La cantidad de patrones en Sinaloa, personas físicas o morales que dan trabajo a una o más personas, viene cayendo desde el cierre de 2024. En el primer trimestre de 2025, el promedio mensual de patrones se redujo en 2,167 frente al mismo periodo del año anterior.
Este colapso coloca a Sinaloa como el segundo estado con la mayor pérdida anual de patrones registrados, con una variación de -5.0%, solo por detrás de Baja California.
El tamaño relativo de la contracción en Sinaloa duplica a la que se experimentó a nivel nacional, de -2.2%.
Menos empleadores en el estado implica menores oportunidades laborales para los sinaloenses, mayor informalidad y menor recaudación fiscal para el estado.
La comparativa muestra que desaparecieron, sobre todo, microempresas. Alrededor del 72% de la reducción al promedio corresponden a patrones con menos de 5 empleados, equivalente a 1549 microempresas menos. El resto se reparte entre pequeñas y medianas.
De acuerdo con el análisis publicado por el CODESIN, fueron Culiacán, Ahome y Mazatlán los municipios con la mayor disminución de patrones en el estado, con 777, 432 y 336 patrones menos, respectivamente.
La tendencia muestra que la pérdida anual de patrones se ha ahondado desde diciembre del 2024, que en comparación con el mismo mes del 2023, ya arrojaba un retroceso del -1.8%.
Todos los sectores económicos han sido afectados
Los datos muestran que los tres sectores económicos, y todas las actividades, han sido parte de la pérdida de empleadores. Liderando está el de comercio y servicios, con -1,546 registros en promedio mensual del tercer trimestre de 2025.
Sin embargo, el que perdió mayor porcentaje fue el sector primario, que al ser más pequeño se contrajo en -8.1%, con -294 registros.
La actividad con menos desaparición de empleadores fue la industria extractiva, que solo perdió 3 registros.
¿Por qué desaparecen los patrones?
Actualmente, la economía sinaloense experimenta una serie de situaciones que hieren al panorama económico y de negocios.
Entre las complejidades a las que la economía sinaloense se enfrenta, resaltan la sequía, la crisis de violencia y la falta de diversificación y fortalecimiento de los sectores productivos.
De acuerdo con datos del monitor de sequía de la CONAGUA, el 2024 fue el año en el que más municipios de Sinaloa padecieron de sequía excepcional, la más grave de la clasificación. Esto se tradujo en una reducción de hasta el 50% de la superficie sembrada en la pasada temporada para algunos productores del centro del estado.
La crisis de seguridad lleva hiriendo la actividad comercial de Sinaloa desde septiembre del 2024. Dichas afectaciones se ven reflejadas, por ejemplo, en los resultados del Índice General de Actividad Económica Estatal, que muestra una contracción de 6.78% a tasa trimestral. En la práctica, esto es el resultado de un menor consumo de productos y servicios, como lleva reportando el sector privado desde el inicio de la “guerra”.
El cuarto trimestre de 2024, que comprende los primeros meses del recrudecimiento de la narcoguerra, coincide con el peor desempeño en el Índice de Actividad Económica Estatal de Sinaloa para un cuarto trimestre desde 2014. El promedio anual fue el peor desde el 2021.
El Producto Interno Bruto de la entidad se desplomó en 3.9% anual en diciembre de 2024 frente al mismo mes del año anterior.
El arduo panorama económico propiciado por estas situaciones ha demostrado ser un desincentivo para la inversión, como muestra la contracción en el número de empleadores en los meses recientes.
¿Qué implica para Sinaloa la desaparición de patrones?
La vicepresidenta del Colegio de Economistas del Estado de Sinaloa, María Manjarrez, explica algunas de las consecuencias que podría traer a la entidad la disminución de empleadores.
“Desde el punto de vista del empleo, menos patrones implica mayores niveles de informalidad, sobre todo en áreas sensibles como la del sector servicios, comercio y la agroindustria. Esto también trae implicaciones en las unidades económicas, porque disminuye las aportaciones al IMSS y se recaudan menos impuestos, lo cual tiende a verse reflejado en mayores índices de inseguridad. La gente que no está trabajando puede salir a delinquir a ganarse un dinero”, dice a Espejo.
Para la economista, la más reciente caída en el número de empleadores en Sinaloa pone en evidencia problemas estructurales más profundos en el estado, como una debilidad en el entorno para hacer negocios, la inseguridad jurídica, una estrategia fiscal ineficiente y la pérdida de confianza por parte de las pequeñas y medianas empresas.
“El 98% de la economía está formado por pequeñas y medianas empresas, entonces esto es un fuerte golpe, sobre todo para Sinaloa, donde estamos pasando por inseguridad, por una narcopandemia que a todos nos está perjudicando de manera económica […]”, concluye Manjarrez.
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