Por Eduardo García Jaime / @lalo.garciaja (IG) / @lalogarciaj (X)
Foto portada Anashely Elizondo / @Anashely_Elizondo

 

La Presidenta, Claudia Sheinbaum, anunció que se espera disminuir la jornada laboral para el 2030 de 48 horas a la semana a 40 horas.

Un cambio necesario, desde la promulgación de la Constitución de 1917 se estableció la jornada de 48 horas ¡sin alteraciones en 108 años!

En esta columna revisaremos algunas de las críticas a esta medida:

Haría más caro los productos mexicanos creando inflación.

El argumento es que el disminuir la jornada laboral encarece la mano de obra y como la producción mexicana es muy dependiente de los trabajadores significaría un aumento de costos que crearía inflación.

Esta objeción tiene cierto respaldo, pero podría no ser así. El encarecimiento de todos nuestros productos por la reducción de la jornada laboral no es un hecho, obedece en gran medida de quién pagará por eso, si los consumidores o las empresas, y esto depende de qué tan sensibles son los consumidores a los cambios de precio (si dejarían de comprar si suben los precios) y los márgenes de utilidad.

Pongamos un ejemplo, si a una fábrica de zapatos le suben los costos por la reducción de horas de trabajo y los consumidores no responden a una subida de precios (comprando menos), la empresa puede subir los precios sin perder clientes. En este caso los consumidores pagarían por la reducción de la jornada y podría crear inflación. Por lo general, en los artículos de primera necesidad (ie tortilla) lo anterior sucede.

Pero si la empresa sabe que a un precio más alto no podría vender, tendría que mantener los precios y el aumento de costos sería pagado de sus ganancias. En este caso los empresarios verían reducidas sus ganancias, los trabajadores ganarían más de su trabajo y la medida sería redistributiva sin crear inflación.

Por otro lado, si los márgenes de la empresa son muy reducidos, no habría forma de que la empresa absorbiera el costo y presionaría la inflación al alza.

Como ilustración, la industria manufacturera es una de las que más proporcionan empleo formal en México, pero casi toda la producción se exporta. Para esta industria la reducción de la jornada laboral ni crearía inflación, ni tampoco fuga de empresas complejas y consolidadas (ie sector automotriz). Aun con una mano de obra más cara, sería más barato exportar de México a Estados Unidos que desde otros países, manteniendo el T-MEC y las tarifas en otros.

En el comercio minorista, otra industria con grandes contribuciones al empleo formal, donde los márgenes, la productividad y los sueldos son reducidos, se tendría que empezar a implementar la automatización para no aumentar los precios y la inflación.

2. La disminución de la jornada laboral nos haría menos competitivos y atraería menos Inversión Extranjera Directa.

La industria que más Inversión Extranjera Directa trae al país es la manufacturera, empresas que en su mayoría producen aquí para vender en Estados Unidos. En este campo, el único país de Latinoamérica que puede competir con México, por su producción automotriz y mercado interno, es Brasil, y tienen una jornada laboral de 44 horas a la semana, costos de mano de obra superiores y sin la ventaja de ser vecino de Estados Unidos.

En cambio, los países que realmente compiten en quitarle mercado al país en manufactura, por sus costos inferiores en mano de obra, son Vietnam e India, ambas altamente perjudicadas por los aranceles de Trump y con costos logísticos importantes.

No obstante, debemos de subir en la cadena de complejidad de las cosas que exportamos. No es deseable competir con India y Vietnam, en textiles y productos de baja complejidad, porque eso significaría competir a base de salarios y condiciones de miseria. Pero para producir cosas más difíciles, que signifiquen salarios más dignos y desarrollo, es necesario mano de obra preparada, infraestructura e inversión.

Más que la reducción de la jornada laboral, lo que pone en peligro la inversión extranjera directa es la inestabilidad de Trump y la incertidumbre con el tratado de libre comercio.

3. No puedes subir sueldos/mejorar condiciones laborales sin aumentar la productividad

La ley de las 40 horas pretende reducir la jornada laboral sin reducir sueldos, lo que equivale a que los trabajadores mexicanos ganen más por hora trabajada.

La teoría clásica económica fija los salarios a la productividad del trabajador. Es decir, el sueldo de un trabajador va a ser equivalente al valor que genera para la empresa. Este modelo asume “competencia perfecta”, que significa que hay muchas empresas compitiendo y que ninguna de ellas controla los precios.

Según este modelo, si los trabajadores producen más que antes en el mismo tiempo, el valor que generarían sería mayor y esto aumentaría sus sueldos de forma natural y proporcional.

¿El modelo se cumple en México?

