La amenaza de Estados Unidos de imponer un arancel del 20.91 % al tomate mexicano podría reducir las exportaciones del producto hasta en un 25 %, según estimaciones del Grupo Consultor de Mercados Agrícolas (GCMA). Esta caída en las ventas al exterior incrementaría la oferta interna, lo que a su vez presionaría los precios a la baja en el mercado nacional.
El arancel propuesto se da tras la expiración del Acuerdo de Suspensión de 2019, que evitaba sanciones comerciales a cambio de establecer precios mínimos para el tomate mexicano. Con el fin de ese acuerdo, el gobierno estadounidense retomó medidas proteccionistas, argumentando que México incurre en prácticas de dumping al vender por debajo del valor justo, lo que afectaría a sus productores locales, especialmente en Florida. Aunque el conflicto ha resurgido en 2025, forma parte de una disputa comercial histórica que lleva más de dos décadas sin resolverse.
Sin embargo, la mayor afectación sería para los consumidores estadounidenses, quienes tendrían que asumir el costo del impuesto de un producto que, por su mayor calidad, prefieren sobre el producido en Estados Unidos.
“La verdad es que los horticultores sinaloenses y mexicanos van a seguir exportando aunque pongan cualquier arancel, porque ese arancel lo va a absorber el consumidor norteamericano”, explicó la vicepresidenta del Colegio de Economistas del Estado de Sinaloa, María Manjarrez.
En ese sentido, la economista advierte que más que un tema coyuntural, asociado a los conflictos comerciales impulsados por el presidente estadounidense Donald Trump, existen circunstancias estructurales que los productores nacionales deberían atender para dejar de depender del mercado estadounidense, pues prácticamente todas las exportaciones de tomate mexicano se dirigen hacia aquel país.
Según cifras del Agricultural Marketing Service (AMS) de Estados Unidos retomadas por la Asociación Mexicana de Horticultura Protegida (AMHPAC), durante los últimos años los precios de exportación de las diferentes variedades de tomate enviados hacia Estados Unidos han mostrado una tendencia a la baja.
(Precio de exportación del Tomate Roma hacia Estados Unidos durante los últimos 10 años AMS-AHMPAC)
Aunque los precios varían según la variedad (bola, roma, cherry y grape), todas presentan un declive en años recientes.
Por ejemplo, durante lo que va del 2025, el tomate roma o saladette (el de mayor volumen de exportación), ha mostrado precios por debajo de los observados durante el 2024, con picos de alza mucho menos pronunciados.
Hasta la semana 28 del año, en 2024 el precio del tomate saladette fue de 21.34 dólares por cartón de 25 libras (11 kilos), para la misma semana del 2025 el precio alcanzó los 14.10 dólares.
En cuanto al tomate bola, el escenario es similar, con un precio promedio por debajo de los observador durante los últimos 4 años.
Medidas para no depender de Estados Unidos
Tras lo anterior, la economista propone una serie de medidas para transitar hacia un modelo menos dependiente de los ánimos del gobierno de Estados Unidos, con estrategias como la diversificación de mercados y el añadir valor agregado al producto, al transformarlo mediante procesos industriales.
Esta última situación, agregó, ya ocurre en Estados Unidos.
“En Estados Unidos el tomate no únicamente lo utilizan para la cocina, sino también lo están utilizando para medicamentos porque tiene el licopeno que sirve como antioxidante y también te sirve como tratamiento para el corazón”, señaló.
Además de esto, por sus características como antioxidante, el licopeno —un carotenoide no pro-vitamina A presente principalmente en el tomate— también tiene aplicaciones médicas en la prevención de diversos tipos de cáncer, especialmente el de próstata, así como en la reducción del riesgo de enfermedades cardiovasculares y en la protección de la piel contra el daño provocado por la radiación ultravioleta.
“Es un tema de innovación agrícola”, dijo.
La economista Maria Manjarrez explica que, según el Manual de Oslo, una guía internacional para la medición de la innovación elaborada por la OCDE y Eurostat, existen cuatro tipos de innovación, dos de estos de base tecnológica: la innovación de producto y la innovación de proceso.
Al respecto, señala que en el tema agrícola, además de la innovación de producto, como pueden ser el añadir valor agregado y transformar el tomate, la agroindustria sinaloense tiene un área de oportunidad en la innovación de proceso, sobre todo en la cuestión logística y la diversificación de mercados.
“Las de producto son de productos que pueden ser las semillas híbridas, y las de proceso son la forma de comercialización o las certificaciones para acceder a los mercados internacionales”, explicó.
“Yo creo que los productores aquí tienen que buscar industrializar ellos el producto, no venderlo así como materia prima. Si ellos logran, por ejemplo, hacer capsulas de Licopeno, podrían incrementar sus ganancias ya con producto procesado”, ejemplificó.
La economista advierte que la caída en el precio del tomate no es solo un tema del mercado internacional, sino que tiene que ver con un modelo productivo expuesto y frágil, y una estructura que favorece a los grandes exportadores, dejando a los pequeños en desventaja.
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