Culiacán.- La ola de violencia que afecta a Sinaloa desde septiembre de 2024 no solo ha marcado a las comunidades por sus consecuencias visibles, sino que ha dejado huellas profundas en la salud mental de niñas, niños y adolescentes. En muchos hogares, el miedo a los estruendos, los ajustes en rutinas y la ansiedad constante se han vuelto parte del día a día.

La psicóloga infantil María de los Ángeles Vizcarra Rojas explica que la exposición constante a entornos violentos puede provocar alteraciones en el comportamiento infantil, incluyendo ansiedad, estrés postraumático y problemas del sueño.

Señales de alerta en los niños y cómo actuar

Es fundamental que las personas adultas estén atentas a ciertos indicadores en los menores, como pesadillas, cambios abruptos en el estado de ánimo, conductas agresivas o ansiedad por separación, ya que podrían ser signos de una afectación emocional.

Acciones recomendadas ante una crisis:

  • Mantener la calma: Es crucial transmitir serenidad a los niños para evitar aumentar su estrés.
  • Proveer apoyo emocional: Frases tranquilizadoras como “Todo estará bien” o “Estoy aquí contigo” generan confianza.
  • Reducir estímulos: Disminuir la exposición al ruido de los disparos usando música o sonidos relajantes puede ayudar a mitigar su ansiedad.
  • Evitar el contacto visual con los hechos violentos: Proteja a los niños de imágenes o escenas que puedan agravar su miedo.
  • Fomentar el contacto físico: Abrazos o tomarlos de la mano les ofrecen seguridad en momentos de incertidumbre.

La importancia de buscar ayuda profesional

Vizcarra Rojas enfatiza que es esencial brindar apoyo profesional a los menores que muestren síntomas persistentes de afectación emocional. Centros especializados, como los Centros de Integración Juvenil (CIJ), ofrecen atención psicológica y programas preventivos que permiten abordar estas situaciones de manera integral.

Para acceder a estos servicios, las familias pueden comunicarse al número 667 716 4146.

Otro aspecto crítico es evitar que niñas, niños y adolescentes lleguen a normalizar la violencia. Según los especialistas, el riesgo de que perciban las conductas violentas como parte de la cotidianidad podría derivar en problemas más serios, como la adopción de estas conductas en su vida adulta o una mayor propensión a replicarlas.

La violencia que se vive en Sinaloa no solo afecta a quienes la padecen de manera directa; su impacto se extiende al entorno familiar y social. Proteger a las infancias comienza con pequeños gestos dentro del hogar y con el acompañamiento adecuado para reconstruir un sentido de seguridad en tiempos de incertidumbre.

Más notas sobre niñez en tiempos de violencia

“No quiere salir”: las huellas de la guerra en Sinaloa en la niñez