Mucho se ha hablado de las similitudes históricas y culturales que guardan los sinaloenses con los sonorenses. En la actualidad se compara mucho el diseño urbano de la ciudad de Los Mochis, en Sinaloa, con Navojoa o Ciudad Obregón, en Sonora, por ejemplo.

Esta comparación fue plasmada incluso en el clásico de la literatura hispanoamericana, “Los Detectives Salvajes”, de Roberto Bolaño, cuando los protagonistas de la novela se internan en Caborca, Sonora, en busca de la poeta Cesárea Tinajero, quienes señalan que ya tenían la impresión de estar en ese estado, desde que iban saliendo de Los Mochis, en referencia al medio geográfico.

La realidad es que tanto sinaloenses como sonorenses sí compartimos una rica historia. Durante la época colonia fuimos parte de la misma región por siglos y así seguimos durante algunos años más en el México Independiente, con la conformación del Estado de Occidente. 

Las dos  poblaciones jugaron un papel crucial en la exploración y colonización del noroeste de México.

Fue en esta época donde las ciudades que mantuvieron mayor comunicación e intercambio comercial fueron Álamos y El Fuerte, hoy “Pueblos Mágicos” en el presente.

Para empezar, ambos asentamientos llegaron a ser capitales, en distintos momentos, del Estado de Occidente, esto con el fin de encontrar un lugar intermedio para que sus habitantes se pusieran de acuerdo, políticamente hablando, en un extenso territorio que llegaba hasta el actual estado de Arizona, en Estados Unidos.

Ambas ciudades formaron parte de la ruta comercial conocida como el Camino Real, que conectaba los principales centros mineros y comerciales del Virreinato de la Nueva España. De esta manera, los minerales extraídos en Álamos pasaban por El Fuerte en su camino hacia los puertos de exportación en el Pacífico.

Lo anterior también fue generando que con el paso de los años se hayan estrechado lazos familiares entre un punto y otro, al grado que en la actualidad todavía persisten los mismos apellidos en los dos pueblos.

Tanto Álamos como El Fuerte conservan una rica arquitectura colonial, con casonas de techos altos, patios interiores y fachadas de cantera y adobe. Esta estética refleja la influencia española en la región y ha convertido a ambas en destinos turísticos de gran valor histórico.

Que decir de la gastronomía, los mismos platillos tradicionales se pueden disfrutar tanto en el sur de Sonora, como en el norte de Sinaloa, ya que somos una sola amalgama con la comida, que tanto se preparan aquí como allá.

Los platillos que tradicionalmente consumen las familias van desde el caldo de res o el plato de cazuela, un caldo cocido lentamente con verduras como calabaza, zanahoria, ejotes, repollo; los tamales de elote, la machaca y las gorditas con asientos son otros antojitos que nos unen.

Más información sobre Sinaloa: