Por Jorge Rocha, académico del ITESO / @JorgeRochaQ
El próximo miércoles 7 de mayo inicia el Cónclave con 133 Cardenales que pueden elegir y pueden ser electos como Papa. Dos terceras partes de los asistentes se tienen que poner de acuerdo para que haya un nuevo Obispo de Roma. Entre los participantes hay dos mexicanos: Carlos Aguiar Retes, Arzobispo Primado de México y Francisco Robles, Arzobispo de Guadalajara. La elección del nuevo Papa se ha convertido en un acontecimiento global, ya que, tanto para católicos como para no católicos, el Sumo Pontífice es una figura de alta relevancia a nivel mundial y un protagonista de la escena internacional.
Por supuesto que en estos días las conjeturas y los pronósticos están al orden del día, pero más allá de eso, como un laico cercano a los procesos eclesiales, desde una perspectiva latinoamericana y desde una posición universitaria, pondré lo que yo considero, serían los rasgos esenciales en un nuevo Papa.
- El nuevo Papa deberá ser alguien cercano a la gente, con una gran capacidad de empatía y la posibilidad de entablar diálogos constructivos en cualquier espacio y con cualquier grupo social. Hoy se necesita un Obispo de Roma que pueda conocer de cerca las múltiples realidades del mundo y dialogar con ellas.
- El Sumo Pontífice tendría que estar inmerso en las redes sociales y desde allí hacer una lectura actualizada de lo que Dios quiere para el mundo. Este espacio de comunicación es vital para acercarse de forma cotidiana a millones de personas, católicas y no católicas, para proponer una mirada evangélica al acontecer del mundo.
- El nuevo Obispo de Roma debe ser alguien “muchachero” que pueda estar en contacto permanente con las juventudes, que reconozcan los problemas de soledad y ansiedad que tienen muchas y muchos de los jóvenes, para compartir la experiencia de un Dios que acompaña y que ayuda a tener un sentido de la vida, donde claramente se distingue lo importante de lo accesorio y ser consecuente con ello.
- El nuevo Papa debería refrendar la opción preferencial por los pobres, ya que el modelo económico, político y social es una máquina de exclusiones y reproductor de decenas de formas de pobreza, que provocan que millones de personas no vivan con la dignidad de los hijos de Dios. Los rostros de la pobreza se han multiplicado por el mundo y es urgente trabajar con ellos y para ellos.
- El nuevo Sumo Pontífice tendría que trabajar por la paz. Hoy vivimos en un mundo violento, con guerras interminables entre naciones o con conflictos internos de gran magnitud. La cultura de la violencia crece a paso agigantados y no hay movimientos ni expresiones globales que construyan y fomenten una cultura de la paz y la reconciliación. Por esta razón el cardenal electo como Papa deberá ser un pacificador de tiempo completo y hacer alianzas con los líderes sociales y políticos que busquen este mismo fin.
- El nuevo Obispo de Roma deberá seguir avanzando en el reconocimiento del papel y la contribución de las mujeres en la Iglesia, ojalá se abran debates serios al respecto, donde se pondere con todas las argumentaciones al respecto y se generen medidas importantes en esta agenda, que me parece crucial para el futuro de la vida de la Iglesia.
- La estructura de decisiones en ciertos espacios eclesiales sigue siendo poco democrática e incluyente del laicado, el nuevo Papa debería promover una mayor participación laical en los procesos de toma de decisiones, donde las estructuras avancen en la democratización de los procesos pastorales. El impulso de la misión común entre sacerdotes, religiosos y religiosas y laicos y laicas es un asunto de suma importancia para el futuro de la Iglesia.
Estos son los asuntos, que, desde mi muy particular punto de vista, deberían de considerarse para la elección de un nuevo Papa, ya veremos por donde sopla el Espíritu.
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