Don Jesús Alfonso Ayón no lo tiene cien por ciento seguro, pero considera que puede ser el maestro churrero más viejo de Culiacán. Lo que sí explica con certeza es que la tradición de hacer y vender churros en su entorno familiar tiene una historia de casi 100 años o más.

Este churero es el hombre detrás de los Churros de la Cruz Roja, en el Centro de Culiacán.

Para hacer churros, dice, se necesita harina, azúcar, agua y sal, son los principales componentes para elaborar la masa que después se transforma en churros, luego de ser arrojados en una olla de aceite hirviendo. Los retira, cierne con un colador especial y luego los deja reposar hasta que sean comprados.

A lo mejor Don Jesús no concibe la magnitud del oficio que porta con orgullo y que se ha transmitido de generación en generación, pero incluso su familia pudo haber iniciado en todo Sinaloa la venta y arraigo de este tipo de antojo o postre.

Todo comenzó de la mano de Secundino Ayón Leal, su abuelo, quien vivía en una comunidad serrana del municipio de Cosalá, una zona históricamente conocida por sus minerales desde la época de los conquistadores españoles.

Una tradición que comenzó en las minas de Cosalá

 

Fue justo cerca del mineral de Guadalupe de Los Reyes donde su abuelo trabajaba como asistente de un minero de origen español, quien entre sus pertenencias particulares traía consigo una extraña cajita para hacer churros, algo nunca antes visto por los habitantes de esa región.

“Esta persona traía con él una maquinita para hacer churros, algo muy rudimentario, nada que ver con la que se usa hoy en día, nomás para él. Mi abuelo trabajaba con él de ayudante y le enseñó hacer churros y luego le regaló la maquinita, así me contó mi papá”, narra don Jesús en entrevista para Espejo.

“Y mi abuelo comenzó la tradición en aquel rancho serrano y posteriormente mandaba a sus hijos a vender entre las casas”, precisa.

Con el tiempo, don Secundino bajó con su esposa e hijos todavía muy pequeños y se instalaron en la ciudad de Culiacán. Aquí en la capital se dedicó a diversas actividades comerciales, aunque con la idea de generar ingresos extras para su familia, comenzó formalmente uno de los primeros, sino es que el primer puesto de churros en la ciudad.

Luego en 1950 su padre, Jesús Ayón Retamoza, se casó y ahí se fue consolidando la tradición y negocio familiar de hacer churros.

“La familia de nosotros somos churreros desde hace 100 años. Mi papá le ayudaba a mí abuelo cuando él era pequeño. Y ya que mi papá creció y se casó, puso el puesto. Aquí tenemos 55 años, pero antes estábamos en otros puntos, la familia”, comenta.

Don Jesús se refiere al punto donde se han mantenido desde 1970, en la esquina del bulevar Leyva Solano, esquina con Paliza, justo a un lado de la Cruz Roja. Con los años está fue la principal referencia de sus clientes para acudir a consumirle: “Vamos a los churros de la Cruz Roja”, decían.

“Históricamente la misma clientela le puso el nombre”, precisa el maestro churrero.

“Yo me integré al negocio familiar a los 10 años. Estudiaba en las mañanas y en las tardes venía y le ayudaba: siempre andaba yo con él aquí en el negocio este”, recuerda.

Los churros de la Cruz Roja, incluso, ya van por su cuarta generación, porque desde hace algunos años el hijo del señor Jesús Alfonso Ayón ya decidió continuar la tradición de elaborar y vender churros. Los conocimientos y gajes del oficio ya los tiene: “yo ya casi le dejo el negocio a él solo”, comparte.

A sus casi 70 años don Jesús menciona que él sigue acudiendo al puesto simplemente para no aburrirse en su casa y “estar dioquis”, como se dice popularmente en la jerga sinaloense.

En el presente y el estado sumido en un contexto de violencia, es posible que este proceso de sucesión familiar se acelere.

“Ahorita, cuando empezó la violencia bajó la clientela y por eso he tenido que retirarme más temprano, es decir, venir más temprano al punto e irme también antes, porque está muy solo y toda esta zona se queda muy sola, nomás oscurece y ya no hay carros”, expone.

Más información sobre historias de Culiacán: