Culiacán, Sin.- A finales de los años noventa y principios de los dos mil, los arcades o maquinitas —como se les conoce en México— aún vivían su máximo esplendor. Se encontraban en casi cualquier abarrote, tiendita o tortillería de Culiacán.
Eran punto de reunión para niños y adolescentes de los barrios populares, quienes acudían tras concluir su jornada escolar. En aquel tiempo, las consolas como Nintendo (y sus derivados) seguían siendo un lujo reservado para los hogares más privilegiados.
Por eso, las maquinitas representaban una forma accesible de disfrutar los videojuegos, concentrando en torno a ellas principalmente a los varones de la colonia.
En esos años, los centros de videojuegos o maquinitas también se convirtieron en un modelo de negocio atractivo para emprendedores. No fueron muchos los empresarios que apostaron por este sector, pero aquellos que lo hicieron lograron un éxito notable en lo económico.
Tal vez el más grande de la capital sinaloense fue el que aún permanece dentro del supermercado Ley del Río.
Ese espacio logró reunir, en un solo sitio, los títulos más populares de la época. Destacaban los videojuegos japoneses como Street Fighter, The King of Fighters, Dragon Ball Z, Metal Slug o el legendario Marvel vs. Capcom, que, aunque presentaba personajes de Marvel, conservaba el estilo gráfico y característica de Capcom.
La demanda por estas maquinitas fue tan alta que era común ver fiestas infantiles celebrarse dentro del local. Incluso se ofrecían paquetes con diferentes precios según el número de invitados.
A finales de los 90, el funcionamiento de estas máquinas era mediante monedas o fichas, cuyo costo inicial rondaba los 50 centavos. Con apenas dos o tres pesos, un jugador podía permanecer hasta una hora, dependiendo de su habilidad con el juego.
Para los más pequeños también había juegos de competencia que entregaban tickets o boletitos canjeables por premios en un módulo especial. En muchos casos, eran los padres quienes jugaban por sus hijos, con la esperanza de acumular más boletos y así obtener un juguete de mayor valor.
Hoy en día, aquellas maquinitas han desaparecido. En su lugar, el espacio ha sido ocupado por máquinas de origen chino. El sitio se llama ahora Space Game, y aunque ha intentado renovarse, el público ya no es tan numeroso como antes.
Esta caída en popularidad puede explicarse por varios factores, principalmente por el auge de los teléfonos inteligentes, desde los cuales se pueden descargar tanto juegos modernos como clásicos. Es común que pasen varias horas sin que nadie se acerque al centro de videojuegos, que resiste con nostalgia al paso del tiempo.
Sin embargo, para quienes aún acuden a hacer sus compras al supermercado Ley del Río, el lugar evoca inevitablemente el recuerdo de una época que ya no está, pero que sigue viva en la memoria colectiva de una generación.
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