Por Vanessa Briseño / @nevervb

Desde su labor como colectiva, Barbies Testeadoras del Bajío plantea una crítica frontal a los discursos que alimentan el miedo en torno al consumo de sustancias. A través de espacios de diálogo, formación y análisis, buscan desmontar los mitos que se reproducen desde instituciones, medios y campañas oficiales.

En entrevista con ZonaDocs, al hablar sobre los vínculos entre desinformación, salud y políticas de drogas, señalaron que la circulación de información falsa o distorsionada ha sido históricamente funcional a intereses políticos y económicos. “La desinformación es una herramienta que a las personas que tienen poder y dinero le sirve para sus fines. Entonces, dentro de ellas está el tema de las drogas”, comentó Mariana Mora, integrante de la colectiva.

Mencionaron cómo estos relatos han fomentado pánicos morales que habilitan respuestas autoritarias bajo la promesa de protección. Agregaron que, aunque reconocen la presencia real de sustancias como el fentanilo en el mercado ilícito, insisten en que “hay otras formas de atender la salud… que no son basadas en el castigo, que no son basadas en la vigilancia, sino respuestas basadas más en la salud y en los derechos humanos”.

Como parte de su trabajo, Barbies Testeadoras promueve una cultura de consumo que prioriza el placer, el cuidado y la construcción colectiva de saberes, alejándose de los discursos centrados en la culpa, la vergüenza o la responsabilidad individual como medida única. Compartieron que han experimentado con diversas estrategias, algunas más útiles que otras, y que uno de sus principales retos ha sido hacer accesible la información sin caer en tecnicismos que pueden resultar confusos o poco cercanos.

Consideran lo comunitario como una pieza clave dentro de estas estrategias, así lo señaló Laeriza, integrante de la colectiva: “Lo que más sirve es lo comunitario. Platicar con tus amigos, compartir la información que tú sabes a partir de la experiencia, lo que a ti te ha servido”. Así mismo, mencionó que apuestan por generar espacios donde se reconozcan los contextos compartidos, se intercambien tácticas y se construyan formas de consumo voluntarias y seguras que no estén determinadas por discursos normativos o moralizantes.

En ese sentido, la idea del taller “Hackeando el fascismo: desinformación, salud y políticas de drogas”, organizado en conjunto con El After y La Testería, surgió a partir de una experiencia previa en el aula, cuando Mariana fue invitada a suplir a un docente en clases de psicología social en el ITESO. En ese espacio compartió con estudiantes una metodología a la cual se había acercado, en ese momento,  recientemente: el hackeo cultural.

A partir de esa clase, donde se analizaron las narrativas sobre drogas y su función social, se consolidó la intención de llevar la experiencia a un formato más amplio y colectivo. Con el tiempo, y en colaboración con Rebeca Calzada, presentaron la propuesta a una convocatoria de financiamiento y desarrollaron una versión más robusta, que incluyó contenidos sobre salud y enfoques orientados a actores clave en la circulación de la información.

El nombre del taller responde directamente a esa metodología y a la necesidad de intervenir en los discursos que sostienen políticas punitivas y autoritarias. “La metodología que se llama hackeo cultural, tiene que ver con eso, con entender las narrativas que hay en torno a un tema e intervenirlas: hackearlas”, remarcó Mariana.

Desde su análisis, detectaron cómo las políticas de drogas han sido utilizadas como vehículos para justificar medidas de corte fascista, como la militarización de fronteras o el endurecimiento del control sobre poblaciones que no necesariamente están vinculadas al consumo, como personas migrantes. Señalaron que fenómenos como el discurso del fentanilo impulsado por el gobierno de Trump revelan la manera en que los relatos en torno a las drogas se articulan con otras formas de violencia institucional.

Bajo esa lógica, el taller fue concebido como un espacio para compartir una “caja de herramientas” que permita a las personas participantes analizar críticamente las narrativas que sostienen la llamada “guerra contra las drogas”. A través de materiales escritos, información técnica y un análisis histórico, buscan ofrecer elementos para entender desde cuándo se construyó este enfoque, a quién beneficia y cómo se relaciona con intereses geopolíticos: “Lo que buscamos es ofrecerle a la gente herramientas para verlo desde otro lado”, explicó Mariana.

El objetivo es que estas herramientas puedan trasladarse a los espacios de incidencia de quienes asistan, entre quienes se encuentran activistas, docentes, periodistas, defensores de derechos humanos y comunicadores. Consideran importante que cada persona pueda crear su propio criterio, tomar lo que le resulte útil y seguir reflexionando colectivamente desde sus propios contextos.

Igualmente, consideran que una de las claves para hackear el miedo, el prejuicio y el castigo como respuestas predominantes al consumo es intervenir las emociones políticas que generan las narrativas en torno a las drogas, así lo explicó Mariana. También señaló cómo ciertas palabras no solo producen miedo, sino que también motivan decisiones concretas, como votar por quienes prometen erradicar “el problema” o justificar actos de violencia contra personas usuarias. “Las emociones no se quedan solamente en nosotros, sino que nos hacen actuar y tomar decisiones”, afirmó.

A partir del hackeo cultural, buscan crear narrativas que generen emociones distintas, como solidaridad, compasión o esperanza y que abran espacio para comprender al otro más allá de estigmas o culpabilizaciones individuales. Esto implica descomponer discursos simplistas y reconocer las condiciones estructurales que atraviesan tanto a las personas usuarias como a quienes forman parte del mercado ilícito en sus eslabones más bajos.

La apuesta, es por “narrativas más complejas” que permitan mirar desde otro lugar y nombrar desde otras palabras. Remarcaron que su intención no es promover el consumo, sino reconocer que ya existe y abordarlo desde otro lugar. “Queremos seguir generando estos espacios de diálogo, de pedagogía”, finalizaron.

“Hackeando el fascismo” es un taller completamente gratuito que tendrá lugar el 25 de agosto de manera virtual y aunque el periodo de inscripción ya está cerrado, si deseas conocer más acerca de la labor de Barbies Testeadoras del Bajío o estar al tanto de nuevas actualizaciones puedes visitar su perfil de instagram: @barbies_testeadoras_del_bajio , así como en su cuenta alterna @btesteadorasbajio.