Culiacán, Sin.- De la rehabilitación del mercado Izabal diversas administraciones municipales de Culiacán han hablado desde 2012, todos los alcaldes. Todavía en esos años quedaban unos 20 o 25 locales abiertos; sin embargo, promesa tras promesa, todos esos comerciantes fueron desplazándose con el tiempo. Hoy luce abandonado.
Su historia se remonta al año de 1967 cuando fue fundado. Era otra la dinámica comercial de Culiacán, sin centros comerciales, sin plazas modernas, sin aplicaciones que te llevan la comida a tu hogar con tan solo unos clics desde tu celular.
El Izábal fue por muchos años el centro gastronómico regional más icónico de la capital sinaloense; negocios de menudo, pozole, tostadas y mariscos prolongaban sus horarios incluso hasta la madrugada para recibir a los noctámbulos que terminaban su jornada recreativa aquí.
Por este motivo, también fue el punto de contratación por varias décadas de los conjuntos de chirrines. Los tololoches, tarolas y bajo sexto alrededor del mercado sobre sus banquetas fueron elementos importantes de este lugar.
La interpretación de los corridos más emblemáticos del norte del país a cualquier hora del día también resonaba por la calle Francisco Villa, esquina con Domingo Rubí; era parte de la identidad de este recinto, así como un reflejo genuino del ser sinaloense.
Pero cuando la vieja central camionera de Culiacán (ubicada sobre el bulevar Gabriel Leyva) fue reubicada donde actualmente se encuentra, el declive del mercado Izaban fue inminente. Se cortó uno de los grandes flujos de consumidores que arribaban a saciar el hambre después de provenir de otros municipios.
“Aun así cuando ya se estaba quedando solo seguía llegando gente a preguntar por la comida”, recuerda un comerciante de artesanías del mercado que mantiene cerrado su local la mayor parte del tiempo. Explica que hoy en día solo acude especialmente cuando va realizar una venta previamente negociada por teléfono.
Pese a que la mayoría de los locales se mantienen cerrados todos siguen concesionados por el Ayuntamiento de Culiacán, pero todos esos permisionarios se trasladaron a sus colonias de origen u otros puntos del centro, esperando el retorno prometido por parte de las autoridades.
En el presente solo quedan dos locales abiertos, una joyería que se instaló apenas hace tres años y un negocio de reparación de celulares.
“En aquellos años, como en los ochenta, se bajaba mucha fruta, verdura, carnes, como todavía en el mercado Garmendia”, comenta el comerciante de artesanías.
Este vendedor ve con esperanzas la última declaración que hizo un presidente municipal sobre su rescate, en este caso Juan de Dios Gámez Mendívil, quien comentó hace unos días que buscará reactivarlo, sobre todo, para reforzar el sentido de pertenencia hacía la ciudad a través de su cultura y gastronomía.
“Este mercado arremangó machín. Este mercado es icónico y merece ser rescatado. Ya metieron cimiento y postes nuevos, hicieron las planchas, se metió drenaje nuevo. Ya nada más falta levantar las paredes de cada local y revestirlo”, aunque estos trabajos se hicieron mucho tiempo antes.
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