Con las obras de construcción mayormente paralizadas, producto de la crisis de seguridad y económica que hoy se desarrolla en la localidad, los talleres ladrilleros de Culiacán resienten la caída en sus ingresos. Muchos han desaparecido y los que permanecen se precarizan.
“Ahorita se acaba de ir un chavalo; dice que trabajaba en la obra y lo recortaron, que si no tenía chamba yo. Y le digo: «Viejo, estamos jodidísimos, ¿de dónde quieres que te de trabajo?»” comenta Paul, dueño de la Ladrillera los Mezcales, en el sector de Jardines de la Sierra al norte de Culiacán.
Paul señala que, al día de hoy, tiene tan pocos clientes regulares que ni siquiera necesita usar todos los dedos de una mano para contarlos. Esto le obliga a recortar su producción y, por tanto, sus ingresos van en descenso.
De acuerdo con Daniel Felix, presidente de la Cámara Nacional de la Industria de Desarrollo y Promoción de Vivienda en Sinaloa, la caída en la demanda del ladrillo se debe a la caída en las actividades de construcción en la capital del estado.
Desde el inicio de la crisis de seguridad en Sinaloa, en septiembre de 2024, el mismo organismo ha declarado la existencia de una caída de hasta 70% en la venta de viviendas nuevas en Culiacán, provocando una pausa generalizada en las actividades de construcción.
“Cuando entran los meses de violencia, empieza a frenarse el mercado. Todo aquel cliente que estaba a punto de escriturar su vivienda, se frenó por la incertidumbre de no saber si va a poder, el día de mañana, poder seguir pagando sus mensualidades”, explicó Felix para Revista Espejo.
Para los ladrilleros, esto ha significado una caída en sus ingresos, tener que reducir el precio del producto por debajo de lo que solía ser el estándar del mercado, contraer la cantidad de personas que emplean para la elaboración del ladrillo y una creciente incertidumbre económica.
“Se está produciendo menos, en todas partes, no nomás conmigo. Ponle que, si ponía un horno que producía 20 mil ladrillos cada 20 o 25 días, ahora lo hago cada 40 días. No hay tanta venta, pues. A como voy vendiendo tengo que ir produciendo. Si yo no vendo ese ladrillo que ya está cosido no les puedo pagar a ellos [los trabajadores]”, dice Paul.
¿Quién compra ladrillos en Culiacán?
“Realmente, el que nos compra ladrillo son las personas como tú o como yo, como muchas personas que queremos construir una casa, ahí algo más o menos, que vamos poco a poco. Ya compañías se van por los block, compran miles y miles de block”.
La venta de ladrillos en Culiacán se compone casi en su totalidad por clientes independientes y contratistas que realizan trabajos por encargo, pues las compañías desarrolladoras han migrado a materiales más económicos y de rápido armado como el block o paneles de concreto prefabricados.
Además, Félix añade que las viviendas premium también son clientes recurrentes del ladrillo, al existir la percepción cultural de que este brinda acabados de mayor calidad y durabilidad que otros.
Paul corrobora, al compartir que muchas de las obras a las cuales proveía ladrillo se ubicaban en zonas residenciales de alto nivel, como La Primavera.
Con el estallido de la crisis de seguridad, ambos segmentos redujeron su consumo de ladrillo en gran cantidad. Anecdoticamente, el ladrillero lamenta que varios de sus clientes le dejaron grandes deudas sin pagar apenas se desató la ola de violencia.
“Normalmente la vivienda que se construye con ladrillo es de nivel más residencial, y con el tema de la situación de Culiacán ha bajado mucho la demanda de vivienda premium, pues obviamente baja también la demanda de ladrillo”, explica Felix.
El titular de la Canadevi descarta que la caída en la demanda de ladrillo se deba a la popularización o a la llegada reciente de nuevos materiales de construcción: “siempre se ha construído de concreto, block y ladrillo, pero el ladrillo se usa en la vivienda más cara, y como es la que ahorita está más detenida, pues ha bajado la demanda”, asegura.
Una cantidad indeterminada de talleres han desaparecido desde septiembre de 2024. La actividad hoy es casi endémica de los sectores marginados del área norte del municipio.
Menos trabajo y el mercado de ladrillo se deteriora.
“Ahorita son tres plebes los que me ayudan a hacer ladrillos; hay veces que nomás traigo a uno. «Saben que plebes pues párenle». Hay veces que les digo: «Si van a aguantar el hambre junto conmigo, pues atiendan». Y pues no, tenemos que comer”.
Paul declara que en los meses recientes la poca producción, derivada de la baja demanda, reduce la cantidad de personas que puede tener trabajando en el taller. Fuerte contraste con las continuas peticiones de empleo que le llegan a diario, principalmente de personas dedicadas al ramo de la construcción y que se han quedado sin sustento.
Además, la escasez de ventas ha deteriorado el mercado, obligando a los ladrilleros a ofrecer su producto por debajo del precio habitual. Esta dinámica ha modificado las expectativas de los clientes, quienes ahora esperan precios más bajos de forma permanente, lo que contribuye a la precarización del sector.
Para el ladrillero, resulta paradójico que, mientras el costo de los insumos sigue en aumento, el precio del ladrillo continúa a la baja, asfixiando su operación.
De acuerdo con un cálculo realizado por Revista Espejo, con base en datos provistos por ladrilleros de la zona Loma de Rodriguera, que toma en cuenta factores como la materia prima, mano de obra, transporte, servicios y equipo, el costo de cada ladrillo ronda los 2.8 pesos. Hay quienes han llegado a rebajar el precio de venta al público a los 3 pesos por unidad, o incluso menos. Las ofertas de los revendedores, o “coyotes”, también se han vuelto más agresivas.
Como planteamiento ante el problema de los precios —el cual, si bien se ha intensificado recientemente, no es nuevo— se ha propuesto la creación de una cooperativa de ladrilleros en Culiacán. Sin embargo, no todos están dispuestos a estandarizar sus precios, ya que el regateo y la negociación para concretar una venta se han convertido en una práctica común dentro del sector.
“Así como a nosotros nos está afectando, a muchos les está afectando también. No nomás en la venta de ladrillos, en la venta de todo: desde taquerías, locales, todo. Que dice uno que la comedera no para nunca, pero ¿cómo no?, si la gente también se la está viendo dura.”
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