Por Steven Dudley / InSight Crime

El primer cuerpo fue encontrado por la mañana. El hombre había sido baleado y asesinado. Sus manos y pies estaban atados. Para las horas de la tarde, al menos ocho personas más estaban muertas. Al siguiente día, se hallaron hasta doce cuerpos más, y al final del día, la cifra ascendió a 22.

La ola de asesinatos ocurrida entre el 9 y 10 de julio en Juárez fue conocida como el “Jueves Rojo”, y para las autoridades con las que InSight Crime conversó sobre la violencia, hubo una respuesta simple: los grupos criminales luchaban por los mercados locales de drogas, específicamente por el tráfico de metanfetaminas.

Sin embargo, no fue el único brote violento de los últimos meses en la región, que sigue siendo uno de los corredores criminales más importantes del país. En las afueras de Juárez y más allá, también se observaron señales preocupantes: enfrentamientos entre facciones criminales, más cuerpos y mensajes amenazantes escritos en cartones. En un panorama más amplio, la lucha parecía ser un reflejo de un terreno criminal en transformación, uno en el que una vieja guardia criminal estaba siendo reemplazada por una nueva. Todo esto en medio de una economía criminal cambiante.

Un nuevo mapa criminal

 

Si se le pregunta a la mayoría de los juarenses, “la guerra” comenzó en 2008. El Cartel de Sinaloa, aprovechando las fisuras del Cartel de Juárez, lanzó una ofensiva en la ciudad. Su primer objetivo fue la policía local, a la que consideraban como el núcleo de La Línea, el ala militar del Cartel de Juárez,. Los siguientes objetivos fueron el Barrio Azteca, una poderosa banda carcelaria y otro aliado clave del Cartel de Juárez.

Los siguientes años fueron un torbellino de batallas sangrientas y cuerpos en las calles. Entre 2008 y 2011, más de 10,000 personas fueron asesinadas en lo que los medios, académicos y organizaciones no gubernamentales comenzaron a llamar la “capital mundial del asesinato”. Además de las organizaciones criminales, cuyos números superaban los 10,000 en las calles y en las prisiones de la ciudad, más de 7,000 policías federales y fuerzas militares se unieron al conflicto, alterando el mapa criminal.

Para 2013, la violencia se había reducido cinco veces desde su pico en 2010, y la mayoría de los expertos declararon al Cartel de Sinaloa como el “vencedor”. Pero esa pax mafiosa no perduró. A mediados de la década de 2010, la violencia comenzó a resurgir y, aunque no alcanzó los niveles de 2010, llevó a Juárez a ocupar nuevamente los primeros lugares de los municipios más violentos del país, posición en la que se mantiene hasta hoy.

Las autoridades culpan a la disputa por el mercado de metanfetaminas por la violencia reciente. Cuando InSight Crime preguntó al Secretario de Seguridad Municipal, César Omar Muñoz, cómo sabía que los asesinatos estaban relacionados con el tráfico local de drogas, respondió que la información provenía directamente de varios de los presuntos asesinos que su equipo había entrevistado. El Ministro de Seguridad del estado de Chihuahua, Gilberto Loya, corroboró este análisis con información de primera mano. El análisis también coincide con lo que InSight Crime escuchó repetidamente de organizaciones no gubernamentales que monitorean la seguridad en la ciudad.

Sin embargo, el escenario se complejiza en el nivel del narcomenudeo en las calles. Si bien gran parte de la violencia se concentra en áreas donde se venden o consumen metanfetaminas, no parece estar relacionada con un grupo tratando de apoderarse del territorio de otro para vender la droga. En cambio, un grupo parece estar enfocado principalmente en suprimir la venta y consumo de metanfetaminas, buscando mantener el control territorial en sus áreas de influencia.

Ese grupo es “La Línea”, la misma organización que fue el brazo armado del Cartel de Juárez. Aunque cuenta con pocos de los miembros clave que tenía durante la guerra con el Cartel de Sinaloa, ha reemplazado en gran medida al Cartel de Juárez como la fuerza dominante en la ciudad, junto con su aliado, el Barrio Azteca.

Las razones de La Línea para intentar suprimir la venta y consumo de metanfetaminas son varias, según los funcionarios y fuentes no gubernamentales mencionados. En primer lugar, La Línea no tiene acceso directo a la droga. Además, consideran que el consumo de metanfetaminas genera más problemas sociales, lo que atrae mayor atención de las autoridades y afecta su negocio. También, la metanfetamina destruye más rápidamente su base de clientes en comparación con otras drogas, como la heroína, que los usuarios pueden consumir durante décadas.

