Debido a que no cede sino al contrarío recrudece la ola de violencia registrada en Sinaloa durante casi nueve meses, el secretario de Seguridad Pública y Protección del Gobierno Federal, Omar García Harfuch, debe regresar a informar la estrategia para hacerle frente a crímenes que presentan mayor posibilidad de infundir terror en los sinaloenses.

La jornada violenta de ayer, que reporta 12 homicidios dolosos y cerró con el enfrentamiento registrado al centro de la avenida Álvaro Obregón, supuestamente entre policías municipales de Culiacán y personas que se hacían pasar como elementos de la Policía Estatal, muestra la urgencia de replantear los operativos para pacificar el estado.

La fuerza pública federal y estatal se ve en permanente acción para contener a la delincuencia organizada, sufre de bajas sensibles en sus filas por el cumplimiento del deber, pero es insuficiente al tratarse de reponer la tranquilidad y el predominio de la ley alteradas desde que el 9 de septiembre de 2024 inició la guerra al interior del Cártel de Sinaloa.

Los servidores públicos, sobre todo aquellos que llegaron a los cargos por elección popular, actúan desentendidos del fenómeno que quita vida, despoja patrimonios, desparece a personas y mantiene a la sociedad secuestrada por el miedo, lo cual lleva a exigirles al gobernador, alcaldes, diputados locales y federales, así como a senadores que hagan más alla del discurso que los refleja inmovilizados o en el peor de los casos minimizando el problema.

Ya basta de muertes violentas que se cuentan por centenas y quitan la vida a inocentes, mujeres, niños y personas de la tercera edad entre éstas; que anula polos importantes de la economía con repercusiones en el empleo; que secuestra y desaparece a jóvenes y escala en los medios criminales para mantener la atmósfera de terror generalizado. Ya basta de que Sinaloa sea rehén del narcotráfico.