El meteorito de Bacubirito, o simplemente “meteorito del Centro de Ciencias” como lo han conocido las generaciones que tuvieron la oportunidad de visitar dicho recinto en su mejor momento —a mediados de los noventa —, es un bien heredado de las profundidades del cosmos a los sinaloenses.
Técnicamente no es un patrimonio histórico y material, del tipo recoge conocimientos de una comunidad para forjar una identidad; sin embargo, ya han habido iniciativas de científicos y especialistas para que la UNESCO lo declare Patrimonio Cultural de la Humanidad, sin éxitos hasta el momento.
Por muchos años se pensó que este asteroide, hecho de hierro en su gran mayoría, era el más grande del mundo hallado en el planeta Tierra; sin embargo, tras muchos estudios e investigaciones comparativas, se concluyó que realmente tiene el lugar número 5 en volumen y peso, con 20 toneladas.
¿Pero cuál es la historia de esta gran roca especial desde su llegada a tierras sinaloenses? Como su nombre lo indica, el meteorito de Bacubirito fue bautizado de esta manera por haberse encontrado en la comunidad nombrada así, en los altos del municipio de Sinaloa.
Si bien se ignora cuándo se estrelló con la tierra, fue encontrado por el científico y geólogo estadounidense Henry Augustus Ward, en 1871, quien solicitó la ayuda de 28 pobladores que, con pala y picos, lo desenterraron.
El historiador Héctor R. Olea fue uno de los primeros en hablar sobre el meteorito de Bacubirito, en la colección “Encuentros con la historia”, en el tomo correspondiente al municipio de Sinaloa. Ahí narra cómo los peones despejaron la tierra hasta una profundidad de 2 metros, en un suelo casi todo de tierra vegetal.
“Cuando el trabajo de excavación se terminó, la meteorito se dejó en equilibrio sobre un zócalo de roca de un metro de altura. Después de haber tocado todas las dimensiones, uno de los lados del zócalo de pórfido se sacó de tierra, hasta que la enorme masa pudo enderezarse por su propio peso en un posición casi vertical”, escribe.
Sin embargo, lo más increíble de este episodio de nuestra historia regional, es que el profesor Ward no se llevó el meteorito del Estado de Sinaloa para los Estados Unidos, en una época donde los científicos de los países imperialistas acostumbraban a extraer los objetos arqueológicos de otras culturas, fósiles de animales extintos, o en este caso, meteoritos.
Lo anterior llama más la atención, debido a que incluso Ward fue muy conocido en su época por fundar el Henry A. Ward’s Natural Science Establishment, donde exponía especímenes geológicos, paleontológicos y zoológicos, que muchas veces funcionó como un negocio de compra-venta con los que financiaba sus viajes.
Como haya sido, el meteorito de Bacubirito quedó resguardado por muchos años en el lugar donde fue descubierto, hasta que en el año de 1959, durante el gobierno estatal de Gabriel Leyva Velázquez, fue extraído y trasladado al Parque Civil Constitución, en Culiacán.
Ahí permaneció hasta 1992, cuando el doctor Antonio Mora Stephenson, primer director del Centro de Ciencias de Sinaloa, solicitó que fuera reubicado en la explanada del recién inaugurado recinto.
En ese entonces, antes de ingresar al recinto se leía: “está usted contemplando uno de los meteoritos más grandes del mundo: su composición química consta de Hierro (88.94%); Niquel (6.98%); Cobalto (0.21%); Azufre (0.005%); Fósforo (0.154%); y trazas de Silice (Si02)”.
Finalmente tras la demolición del viejo Centro de Ciencias y la construcción, ahí mismo, del Museo Materia, el meteorito de Bacubirito fue uno de los pocos objetos que fueron conservados tras la nueva dirección de la ciencia en el estado. Hoy en día permanece en el interior del edificio, siendo apreciado por las nuevas generaciones.
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