historias desde la pesca se desarrolló en colaboración con el Fondo Resiliencia, un esfuerzo conjunto para fortalecer las respuestas locales y la resiliencia comunitaria.