Culiacán, Sin.- Jonás es un hombre que trabaja como comerciante en tianguis, coloca puestos y vende ropa desde hace más de 10 años.
“Este ha sido el peor”, dice en entrevista mientras se guarece del sol en el bulevar Las Minas, al sur de la ciudad de Culiacán, donde se instala cada domingo el tianguis más extenso de la capital de Sinaloa.
Desde hace tres meses, cuando comenzó la violencia por la “guerra” entre “chapitos” y “mayos”, el ritmo en la ciudad ha cambiado.
“Antes salíamos a las 4 de la mañana para instalarnos, ahora es a las 6”, agrega Rosa, esposa y colega de Jonás.
Y es verdad, cuando la violencia se aceleró se paralizaron comercios, la actividad nocturna prácticamente desapareció, plazas comerciales cerraron, hay tiendas locales y restaurantes de alta gama que fueron cerrados de manera definitiva ante la falta de clientes.
“La gente en Culiacán lo que busca es guardarse en lo fresco, en el aire acondiconado y cuando ya se puso el sol. Culiacán es una plaza nocturna, pero yano se puede vivir así”, dijo Miguel Taniyama, empresario restaurantero de la ciudad.
La actividad económica se modificó, cadenas de supermercados recortaron sus horarios para poder abrir después de las 7 de la mañana y cerrar antes de las 8 de la noche. Lo mismo ocurrió con bares y centros nocturnos, pasaron a ser establecimientos diurnos para poder mantenerse vigentes.
En algunos centros de trabajo abrieron la modalidad de trabajo desde casa y en otros se modificaron los horarios y días de descanso de los trabajadores.
Cristina Ibarra, doctora en economía por la Universidad de Glasgow y presidenta del Colegio de Economistas de Sinaloa, ha descrito la situación de Sinaloa como un momento de “paro técnico”, tal como sucedió en 2020 con la pandemia de Covid-19, lo que ha representado una crisis económica y financiera que podrá verse reflejada hasta que se calcule la actividad económica del último trimestre de 2024.
“Parar un día la actividad económica en Sinaloa representa mil 800 millones de pesos, por supuesto que habrá otros días con actividad económica, actividades que no se frenaron, que siguieron”, explicó Ibarra.
Para entender la parálisis, puede desglosarse eventos y actividades que desaparecieron:
El 22 de octubre el equipo de fútbol Dorados de Sinaloa decidió mudarse hacia la ciudad fronteriza de Tijuana.
El 10 de noviembre se canceló la Expo Ganadera, un evento que solo en 2023 dejó ganancias internas por un monto estimado en 27 millones de pesos; al siguiente día se canceló el Palenque Culiacán, un espacio donde se esperaba la presentación de 18 artistas.
Se canceló la presentación de cantantes como Luis Miguel, Belanova y Caifanes y más eventos culturales, entre ellos las fiestas por el aniversario de Culiacán y la Feria Internacional del Libro.
El Culiacán de la fiesta y la algarabía se ha cancelado, los músicos que antes de la crisis de violencia estarían en fiestas entonando sus instrumentos ahora están en los cruceros junto a personas que trabajaban como meseros y meseras porque ni ellas tienen espacio.
La crisis de la ciudad es apenas un vistazo a lo que pasa en Sinaloa, pues a esto se suma la parálisis en centros turísticos como el puerto de Altata, donde ahora sobran sillas vacías y faltan trabajos en los más de 80 restaurantes.
“Nadie viene y yo estoy pensando en cerrar entre semana. Nada más estamos mi esposo y yo, nos traemos un poquito de producto y nos lo terminamos comiendo nosotros”, dice Carmelita, una restaurantera de Altata en entrevista.
El gobierno de Sinaloa anunció que se dispersarán 62 millones de pesos para reactivar la economía del centro de Sinaloa, aunque no se especificó entre cuántas empresas o personas, solo que ese dinero fue una negociación con cámaras empresariales.
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