En Sinaloa, las exportaciones de tomate a Estados Unidos no solo implican un negocio de millones de dólares: son también el epicentro de uno de los mayores movimientos migratorios internos del país. Cada temporada, de acuerdo a datos emitidos por el Congreso del Estado en Sinaloa, entre 200 mil y 400 mil trabajadores del campo, principalmente indígenas migrantes, se trasladan a los valles agrícolas para trabajar en los ciclos de cultivos.
De estos, de acuerdo al Programa Nacional de Jornaleros, aproximadamente 40 mil son niños y niñas de 0 a 14 años, de los cuales un aproximado de 25 mil son inmigrantes y 15 mil son locales.
Los trabajadores agrícolas se trasladan desde los estados más empobrecidos del sur de México, para incorporarse a los campos hortícolas del noroeste. Son en su mayoría personas indígenas que, como advierte el investigador Florencio Cuba Guzmán, huyen de la pobreza estructural y del abandono institucional de sus comunidades.
La llegada masiva de estos jornaleros ocurre entre noviembre y mayo, coincidiendo con la temporada alta de cultivo y exportación. Sin embargo, este año, el calendario de cosecha se superpone con otro evento que pone en jaque a toda la cadena productiva: el próximo 14 de julio, Estados Unidos aplicará una sanción por dumping al tomate mexicano del 20.91 por ciento, una medida que podría afectar la comercialización y encarecer la entrada del producto en el mercado internacional.
El impacto de esta decisión va más allá de las cifras de exportación. “La sanción no es solo contra el tomate, sino contra toda la economía agrícola que depende de él, y en el centro de esa estructura están los jornaleros migrantes”, advierte la doctora María Antonieta Barrón Pérez, economista e investigadora de la UNAM.
La migración indígena que sostiene la industria del tomate
En su tesis del 2017, El respeto y protección eficaz del derecho social de los indígenas trabajadores agrícolas en Sinaloa a partir de 1970, Florencio Cuba Guzmán detalla que más del 70 por ciento de la mano de obra agrícola en Sinaloa es migrante. De ellos, la mayoría proviene de Oaxaca y Guerrero, especialmente de municipios de alta marginación como Metlatónoc, Juxtlahuaca, Tlapa, San Martín Peras y Coatecas Altas. Los grupos indígenas más presentes son mixtecos, zapotecos, triquis, tlapanecos y nahuas.
Cuba Guzmán señala que la migración indígena se consolidó en el estado a partir de los años 50 y 60, cuando el boom hortícola sinaloense, sobre todo del tomate, creció tras el embargo estadounidense a las importaciones de Cuba. La agricultura empresarial implementó nuevas tecnologías, grandes obras hidráulicas y estructuras de exportación, pero no modificó las condiciones de precariedad de los trabajadores, que siguen laborando sin acceso a vivienda digna, servicios de salud, educación ni contratos laborales formales.
Dumping: un golpe al eslabón más débil
La doctora María Antonieta Barrón, especialista en comercio agrícola, advierte en entrevista para Revista ESPEJO que las sanciones por dumping amenazan con encarecer el producto mexicano, bajar su competitividad en Estados Unidos y forzar a las empresas a reducir costos. Para la especialista esto provoca, en términos concretos: menos jornaleros contratados, peores condiciones laborales y presión para abaratar la mano de obra
“Este no es un problema solo comercial, sino social. Si la industria pierde poder de negociación frente a Estados Unidos, es muy probable que los recortes se den sobre quienes menos pueden defenderse: los migrantes agrícolas”, señala Barrón Pérez.
En su escrito compartido para ampliar el análisis, la economista subraya que la economía rural del sur de México está tan desmantelada que la migración a los campos sinaloenses es casi la única opción para miles de familias indígenas. Por tanto, cualquier disrupción en la cadena exportadora del tomate repercute directamente en esas comunidades, aunque estén a mil kilómetros de distancia.
Migración pendular y exclusión estructural
La lógica migratoria que conecta el sur indígena con el norte exportador se ha convertido en una dinámica pendular. Al terminar la temporada hortícola en Sinaloa, los mismos trabajadores migran hacia Sonora y Baja California, especialmente a valles como Miguel Alemán, Hermosillo y San Quintín, donde también se produce tomate y otras hortalizas de exportación.
Esta movilidad constante no garantiza derechos ni acceso a servicios básicos. Como lo documenta Cuba Guzmán, los jornaleros no tienen seguridad social, enfrentan discriminación por su origen étnico y viven en condiciones de hacinamiento. Las niñas y mujeres indígenas, además, sufren violencias específicas de género, explotación y abuso.
“La agricultura de exportación en Sinaloa no podría sostenerse sin esta migración indígena, pero a la vez se niega a reconocer sus derechos como trabajadores y ciudadanos”, concluye el jurista.
¿Quién paga el precio del tomate?
La Corte de Comercio Internacional de Estados Unidos acusa al tomate mexicano de venderse por debajo del precio de producción, luego de que productores de Florida solicitaron una investigación por “dumping” tras observar una fuerte caída de los precios domésticos causados por importaciones mexicanas a bajo costo. Luego de una investigación encontraron evidencia de que los tomates mexicano se vendían en EE.UU. por menos de lo que costaban en México o de producción.
- Para la investigadora María Antonieta Barrón quienes realmente enfrentan precios injustos son los jornaleros que trabajan por menos de 200 pesos diarios, sin contrato, sin derechos y sin voz. Actualmente, la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos establece que a partir del 1 de enero de 2025 el salario mínimo general debe ser de 278.80 pesos y de 419.88 pesos en la Zona Libre de la Frontera Norte.
“En el caso del tomate rojo, en 2018 nadie ganaba el salario mínimo y la moda estaba entre 200 y 245 pesos, pero para 2021 los que recibieron un poco más de un salario mínimo representaron casi el 60 por ciento de los jornaleros”, explica la doctora en economía agrícola en un texto compartido a Revista ESPEJO.
Aun si los empresarios logran resistir el golpe del dumping, los más vulnerables seguirán siendo los mismos. Sinaloa, líder en exportación hortícola por sus estándares de calidad y tecnología, sostiene su lugar en el mercado internacional gracias a una fuerza laboral desechable e ignorada por las políticas públicas. En la entidad se han hecho esfuerzos por brindarles garantías, pero estás siguen siendo insuficientes ante las necesidades como el acceso a la salud y la seguridad, las que evidencían la urgencia de continuar proponiendo mejoras.
Más información sobre agricultura en Sinaloa:
Comentarios
Antes de dejar un comentario pregúntate si beneficia a alguien y debes estar consciente en que al hacer uso de esta función te adíeles a nuestros términos y condiciones de uso.