De hecho, la heroína, junto con la cocaína, el crack y la marihuana, está permitida en los territorios dominados por La Línea y sus asociados locales, como el Barrio Azteca. Esto incluye el centro de la ciudad a lo largo de la frontera con los Estados Unidos y se extiende hasta los principales distritos nocturnos y barrios más acomodados hacia el este. (Sin embargo, la cocaína ha sido desplazada en gran medida por la metanfetamina, otra razón por la cual La Línea puede estar tan decidida a suprimir ese mercado.)

Mientras tanto, el borde sur y suroeste de la ciudad, a lo largo de la frontera, donde se han producido la mayoría de los asesinatos recientes, está controlado por el Cartel de Sinaloa y sus asociados locales, los Artistas Asesinos. La tendencia de homicidios centrada en esta área ha estado presente durante años, según un grupo local no gubernamental que monitorea la seguridad, lo que refuerza el análisis de que la violencia y el microtráfico están íntimamente relacionados con el esfuerzo de La Línea y sus aliados por suprimir el consumo de metanfetamina.

Aún así, la venta de drogas locales es solo una de las economías criminales en disputa. Además, las alianzas criminales en Juárez parecen estar en constante cambio.

Un auge migratorio y un nuevo jugador

 

En los últimos años, Juárez se convirtió en un corredor clave para el tráfico de migrantes hacia Estados Unidos. Las ganancias de esta actividad rivalizan con las del narcotráfico, lo que alteró dramáticamente la economía criminal. Además, los delitos relacionados con el tráfico de migrantes no se persiguieron ni se procesaron en México y Estados Unidos con la misma intensidad que el narcotráfico, lo que los hacía aún más atractivos.

El primer gran grupo criminal de Juárez que se dio cuenta de que podía hacer millones con relativamente poco riesgo fueron los “Mexicles”. Durante la guerra, este grupo se asoció con el Cartel de Sinaloa, y durante años, el grupo tuvo una presencia importante en la prisión de la ciudad, una sede operativa clave para los criminales de Juárez.

A principios de la década de 2020, siguiendo a su líder encarcelado, Ernesto Alfredo Piñón de la Cruz, alias “El Neto”, comenzaron a trabajar de manera independiente, apartándose del Cartel de Sinaloa. Lo más importante fue que tomaron el control del tráfico local de migrantes y comenzaron a cobrar entre US$ 5,000 y $10,000 para llevar personas a Estados Unidos, según indicó Loya a InSight Crime. También secuestraron a decenas de migrantes y generaban ganancias por el rescate.

Los ingresos fueron astronómicos. Los analistas del gobierno estatal de Chihuahua estimaron que el mercado de tráfico de migrantes de Juárez solo generaba hasta US$ 100 millones al mes. Y Loya dijo que, por un tiempo, el tráfico de migrantes fue más lucrativo que el narcotráfico internacional en Juárez. Además, redujeron aún más el ya bajo riesgo legal empleando a decenas de menores de edad para trabajar como “polleros”, cruzando pequeños grupos hacia Estados Unidos, donde rara vez se les procesaba.

Por su parte, los Mexicles utilizaron sus ganancias para expandirse. En un área al sureste de la ciudad, a lo largo de la frontera con EE. UU., formaron la Organización Criminal Independiente Mexicle (OCIM). El Ministro de Seguridad Loya dijo que se enteraron de la nueva facción cuando las autoridades estadounidenses les informaron que un grupo criminal llamado OCIM-50 había secuestrado cinco camiones de una empresa prominente que se dirigían al cruce fronterizo municipal.

Para diluir el creciente poder de los Mexicles, el gobierno estatal de Chihuahua decidió trasladar a decenas de miembros clave de los Mexicles, entre ellos Neto, a otras prisiones del estado. Los Mexicles respondieron ante la amenaza. En agosto de 2022, organizaron un motín dentro y fuera de la prisión en un intento fallido por escapar. El “Jueves Negro”, como se le llamó, dejó 11 muertos. El 1 de enero de 2023, lo intentaron nuevamente, y esta vez, Neto escapó junto con otros 30. Diecisiete personas fueron asesinadas, entre ellas guardias, prisioneros y civiles. Pero en los días siguientes, la policía dio con la mayoría de los prisioneros, incluido Neto, quien fue abatido en Juárez, según las autoridades.

