Culiacán, Sin.- ¿Qué ocurre después del asesinato de una niña en Sinaloa? ¿Qué queda flotando en el aire cuando una vida infantil se apaga a causa de la violencia? Es una pregunta que nadie quiere hacerse, pero que hoy resuena en los pasillos de la Escuela Secundaria General No. 4, donde estudiaba Danna Sofía.
Tenía apenas 12 años. Fue asesinada el 24 de marzo, a plena luz del día, tras salir de clases. Su crimen sacudió a toda una comunidad que aún intenta responder a una tragedia para la que no existe manual, ni consuelo.
“El día siguió… pero ya no fue igual”, dice Keyli, estudiante del mismo plantel. “Me hace pensar que a mí también me pudo haber pasado. Yo salgo a la misma hora que ella. Aunque no la conocía, se siente muy feo saber que la mataron. No se lo merecía.”
El aula que sigue ocupada por su ausencia
En la escuela, la butaca de Danna permanece intacta. Sus compañeros del 1º K decidieron no moverla. “La niña está vigente”, dice el profesor Daniel Bueno, subdirector del plantel. La butaca terminará el ciclo escolar asignado para Danna Sofía, “esa butaca nadie la mueve”, dijo el profesor para ESPEJO.
Niños y niñas de diferentes grados se sumaron para la realización de este mural en memoria de Danna Sofía.
Con más de 31 años de experiencia como docente, Bueno recuerda que cuando fue estudiante pasó algo similar, pero la edad y el paso del tiempo lo hizo olvidar. Aun así, nada te prepara para una situación como esta.
“Me considero una persona fuerte, pero esto me quebró”, dice. “Si a mí, que no convivía cotidianamente con ella, me pegó así, no quiero imaginar lo que sienten sus maestros y sus compañeros.”
La muerte de Danna dejó algo más que tristeza. Provocó miedo, ausentismo y ansiedad, así lo reconoció el subdirector.
“Sí se sintió el impacto. Bajó la matrícula, los alumnos dejaron de venir unos días. Entramos todos en una especie de psicosis, de temor cotidiano. En mi casa tengo portón eléctrico, vivo en una privada. Antes se quedaba abierto, ahora les digo: ‘no me lo abran’. Porque no sabes… ves tantas cosas. Esto te afecta psicológicamente. Pero el mundo sigue girando, y nosotros tenemos que seguir girando con él, aunque duela.”
Arte como resistencia
Esta semana, manos pequeñas, de estudiantes, maestros y artistas locales, se unieron para pintar un mural. No es solo un homenaje. Es una denuncia silenciosa por los más de 40 niños y niñas menores de 15 años asesinados en Sinaloa en medio de la guerra entre facciones del Cártel de Sinaloa. Danna es uno de esos nombres.
Todas las manos se sumaron, a través del arte se forma la memoria.
“Fue nuestra compañera. No debemos olvidarla”, dice Andrea, otra alumna. “Con este mural, cuando llegue un niño nuevo, quizá pregunte qué significa. Y entonces podremos decirle: ‘Es por Danna, una niña que murió por la violencia que hay aquí en Culiacán’.”
El proyecto fue posible gracias al apoyo de la Secretaría de Educación Pública y Cultura (SEPyC) y de SUMA, una institución de asistencia privada. El diseño corrió a cargo de los artistas culichis Dante Aguilera y Nidia Ibin, pero lo más valioso no estuvo en la técnica: estuvo en la escucha.
A través de la SEPyC y las organizaciones SUMA y Vamos Pintando Paz, se logró concretar la creación de este mural y un aula de medios.
“El muralista habló con los estudiantes. Les preguntó qué querían que apareciera. Y ahí surgió el que tuviera el osito de caricatura que le gustaba a Danna, la niña lo traía consigo siempre”, recuerda Daniel Bueno. “Eso conmovió mucho. Fue un acto de empatía.”
La maestra Gabriela Arce Montes, de Artes Visuales, acompañó el proceso como una especie de terapia colectiva.
“Se propuso como cierre, como un ritual de paso. Para honrar la vida de Danna y también la resistencia de nuestros adolescentes. Este evento fue muy fuerte para todos. Pero aquí siguen, resistiendo cada día. El mural honra eso: la memoria de Danna y la fuerza de quienes continúan.”, explicó la que fue su maestra.
El trabajo duró aproximadamente cinco días.
¿Quién le pone nombre al dolor?
Después del crimen, la escuela instaló un altar. Solicitó apoyo psicológico especializado. La atención comenzó con el grupo de Danna y se extendió a otras aulas, incluyendo la del hermano que viajaba con ella aquel día. También los docentes fueron atendidos.
“Hay un dolor que no puedes nombrar”, dice el subdirector. “Pero lo sentimos todos. Nos atravesó.”
Los compañeros de Danna Sofía fueron escuchados para poder crear estos murales en su memoria.
La escuela, sus docentes, sus estudiantes, no tienen todas las respuestas. Pero decidieron hacer algo con el dolor, lo que sostiene este homenaje es una comunidad herida que se niega a olvidar.
En una ciudad donde la violencia suele pasar de largo sin memoria, este mural es una declaración: la infancia asesinada no puede ser costumbre.
La Escuela Secundaria General no.4, en Culiacán, contará con este vestigio de que ahí cursó la pequeña Danna Sofía.
MÁS SOBRE RESISTENCIA:
- Archivos de la Resistencia: memoria viva contra el olvido y la impunidad
- Lógicas de la desaparición e impunidad, contextos y resistencias
Comentarios
Antes de dejar un comentario pregúntate si beneficia a alguien y debes estar consciente en que al hacer uso de esta función te adíeles a nuestros términos y condiciones de uso.