De ninguna manera debe confundirse ni tratar de desconocer la gran trayectoria del boxeador Julio César Chávez con la detención de su hijo en California, Estados Unidos, que realizaron agentes de Inmigración y Control de Aduanas del Departamento de Seguridad Nacional de aquel país.
Chávez padre tiene un pedestal de gloria en la historia del deporte en México y es injusto que a raíz de un evento de aplicación de la ley se le pretenda descalificar la aportación para que el orgullo nacional fuera desplegado ante el mundo por obtener entre 1980 y 2005 títulos mundiales en 3 diferentes divisiones : súper pluma, ligero y súper ligero.
Frente al escándalo desmesurado que es materia prima de contenidos digitales muy distantes de ser periodismo ejercido con responsabilidad, estamos expuestos todos a que una situación jurídica sea desviada a la acusación infundada como acostumbran las fiscalías estadunidenses que primero acusan y después investigan.
El caso de Julio César Chávez júnior debe transitar en el terreno de fiscalías y jueces a través del debido proceso de acusación probada y defensa garantizada, aplicándole la sanción que corresponda sin que el juicio en medios digitales influya en la decisión de la justicia y la premisa de presunción de inocencia.
Poner a salvo a la leyenda que es el padre del acusado y llevar en los cánones jurídicos la situación que enfrenta el hijo permitirá desmarcar responsabilidades sin demérito del ejemplo a seguir que es púgil multicampeón. En ese punto medio puede ser templada la discusión que a manera de inquisición condena al descrédito a una familia completa.
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