Culiacán, Sin.- Posicionarse sobre la acera de la calle Ángel Flores frente al mercado Garmendia  —en el puro centro de Culiacán — es estar en el punto más bullicioso y vertiginoso de la ciudad.

Las unidades del transporte público levantando pasaje y circulando una tras otra, los gritos de los vendedores ambulantes aunado al fuerte volumen de las bocinas instalas afuera de los negocios y locales, la estridencia de los cláxones de los culichis que parecieran siempre ir a prisa a sus destinos, las personas tratando de rebasar a otros transeúntes por las banquetas; aquellos es tan solo una muestra de la dinámica de la vida que no permite un momento de contemplación.

Sin embargo, sobre esa misma avenida, entre las calles Carrasco y Rubí, se encuentra un estrecho pasillo que a los pocos metros de introducirse en él uno nota como el ruido va asilándose o reduciéndose. Al interior, uno se encuentra con actividad comercial que va desde servicios esotéricos, plantas medicinales y diversos accesorios.

En ese submundo sobresale Alejandra Ramírez Guzmán, una costurera que tiene su pequeño local de reparación de ropa desde hace 8 años, aunque su historia dentro del Mercado de Las Flores tiene unos 26 años, cuando empezó a trabajar junto con su hermana en un local de productos variados.

“Yo aprendí sola, aunque en la secundaria, cuando yo tenía 13-14 años, yo iba en la ETI 50 y es lo que me tocó de taller, taller de costura. Pero yo cuando empecé a coser bien tenía 25 años, ya ahorita tengo 52. Yo cosía todo a mano y cuando tuve a mi hija yo le hacía la ropa a mi hija a mano, vestiditos y así”, relata en entrevista para Espejo.

Foto: Josué David Piña

Alejandra proviene de una familia de comerciantes

Su hermana y cuñado comenzaron como vendedores ambulantes afuera de la entonces Farmacia Lux; durante una iniciativa del alcalde Sadol Osorio Salcido (1996-1998) para remover el ambulantaje estalló una serie de protestas que se prolongó por varias semanas, hasta que el gobierno municipal cedió y comenzó una reubicación de vendedores en la vía pública a locales fijos.

Así llegaron varios al Mercado de las Flores, donde muchos de ellos hoy en día tienen concesionado, desde entonces, sus establecimientos con el Ayuntamiento.

En paralelo, esta costurera iba perfeccionando sus habilidades como reparadora de ropa y en el presente es conocida por dominar varias especialidades que podrían competir con cualquier diseñadora de modas.

Una de estas cualidades es la de ser conocida por hacer trajecitos para Niño Dios. A ella acuden representantes de iglesias dentro y fuera de Sinaloa; con el tiempo ha ido coleccionando las fotografías que le mandan sus clientes cuando estas figuras están posando en sus recintos.

A Alejandra también acuden para encargar disfraces de cualquier tipo, de Halloween, para fiestas de la primavera; le basta solo ver una fotografía y ella se pone manos a la obra. En unos días sus clientes quedan satisfechos cuando van a recoger sus atuendos.

Comparte que el disfraz que más le significó un reto fue el del personaje de la película La Sirenita, Úrsula, encargado hace algunos 15 años por la esposa de don Alfonso Zaragoza para su hija, encomienda por la cual quedaron agradecidos.

“Por lo regular siempre estoy ocupada, nunca estoy desocupada y pienso seguir hasta que el cuerpo aguante: me gusta mi trabajo. Me gusta porque a veces me siento satisfecha cuando veo que un cliente le gusta lo que yo le hago”, menciona.

Alejandra Ramírez considera que este oficio está lejos de desaparecer simplemente porque las tiendas o marcas de ropa siguen produciendo prendas muy estandarizadas y no todos los cuerpos se ajustan a las tallas chica, mediana o grande.

“A mucha gente no le gusta andar con la ropa aguada, y dices tú, son exageraciones pero es el gusto de cada persona. Por ejemplo, una clienta, nomás porque el puro cuello lo siente grande y se le ve poquito flojo, no se ve mal, pero ella no quiere entonces se los ajustamos”, explica mientras una ve una película de su celular, trabaja con sus manos y al mismos tiempo concede esta entrevista.

Foto: Josué David Piña

Más información sobre Culiacán: