El ex alcalde de Ahome, Gerardo Vargas Landeros, se convirtió el miércoles en el tercer presidente municipal con militancia en el Movimiento Regeneración Nacional que es vinculado a proceso judicial durante el gobierno de Rubén Rocha, por la supuesta comisión de delitos que atacan el patrimonio público y la confianza que les concedió la ciudadanía al llevarlos a los cargos públicos mediante el voto.
En los tres casos que son el de Jesús Estrada Ferreiro en Culiacán, Luis Guillermo Benítez Torres en Mazatlán y ahora Vargas en Ahome, la Fiscalía General del Estado ha integrado carpetas de investigación sólidas que sustentan el desempeño irregular de la función pública, no obstante que actores políticos y seguidores de cada indiciado atribuyen las causas penales a persecuciones políticas y no a asuntos jurídicos.
Sin embargo, soportando la tesis en que Benítez sí pagó aprecios inflados las luminarias para el alumbrado público de Mazatlán, que Estrada violentó derechos de familias de policías caídos en el cumplimiento del deber, y que Vargas rentó vehículos para seguridad pública a precios desorbitados, los hechos dicen que los gobiernos de Morena en los tres principales municipios de Sinaloa resultaron un fiasco de la llamada Cuarta Transformación.
Otra cosa en común es que las vinculaciones a proceso de los ex ediles de Culiacán y Mazatlán, y seguramente sucederá lo mismo con el de Ahome, se han estancado una vez que éstos fueron retirados de los cargos que desempeñaban sin que el Poder Judicial del Estado determine sentencias y dictamine si los implicados y presuntos inocentes serán inhabilitados en el desempeño de la función pública conforme lo disponen las leyes correspondientes.
Los ex alcaldes morenistas a disposición de la justicia se apartaron del triduo moral que impuso el ex presidente Andrés Manuel López Obrador, consiste en no mentir, no robar y no traicionar y además el líder y emblema de Morena nunca acudió a la defensa de sus cofrades de Sinaloa. Lo que está a la vista es que los delitos de corrupción se están castigando, pero poquito para no llegar al extremo de que los inculpados pisen la cárcel.
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