Distintos estudios ilustran que el aumento de productividad lleva a un aumento de salario mucho menor a este. Por ejemplo, en el análisis de proximidad espacial a nivel estatal en la industria manufacturera en México, 2004, 2009, 2014 y 2019, se ilustra que por cada 1% de aumento de productividad, el sueldo solo aumenta en .35% (Gonzalez et al, 2022).

Entonces, a pesar de que los trabajadores son más productivos, las empresas retienen una parte cada vez mayor de las ganancias generadas. Es decir, cada vez se le paga menos al trabajador por lo que produce.

Esto sugiere que muchas empresas pueden fijar salarios bajos, sin competencia que los obligue a pagar más y que en este caso el salario sería menor al que la teoría clásica indicaría.

4. La productividad mexicana es muy baja, disminuir la jornada laboral no la incentiva.

La productividad es uno de los factores más importantes del crecimiento económico y, en efecto, el único que tiene una influencia permanente en el largo plazo.

Existen críticas de la medida por ser “populista” y no incentivar la productividad.

Y si, nuestro país tiene una productividad muy baja, ultimo de la OECD. Pero esto se dice en muchas ocasiones como si fuera responsabilidad del trabajador. La realidad es que tenemos fallas importantes en educación e infraestructura, pero también nuestros empresarios invierten muy poco en tecnología, que es esencial para aumentar la productividad.

La formación bruta de capital fijo, que indica la reinversión de empresas y gobierno en infraestructura, maquinaria y tecnología, para producir más y mejor, ha sido mucho menor en México que en el mundo. El promedio de formación bruta de capital fijo como porcentaje del Producto Interno Bruto en México desde 1970 ha sido del 20% en comparación con el mundo de 24%. Por ejemplo, China en promedio en el mismo periodo reinvirtió el 34% de su PIB.

¿Por qué los empresarios reinvierten poco?

Dos razones de la baja formación de capital bruto son los bajos salarios y la falta de crédito. El empresario puede decidir entre contratar más trabajadores o invertir más capital para producir (automatizar). Hasta cierto punto la mano de obra y el capital son sustitutos. Si los sueldos son muy bajos, y/o el crédito muy caro, los empresarios preferirán utilizar más trabajadores que capital, aun si utilizar capital fuera más productivo.

Simplificando, imaginemos que un empresario podría utilizar cincuenta trabajadores con una pala para hacer un hoyo, o un solo trabajador con una máquina excavadora (capital). Si los sueldos son suficientemente bajos y/o el crédito suficientemente alto, el empresario usaría a los cincuenta trabajadores, aunque la productividad, en comparación de la excavadora, fuera muy baja.

En este caso, la disminución de la jornada laboral encarece la mano de obra lo que incentiva el uso de más capital en la producción, pero esto debe de ser acompañado de crédito barato. Esto, si bien genera desempleo en el corto plazo, generará productividad y crecimiento económico que podrían terminar acomodando a los desempleados en el largo plazo.

Entonces, la disminución de la jornada laboral, acompañada de crédito barato, puede incentivar a las inversiones necesarias en tecnología que nos harían más productivos. Y esto sin considerar el argumento bastante común de las ganancias en productividad por una mano de obra más descansada.

Seguramente, la Presidenta estableció la disminución gradual de la jornada laboral esperando que en el largo plazo las tasas de interés disminuyan y sea más fácil fondear la inversión de capital necesaria.

5. Van a quebrar a las Pymes, habrá menos emprendedores y puede aumentar la informalidad.

Es verdad que reducir la jornada laboral es una barrera de entrada para nuevas empresas. En otras palabras, si tú eres un potencial emprendedor, tener empleados se volvería más caro, lo que puede dificultar que entres en el mercado o que te vuelvas informal.

Aun así, no pondría la reducción de la jornada laboral como la principal barrera de los emprendedores y Pymes para sobrevivir y expandirse en México.

El precio muy alto de financiamiento para microempresas y la consolidación de empresas monopolísticas que fijan precios, condiciones y compiten deslealmente (ie comercio minorista, telecomunicaciones, sistema bancario, radio y tv, bebidas y alimentos, etc) son factores que perjudican preponderantemente el desarrollo de las pymes y emprendimientos.

Políticas que garanticen el crédito barato, menos burocracia, fortalecimiento del mercado interno y del estado de derecho, subsidios, esfuerzos antimonopolísticos, entre otros, generarían condiciones para que las Pymes florezcan aún con mano de obra más cara.

Debemos incentivar la creación de empresas, pero en condiciones más justas para todos.

La reducción de la jornada laboral no está peleada con otras políticas para el desarrollo de las Pymes.

En efecto, apoyar a las Pymes y a los emprendedores tienen mucho en común con mejorar las condiciones de los trabajadores: ambos necesitan menos desigualdad, oportunidades y un sistema económico más justo, sin oligarcas que acaparen el mercado, impongan salarios y bloqueen la competencia.