Eva Angelina Sotelo Beltrán, tiene 75 años y vive en La Reforma. Es viuda y también perdió una hija. Antonio, Benjamín, Libia y Fátima están en La Reforma y Culiacán. Hace artesanías con conchas, las figuras las expone y vende no solo en su comunidad, sino en otros municipios.

A la comunidad llegó a los 12 años, vivía en Navolato; a los 15 años se casó y ahí se quedó. Recuerda que no había agua potable, tampoco tenían pangas, pero había canoas. Su esposo era pescador, así conoció la isla de Altamura.

Cuando Angostura cumplió 100 años de su fundación, la invitaron a exponer sus productos artesanales con conchas. Fue instructora de cursos de papel y cartón y ser maestra es uno de los logros más grandes que ha tenido; hasta la fecha sigue recibiendo personas que quieren aprender a hacer artesanías.

Pasó 60 años yendo y viniendo la isla, entró a la pesca e inició juntando almejas, con ese ingreso logró pagar la graduación de primaria de su hijo Antonio. Su familia sufrió carencias, la pesca les dio todo lo material que tenían, pero era duro.

Cuando Libia tenía 2 meses, Eva empezó a tejer tarrayas para sacar para los gastos de la casa, su esposo tenía temporadas buenas y malas y eso influía en sus vicios y su familia. El año de 1972 fue un buen año en el camarón, fue cuando hizo su casa.

A la isla regresó a cuidar un rancho y disfrutó estar ahí entre las actividades ecoturísticas. Tuvo un accidente y se quemó la cara, lo que le afectó una córnea, la atendieron en Culiacán. Se regresó de la Altamura a La Reforma y por la confianza que sus jefes le tenían, le propusieron ponerles un rancho para que lo cuidaran, pero ella prefirió irse con sus hijas e hijos.

Cuando Antonio, el hijo mayor, se graduó de la Licenciatura en Medicina, Eva se sintió realizada porque le había pagado el estudio prácticamente sola. Verlo vestido de blanco recibiendo su diploma, fue un momento de triunfo compartido; su esposo dijo: no puedo creer que de un borracho como yo, saliera un médico.

En una ocasión una amiga la invitó a un evento político, no le agradaba mucho, pero fue. La terminaron nombrando tesorera para construir un Centro de Salud en la comunidad y su amiga quedó de Presidenta. Al regresar a la casa del evento Antonio le preguntó: “¿cómo le fue?”, a lo que Eva dijo: “todo bien, pero nos falta un médico voluntario”, Antonio levantó la mano para apoyar.

Un burócrata les bajó los ánimos diciéndoles que no iban a lograr tener el Centro de Salud, pero al ir con el Alcalde de Angostura en ese momento les dio ánimos para continuar con el plan, en ese momento ordenó que se hicieran los planos para la construcción. Entre el esfuerzo ciudadano se pudo lograr, pidiendo cooperación, escarbando con los albañiles y demás.

Entre sus logros personales está que aprendió a tejer, fue por un capricho porque su esposo no confiaba que podía lograr algo. Su suegro sabía tejer, así que lo observó y terminó haciendo mejores trabajos que su compañero; ese fue su inicio en las tarrayas.

Cuando entró a la tercera edad y se hizo presidenta del grupo, logró que se hiciera la Casa de Día para personas que las personas de la tercera edad se reunieran. “Siempre adelante, siempre buscando el apoyo para los demás”, manifiesta con gusto, aunque no existían apoyos de Gobierno para ella como los hay ahora.

Su hija Aracely murió a los 23 años, estaba por casarse y estaban engordando un cochi para la boda. Ella salió de trabajar y en el trayecto tuvo un accidente. Antonio llegó a dar la noticia a su familia, Eva ya lo sentía, le dieron sus medicamentos y la abrazaron.

Así como ha tenido episodios duros, tuvo los logros. Hizo que su esposo dejara el alcohol, las drogas y el tabaco; le dio estudios a sus hijos e hijas; impulsó el Centro de Salud… y demás.

Las violencias la han atravesado, la comunidad ha cambiado y dormir a la intemperie ya no es una opción con la incidencia delictiva. Desea que haya más empleos para evitar que haya personas recurriendo al crimen organizado o a delinquir para obtener un ingreso y sostenerse o a sus familias.

Siempre ha buscado la manera de ayudar a las personas, sabe que su vida se centró en ello y ahora dedica espacios para ella y para disfrutar lo alcanzado, pues ante las adversidades logró salir adelante e impulsar a sus hijas e hijos; no se despoja del interés de ayudar, mientras ella esté en La Reforma y tenga oportunidad, lo hará.

***

El proyecto Memoria y Verdad: Historias desde la pesca se desarrolló en colaboración con el Fondo Resiliencia, un esfuerzo conjunto para fortalecer las respuestas locales y la resiliencia comunitaria.