Para ese entonces, un nuevo grupo que se hacía llamar “La Empresa” había surgido. El origen de La Empresa es incierto. El Secretario de Seguridad de Juárez, Muñoz, dijo que se trataba de un grupo escindido del Barrio Azteca; el Secretario de Seguridad de Chihuahua, Loya, indicó que era una escisión de La Línea y tal vez incluso una creación de los antiguos miembros del Cartel de Juárez, preocupados porque La Línea los estaba excluyendo completamente del negocio.

Es importante destacar que, según Loya, el líder de La Empresa es Gerardo Santana, alias «300». Hasta finales de la década de 2010, Santana fue descrito como el líder del Barrio Azteca y, según Border Report, el FBI ha señalado que los antiguos líderes de la banda crearon La Empresa.

Lo que está claro es que, a medida que el poder de los Mexicles disminuía, La Empresa tomó control de una buena parte de la industria del tráfico de migrantes, expandiendo su dominio en el histórico corredor para este lucrativo mercado criminal y empujando lo que quedaba del Barrio Azteca, que tradicionalmente había controlado esta área, hacia una pequeña sección de la ciudad. Y parte de la violencia ocurrida en el “Jueves Rojo” tuvo lugar en áreas bajo su control. También se unieron a los Mexicles para atacar a los Artistas Asesinos en la parte sur de la ciudad, indicó Loya. Al igual que sus contrapartes, aumentaron su presencia en la prisión local.

Tras la llegada del nuevo presidente de EE. UU., Donald Trump, el tráfico de migrantes se detuvo, pero La Empresa y otros siguieron trabajando, incursionando en otros negocios. Entre ellos, el secuestro, que aumentó brevemente en abril y mayo, mientras los soldados inactivos de La Empresa y otros grupos criminales trataban de compensar los ingresos perdidos y mantener intactas sus estructuras criminales. Pero después de una serie de arrestos, La Empresa parece estar regresando al tráfico local de drogas y podría estar apuntando al mayor premio de todos: el control del corredor internacional de drogas de Juárez.

La batalla se extiende por Chihuahua

 

Fue en 2024 cuando las autoridades de Chihuahua se dieron cuenta de que tenían un nuevo problema. El 8 y 9 de septiembre, seis personas fueron asesinadas en diferentes partes del Triángulo de Ojinaga, que incluye las ciudades fronterizas de Ojinaga, Manuel Benavides y Coyame. En los días siguientes, las autoridades capturaron a siete sospechosos, uno de los cuales les dijo que era de Durango, según Loya, estado que se encuentra a unos 800 kilómetros de distancia.

La información fue una señal promisoria de que una guerra más amplia entre carteles estaba estallando en el estado. Los grandes jugadores eran similares: La Línea contra el Cartel de Sinaloa. Pero detrás de esos nombres estaban las nuevas facciones. La Línea se autodenominaría, en un mensaje posterior dejado junto a los cuerpos de 11 víctimas más en la misma zona, el Nuevo Cartel de Juárez.

La facción del Cartel de Sinaloa fue identificada como “Los Cabrera”. Loya dijo que eran miembros del clan Cabrera Sarabia, una poderosa familia con conexiones políticas y criminales con base en Durango que el Departamento del Tesoro de Estados Unidos designócomo capos en 2015. Su objetivo, según Loya, era establecer rutas para el contrabando tanto de drogas como de humanos a través de Ojinaga.

Pero La Línea está resistiendo. Además de los 11 cuerpos que dejó cerca de Ojinaga, en enero el grupo ejecutó ataques a posiciones rivales en Guadalupe y Calvo, un municipio en el extremo sur de Chihuahua.

El “ojo por ojo” puede extenderse aún más. En julio, otro clan-facción del Cartel de Sinaloa conocido como “Los Salazar” presuntamente atacó con drones a La Línea en Moris, un municipio de la parte occidental del estado.

De vuelta en Juárez, hay preocupación de que Los Cabrera estén buscando aliados para intentar penetrar la ciudad y asegurar otro corredor criminal. Las autoridades dijeron que entre sus posibles aliados se encuentran los Artistas Asesinos. Junto con La Empresa y La Línea, se están dibujando las líneas de batalla para otra guerra en Juárez, que será por mucho más que el mercado local de metanfetaminas.

* Reportaje adicional de Victoria Dittmar.