El intercambio de buenas intenciones entre el gobernador Rubén Rocha Moya y el rector Jesús Madueña Molina, en el marco del inicio del segundo periodo de este al frente de la conducción de la Universidad Autónoma de Sinaloa, parece anunciar una nueva relación que centre los afanes e intereses en bien de la casa de estudios y la calidad académica.

Sin embargo, la carga de responsabilidades para Madueña es enorme en el objetivo de rescatar a la UAS de amenazas todavía latentes, como desprenderla del vínculo con el Partido Sinaloense, restablecer derechos y libertades de trabajadores y estudiantes, y transparentar el manejo de los recursos públicos asignados a la institución de educación superior.

El rector, que fue vinculado a cinco procesos judiciales por supuestos daños a las finanzas de la UAS, ofreció en su toma de posesión para el plazo 2025-2029 que “cada muestra de respaldo será fuente de inspiración para mi desempeño para los próximos años. Hoy, al haber rendido protesta como rector titular, refrendo mi compromiso de velar siempre por el fortalecimiento de nuestra alma mater”.

Por su parte, el gobernador Rocha Moya, al regresar a los espacios rosalinos donde los directivos lo habían acusado de violentar la autonomía universitaria, expresó que “juntos debemos lograr que prevalezca la grandeza de nuestra Universidad y acrecentarla cada vez más; va a haber buenos tiempos y esos buenos tiempos los vamos a compartir”.

Por más que ambos políticos finjan que nada ha pasado en la relación entre universidad y gobierno, y pretendan borrón y cuenta nueva tras las carpetas de investigación de la Fiscalía General del Estado y los procesos judiciales pausados, como sociedad nos corresponde mantener la vigilancia sobre Madueña y Rocha para que restauren las fracturas que cada uno desde sus posiciones le causaron a la UAS. Si los políticos se llevan así entre ellos, un día enfrentados y al otro como mejores amigos, pues que respeten y no conflictúen los espacios de la máxima casa de estudios.