Culiacán.- “Se dice que la mejor publicidad es el sabor”, se jacta Eufrosino Tenorio Juárez, un peculiar panadero de 77 años que ha sostenido su negocio por más de 40 años en la misma ubicación. Podría ser, tal vez, la panadería más underground de Culiacán.

Luego continúa: “Yo nunca he hecho publicidad, la misma gente ha recomendado mi pan”, comenta el también maestro de danza regional, con un doctorado en Artes y con más energía que nunca.

Esta sencilla persona es conocida simplemente como Pin, de hecho, su local se llama “Pan de Pin”, o Pin, Pan Integral Casero. La historia de esta panadería, compartida para Espejo, comenzó en la década de los 80’s cuando don Eufrosino llegó de la Ciudad de México especialmente a inaugurar una academia de yoga, un emprendimiento raro por esos años en Culiacán.

Es decir, abrir una panadería nunca fue de los planes de negocio inicial, esto se fue dando, precisa, circunstancialmente. La intención, de hecho, fue abrir uno de los primeros restaurantes de comida vegetariana en la capital sinaloense, algo también novedoso para la ciudad.

Eran las reminiscencias del new age que apenas se asentaban en esta región del noroeste de México y en Pin, también, encontramos uno de los pioneros en Culiacán.

La palabra underground del inicio refiere a que el Pan de Pin no se encuentra a la vista de todos, sobre la banqueta, como la mayoría de los negocios del primer cuadro de la ciudad. Es necesario ingresar por un largo pasillo sobre esa acera. Al fondo se alcanzará a ver una entrada de dos puertas de cristal atravesada por una mesa.

Sobre ella, una diversidad de panes creados por este personaje. Empanadas de piloncillo de pan integral, glaseados, roles de canela, conchas, bollos, cemitas integrales, todas producidas de manera artesanal diariamente.

“Cuando llegué a Culiacán yo fui invitado por una persona; yo estaba en una comunidad de yoga, éramos vegetarianos y había mucha disciplina. Entonces me invitaron a venir a poner un salón de yoga y dar clases. Conseguimos aquí enfrente, arriba de donde era la Librería México”, comenta.

“Ahí había una casa y ahí empecé a dar clases de yoga. Pero como siempre hablaba de la comida vegetariana, ahí yo quería vender comida pero no se pudo. Por casualidad conocí al dueño de enfrente, pero era puro terreno baldío, solo había un cuartito”, continúa al referirse a la calle Escobedo número 71, entre Álvaro Obregón y Carrasco, en el puro centro de Culiacán.

El restaurante se anunció en el periódico junto con el menú, que era un medio de comunicación de mucho alcance todavía por esos años, y al principio acudió mucha gente:

“Pero no fue fácil. Poner un instituto, iniciar todo esto. Fue un proceso muy difícil”, describe.

A Pin le pareció extraño servir sus platillos de la mano de tortillas, por lo que comenzó a experimentar con masa para que la comida fuera acompañada por pequeños bolillos.

“Ahora en YouTube hay muchas formas de hacer pan, yo ahí nada más empecé a inventar y logré de alguna forma hacer un panecito para la comida, entonces, en vez de dar tortilla daba panecitos. Y luego alguien me dijo, por qué no haces unas empanadas de piloncillo. Y también, empecé a buscar la forma de hacer la masa un poco más dulce. Y me salió”, explica.

“Repito, no fue nada fácil, fue ver que me salga y que no me salga, nunca había hecho pan. Yo no me considero un panadero, yo soy un todólogo”, precisa.

El restaurante operó unos 5 o 6 años. Luego lo reubicó por la calle Andrade pero ya no funcionó, no pegó. Sin embargo, para entonces, la gente le estaba pidiendo más pan que comida. Pin ya se había hecho de clientes, era distribuidor de algunos restaurantes y vendía más de mayoreo que en un local fijo.

Fue cuando pensó en abrir su panadería; para ello regresó al local donde tuvo su fonda vegetariana. Eran inicios de los 90’s y así se ha mantenido.

“Después de la devaluación del peso de 1994 sí empezamos a mejorar. Se vino una temporada en la que la gente que empezó a comprar aquí, era porque venían con un homeópata que hay arriba; llegaban o salían y olían el pan. Ya los negocios de acá afuera empezaron a venir, todo lo demás es historia”, menciona.

“Gracias a Dios”, como dice Eufrosino, el “Pan de Pin” actualmente es muy conocido. Incluso ha tenido propuestas de inversionistas para expandir la panadería pero no lo han convencido. Dice que sus planes de crecimiento son más espirituales que económicos. “Este es mi modus vivendi”, señala.

“La panadería es bien noble. Trabajar con harina, azucarar, con aceite, es agradable. A mí me encanta meterme a la cocina, acabo de cumplir 77 años: es parte de mi vida hacer pan”.

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