Culiacán, Sin.- Los animales se movieron, sí. Pero con ellos también se movieron sospechas, discursos, y, según el diputado Rodolfo Valenzuela Sánchez, del Partido Verde Ecologista de México, intereses económicos camuflados de conservación ambiental.

Diputado, Rodolfo Valenzuela Sánchez.

El legislador alzó la voz en el Congreso local para advertir lo que muchos ya murmuran fuera del pleno: que el traslado de más de 700 animales del santuario Ostok en Culiacán al recién creado BioParc El Encanto en Mazatlán responde menos al bienestar animal y más a una lógica de negocio disfrazada de ecoturismo.

“Se justificó el movimiento por seguridad, pero en realidad el trasfondo es económico. Aquí lo que duele no es el destino de los animales, sino que algunos están perdiendo dinero”, expresó en tribuna el representante del PVEM.

De santuario a atracción: el giro en el modelo

Ostok Sanctuary fue concebido como un espacio de rehabilitación fuera del ojo público, donde animales rescatados de la trata, el abuso o el abandono encontraban resguardo sin ser exhibidos. En contraste, BioParc El Encanto promete “hábitats adecuados”… pero también safaris, recorridos guiados y amenidades para turistas.

Raúl Ricardo Villavicencio, CEO de El Encanto Desarrollos.

La inversión no es menor: mil 200 millones de pesos respaldan el proyecto de la empresa Encanto Desarrollos, que busca transformar parte del sur de Sinaloa en un destino de naturaleza y esparcimiento. El CEO de la firma, Raúl Ricardo Villavicencio, lo dijo con claridad: el parque no solo pretende cuidar animales, también atraer visitantes y detonar la economía local.

Bienestar animal bajo reflectores

Para el diputado Valenzuela, el tema debe analizarse con menos euforia turística y más lupa ética.

“Es respetable que se hayan querido mover, pero no es realidad que se fue por violencia, no hubo problemas donde estaban. El trasfondo real de ese movimiento es económico. Esos animales estaban cubiertos por una asociación, a nosotros lo que nos interesa es que estén protegidos. Con recibir visitas…se cae la idea de que sea solo por protegerlos, esperamos que el nuevo lugar tenga las condiciones óptimas para vivir”, dijo, mientras recordaba que el traslado fue validado por especialistas como César Millán, pero, aun así, no deja de generar inquietudes.

Lo que preocupa, desde su óptica, no es el movimiento en sí, sino la narrativa que intenta convertir una decisión empresarial en una causa ambiental, cuando en realidad hay tensiones claras entre el lucro y la conservación.

Una pregunta sin resolver

¿Puede un parque turístico sustituir un santuario? ¿Hasta qué punto la conservación se vuelve rentable sin perder su esencia? ¿Y quién garantiza que el bienestar animal no será nuevamente sacrificado en nombre del desarrollo económico?

Mientras tanto, los animales ya están en Mazatlán. Y aunque algunos aplauden el nuevo BioParc como una oportunidad de crecimiento regional, otros, como Valenzuela, prefieren alzar la voz antes de que el discurso verde se tiña de billetes.

“Se tiró el comentario de que se movieron por la inseguridad para justificar el movimiento, pero sabemos que va buscando un beneficio económico. Esa persona (Ernesto Zazueta, fundador del Santuario Ostok), ya sabemos que tiene tendencias a buscar eso… Esto no va solo de proteger animales. Va de proteger también la verdad”, sentenció el diputado.

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