Ayudar a la comunidad pesquera de La Reforma ha sido la máxima de Armando García Domínguez, no solamente nació ahí, sino que formó una familia y sigue enriqueciendo el espacio. Por 30 años se dedicó principalmente a la captura de tiburón, pero ha pasado por otras especies y el camarón es su principal producto actualmente.
Una noche, mientras estaba pescando tiburón con su hermano y cuñado se volteó su lancha, colindando con Sonora, fue tan fuerte el impacto que sus dedos quedaron heridos al agarrarse con fuerza, mientras sus dos compañeros cayeron al agua. Fue en el frío de enero, al ser rescatados se despojaron de su atuendo y botas pesadas; sufrieron, pero a los 3 días andaban en el mar de vuelta.
Inició en la pesca desde que iba en preparatoria, intentó entrar a la licenciatura de Medicina, pero no fue posible; parecía que La Reforma no lo quería soltar. La comunidad le ha dado libertad, no conoce vivir en otro lugar.
El agua lo llama y él lo sabe. Con 58 años, comparte con Margarita, así como con sus dos hijas y dos hijos que tuvieron en común, su pasión por el mar. Desde la cooperativa Brianta del Pacífico, en honor al ave migratoria canadiense Branta, realizan diferentes actividades.
La cooperativa ha colaborado en la investigación de productos como la jaiba y el tiburón, además de el marcaje de tortugas. El camarón y diferentes peces no le han sido ajenos, también están dentro de su abanico de productos.
La cooperativa es turística y pesquera, ha creado alianzas con organizaciones de la sociedad civil locales, nacionales e internacionales, como Conservación Internacional, la Red Tortuguera de la Baja California y con la Comisión Nacional de Naturales Protegidas, la CONAM.
“La cooperativa ha hecho actividades de limpieza en las islas, hemos colaborado también en el monitoreo de las aves, de los delfines y ahorita actualmente, estamos en monitoreo de tortugas”, dijo con gusto.
Al pasar la mayor parte de su vida en dedicándose a la pesca ha visto la necesidad de tener las áreas limpias, así como la afectación de la contaminación al desarrollo de las larvas de camarón y de peces que habitan en las en los manglares; se dan cuenta que son las áreas de crianza de especies pequeñas, entonces buscan mantenerlo limpio.
Armando llevó al mar a sus hijas e hijos como un espacio lúdico, para acampar, como lo hizo su padre con él, a pescar con la luz de la luna. Sus hijas e hijos viven en la ciudad, estudiaron y se convirtieron en profesionistas, pero regresan cada vez que pueden para compartir con la familia esas salidas y recordar cuando acompañaban a Armando.
En un campo pesquero, ahora puerto, la participación ciudadana es esencial para generar un mejor ambiente para todas las personas, eso lo ha entendido y desde sus posibilidades ha aportado, como con las campañas para recoger basura en la que se genera conciencia de la importancia del cuidado del medio ambiente y de no dejar huellas que afecten a la flora y fauna.
Recuerda una comunidad alejada de la violencia que vive actualmente, las actividades que hacían como ir a la playa en familia y quedarse hasta tarde y regresar con tranquilidad, no se pueden realizar como antes; con nuevos problemas, como el consumo de drogas que ha permeado en la juventud, así como en la población propia y visitantes a la playa.
Confiesa que han tenido altos y bajos. En la pesca deportiva llegaron a tener de cinco a seis salidas por semana, antes de que el impacto de la violencia les pegara duro y bajaran las reservaciones, no se han recuperado; tienen de repentes viajes de pesca deportiva, pero la prioridad ahora es la actividad pesquera para sobrevivir.
Ahora desea que se conserve más limpia la comunidad, iluminada y que el propio municipio la voltee a ver; solicita también presencia policial para generar seguridad a residentes y a personas ajenas. Además de no dejar de los planes que han expuesto para La Reforma, como el malecón y mejores accesos para lanchas en las que puedan pasear a turistas.
Su labor lo ha llevado a que lo conozcan en otros lugares y a ser una de las personas puente con visitantes. Fue acompañante en una producción francesa que grabó el bobo patas azules y su proceso de reproducción y apareamiento. Así como la filmación del águila pescadora.
Otra colaboración fue en la campaña del Bicentenario de la Independencia de México, con las tomas de unos caballos sobre la arena de la Isla Altamura, Angostura.
Esa es su zona segura. En una ocasión le propusieron irse con su familia materna en Tijuana después de haber pasado unas vacaciones familiares; ofrecieron amenidades para Margarita, él y sus hijas e hijos. Los planes eran prometedores, pero no lo convencieron de quedarse.
“Esto es lo mío”, dijo cuando regresó a su comunidad y salió a pescar botete con su suegro, se reafirmó a sí mismo: “me sentí libre”, reiteró con una sensación indescriptible.
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El proyecto Memoria y Verdad: Historias desde la pesca se desarrolló en colaboración con el Fondo Resiliencia, un esfuerzo conjunto para fortalecer las respuestas locales y la resiliencia comunitaria.
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