Dayanara López García es de Altata y es Abogada, su papá era pescador y su mamá sacaba almeja, actividad a la que ella se unió desde la primaria. Tiene 46 años y es Juez de Barandilla de la Sindicatura de Altata.

La pesca forma parte de la comunidad a tal grado que ella recuerda que sacaba almejas blancas y con eso se pagó la graduación de la primaria, así también sus compañeras y compañeros y las generaciones que estuvieron antes y después a la suya.

Las patas de mula y chocolatas, también las buscaba; las cosas cambiaron con los proyectos inmobiliarios cercanos a la comunidad, que hicieron que el producto ahora sea escaso, con todo y veda ya no hay igual que antes. Primaria, secundaria y preparatoria fue así, ya que estudió la licenciatura el mar dejó de darle como para que fuera un ingreso suficiente para pagar sus estudios.

La falta de que se reconozca como área protegida a Altata, ha permitido que personas se aprovechen y se lleven especies en crecimiento, sin que haya un retén que revise que no se esté mermando que crezcan y se reproduzcan para no regresar a la veda de años que se logró revertir. Su intención es hacer una reforma para que haya vigilancia y se deje de afectar a los bivalvos y la comunidad por personas externas.

La educación básica y media superior la estudió en Altata, donde aprendió a aprovechar los recursos naturales que les dio el mar y diversificar los productos entre los que recuerda el chorizo de pescado. Las cabezas de camarón las secaban y las molían, convirtiéndolas en alimento para los peces en estanques de su escuela.

Entre las actividades estaban cuidar a los peces que le asignaban a cada estudiante, en donde si se morían reportaban, así se valoraban las especies y la importancia y dificultad de su cuidado. También sabe hacer atarrayas, su padre es una de las personas que tejen por encargo; él tiene 75 años y su vista es tan buena que sigue tejiendo sin necesidad de usar lentes.

Es mucho esfuerzo físico y el calor le pasa factura a las y los pescadores, por lo que entiende que llegan a una edad en la que se pensionan y salen solo cuando lo hacen por gusto, pero no a trabajar; el alza de los precios de los combustibles también ha mermado que salga. En el 2023 hubo mucho camarón, pero a muy bajo precio, lo que desincentiva.

Sus idas al agua eran como días de campo, pero no acompañaban a su padre a pescar. Con el balanceo de la lancha se dormían y despertaban cuando ya estaban las cubetas de camarón. Por 5 años estudió en Culiacán, pero iba y venía para estar cerca de las actividades de Altata, al crecer vio que se tenía que ir porque la pesca fue en decadencia.

Vivió unos años en Mexicali, regresó porque su papá y mamá se quedaron solos. Al volver vio cambios como el malecón, no le gustó que el dragado para construir un espacio turístico afectara la flora y fauna. Se vedaron varias especies de almejas, las que ahora buscan recuperar con cuidados desde la ciudadanía.

Las granjas acuícolas han ganado terreno, así como el camarón de granja, pero está convencida que nunca van a tener el sabor como los que crecen de manera libre y natural. Rescata los empleos que se generan con estas actividades, pero las rechaza por lo que implican, como la tala de árboles.

Ha sido difícil incentivar la participación ciudadana, pero para revertirlo ahora están trabajando con las niñas y niños para hacer conciencia de la importancia del medio ambiente y que sean quienes protejan las playas y su flora y fauna.

No quisiera que las niñas y los niños que serán descendientes de la comunidad resintieran los problemas que se están presentando, como la presencia del crimen organizado. El consumo de sustancias también está fuerte, sin un programa de prevención o atención para estas personas.

Clases de inglés es una propuesta para implementar en la comunidad, viendo a futuro que lleguen más visitantes de otros países. Mantener con actividades recreativas a estudiantes de primaria, a quienes ve como pequeñas esponjas que absorben todo el conocimiento que se les presente, es su plan.

Anhela que pudieran tener en Altata un refugio para proteger a la protección en temporada de fenómenos meteorológicos como huracanes, ya que las familias se tienen que desplazar en esas ocasiones. También sería ideal que hubiera una casa para personal docente que va desde lejos y tiene bajo sueldo y aparte paga renta.

En lo que se concretan los sueños, trabaja con un grupo que por iniciativa propia han logrado hacer cooperativas solo de mujeres y trabajan con especies de almejas que lograron rescatar después de años que no estuvieron en las comunidades; las admira y las apoya. Sabe que con esa organización y sueños, se irán cumpliendo poco a poco en pro de la ciudadanía.

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El proyecto Memoria y Verdad: Historias desde la pesca se desarrolló en colaboración con el Fondo Resiliencia, un esfuerzo conjunto para fortalecer las respuestas locales y la resiliencia comunitaria.