Culiacán, Sinaloa.- “Son gente inocente, ellos solamente venían a estudiar ahora ni a estudiar se puede venir a Culiacán”, dice una mujer entre lágrimas, mientras sostiene la ficha de búsqueda de su sobrino.

Durante ocho meses —los mismos en los que Sinaloa se ha visto envuelto en una ola de violencia— se han registrado alrededor de 517 desapariciones de jóvenes de entre 20 y 30 años de edad. De ellos, solo 152 han sido localizados.

Esta cifra alimenta la desesperación de cientos de familias sinaloenses que viven entre el miedo, la impotencia y la incertidumbre.

Hoy marchan en nombre de nueve de esos jóvenes que aún no han regresado a casa.

Citados a las 9 de la mañana en la catedral —un símbolo de orgullo sinaloense— familiares, amigos y conocidos de nueve jóvenes que fueron privados de su libertad en los últimos meses tomaron la avenida Obregón, armados de mantas, cartulinas e impresiones con el rostro y la ficha de búsqueda.

Familiares cargando manta exigiendo la aparición del joven Paul Leonel Jacobo

 

Los nombres, datos de la desaparición, así como la edad en las mantas eran:

  • Ricardo Lechuga Verdugo – 28 de abril de 2025, 22 años
  • Paul Leonel Jacobo Benítez – 30 de marzo de 2025, 22 años
  • Óscar Darián Cervantes Sainz – 18 de enero de 2025, 16 años
  • Addiel Gerardo Galindo Zavala – 3 de octubre de 2024, 19 años
  • David Antonio Ruelas Pérez – 31 de marzo de 2025, 21 años
  • José Isaías Ibarra – 31 de marzo, 23 años
  • Ramsés Bastidas Arreola – 28 de abril de 2025, 16 años
  • Benjamín Castillo Zazueta – 17 de octubre de 2024, 23 años

 

Desde la catedral hasta la Fiscalía del Estado, la multitud —de alrededor de 60 personas— no paró de gritar. Eran gritos de coraje que a veces se quebraban por el esfuerzo o la emoción:

“¡Señor, señora, no sea indiferente, se llevan a nuestros hijos en la cara de la gente! ¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos! ¡Hijo, escucha, tu madre está en la lucha!”

Al llegar a la Fiscalía, solo ingresaron los familiares directos de los jóvenes desaparecidos. Sin embargo, las exigencias afuera del edificio no cesaron.

Valeria Jacobo, hermana de Paul, narró que —previó a la desaparición—su hermano salió de su casa a atender una llamada de celular, desde entonces no han sabido sobre su paradero. Valeria comentó que las autoridades no han tenido una respuesta rápida y los procesos se perciben lentos.

“Hasta ahorita la la fiscalía pues no nos ha ayudado a hacer la investigación de teléfono, que tienen hasta 2 años para que se borren las llamadas y 3 meses para hacer la prueba de ADN. (…) Mi hermano es un caso que no tiene tatuajes, no tiene señas particulares. Entonces, en este tipo de casos es cuando deberían de tomar las pruebas de ADN desde un principio, no dejar a esperarnos a a ver, a ver hasta cuándo” Narró para espejo.

 

La indignación por el hecho de que ocho jóvenes —siete de ellos estudiantes— fueran privados de su libertad sin razón aparente era una de las más latentes.

“Nuestras exigencias son: se los llevaron vivos y vivos los queremos de regreso. No es justo que unos padres y una familia estemos sufriendo por las causas de otra gente”, declaró Norma Guadalupe, tía de José Isaías, desaparecido el 31 de marzo.

 

“No se llevaron maleantes, se llevaron a estudiantes” entre otros coros fueron gritados fuera de fiscalía.

 

La manifestación no terminó para todos en la Fiscalía. Familiares de David Antonio e Isaías se trasladaron, en un camión aparentemente rentado, al Colegio del Aire de Sinaloa (CAS) para denunciar la falta de apoyo y empatía que la institución ha mostrado ante el caso de los jóvenes estudiantes.

 

Pegan fichas de búsqueda de David e Isaías en las puertas del CAS.

 

En declaraciones para ESPEJO, los manifestantes aseguran que fue antes de llegar al CAS cuando los jóvenes —junto a una compañera no identificada— fueron interceptados por una camioneta, para posteriormente ser privados de su libertad.

Según relató una de las madres, la joven no fue llevada; sin embargo, no se presentó a testificar sobre los hechos, y se desconoce si aún permanece en el estado.

Después de una reunión con el director de la institución, según la madre de uno de los desaparecidos, el CAS se deslindó del caso, asegurando no tener nada que ver con el delito ni con ningún grupo delictivo.

 

La marcha concluyó sin incidentes, pero con un mensaje que se repitió una y otra vez:
“¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos!

 

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