Crónica de una elección donde la abstención dijo más que los votantes, plasmando la desconfianza en las verdaderas razones para renovar al Poder Judicial Federal, la baja participación ciudadana de ayer es un llamado al gobierno que preside Claudia Sheinbaum para que cuide y fortalezca la democracia, sin someterla a experimentos que la debilitan.

La afluencia a las casillas de menos del 15 por ciento del padrón electoral, así como el catálogo de irregularidades y prácticas fraudulentas en el proceso, de ninguna manera dan para cantar victorias sin antes reconocer que la voluntad popular dio trascendentes lecciones a los políticos con el hecho de guardar el voto para ocasiones en que éste sea respetado.

El discurso de los gobernantes afiliados al Movimiento Regeneración Nacional intenta hoy cubrir con apariencias de éxito el resultado electoral, que en todo caso necesita de que a partir de la autenticidad de los hechos sean redireccionadas políticas públicas desafortunadas, y la fallida democratización de la Suprema Corte es una de ellas.

El régimen de la Cuarta Tranformación está convocado con el veredicto de las urnas a detectar y corregir retrocesos en materia social, política y económica y aprender del error del 1 de junio que el pueblo está decidido a luchar por sus derechos fundamentales como lo es la garantía del voto libre y secreto y dándole al sufragio legítimo el poder de determinar en lo que vale la pena, no más en ocurrencias y trivialidades.

Si la presidenta Sheinbaum, Morena y la 4T hacen el ejercicio sereno y sincero de escuchar lo que la ciudadanía abstensa les quiso decir, entonces la votación del domingo adquirirá razón de ser. De lo contrario, en caso de aferrarse a la costumbre de presentar fracasos como grandes avances, la participación ciudadana los volverá a poner en su lugar.

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