Por Redacción de La Verdad Juárez
“Estuvimos cautivos 60 días. Me golpearon en la cabeza, me sacaron una muela y me metieron una pistola en la boca para tomar fotos y llamar a uno de mis hijos en Estados Unidos” relata un hombre venezolano varado en Ciudad Juárez. “Mi hijo y mi yerno pagaron el rescate y nos liberaron”.
Ahora, dice el hombre “no sabemos qué hacer”. Su plan era irse a Estados Unidos, donde el resto de su familia los esperan, pero por las políticas antimigrantes del gobierno de Donald Trump se encuentran varados en esta frontera de México.
Su caso es uno de los centenares de migrantes víctimas de la violencia que la organización Médicos Sin Fronteras (MSF) atendió en el último año y que incluyó en su reciente informe donde denuncia el “devastador impacto” de los cambios de política migratoria de Estados Unidos en México y América Central.
La organización informó de que entre enero de 2024 y mayo de 2025 atendió a casi 3 mil víctimas y sobrevivientes de violencia sexual y brindaron casi 17 mil consultas individuales de salud mental, la mayoría de ellas motivadas por eventos violentos como tortura, secuestro, extorsión, robo, trabajo forzoso y explotación sexual.
El informe de MSF, Rechazados. El devastador impacto humano de los cambios de política migratoria en Estados Unidos, México y América Central, muestra cómo los recientes cambios en las políticas han erosionado el derecho a solicitar asilo y han dejado a muchos migrantes y solicitantes de asilo varados sin un lugar seguro adonde ir, atrapándolos en un ciclo de violencia física, emocional e institucional.
“Muchos se encuentran en un limbo: ¿Qué voy a hacer ahora? Después de vivir situaciones de violencia en su país de origen, a lo largo de la ruta migratoria y en México, finalmente llegan a Ciudad Juárez para volver a vivir violencia…” relata Daniel Bruce, referente médico de MSF en esta comunidad fronteriza, a donde la organización desplegó su personal desde principios de este año.
El informe se basa en el análisis de datos médicos de MSF y entrevistas con pacientes de diversas nacionalidades en diversas etapas de su migración, así como con personal de MSF que trabaja a lo largo de la ruta migratoria en Panamá, Honduras, Guatemala y México.
Un mapa de MSF brinda información sobre las zonas donde las personas migrantes pueden acceder a servicios básicos, a lo largo de la ruta migratoria en México. Fotografía: Adri Salido / MSF
Atrapados en un ciclo de violencia
“En su primer día de regreso al cargo, el 20 de enero de 2025, el presidente estadounidense Donald Trump emitió una serie de órdenes ejecutivas relacionadas con la inmigración que transformaron de inmediato el panorama migratorio en la frontera sur de Estados Unidos y a lo largo de la ruta migratoria”.
“El endurecimiento de la política y del discurso estadounidense han influido directamente en otros Gobiernos de la región. Los cambios han sido múltiples y de gran alcance, y su impacto a menudo perjudicial, aunque no sea siempre visible”, señala en su informe MSF
En los cruces fronterizos oficiales hacia Estados Unidos en el norte de México, la afluencia de migrantes, que se había mantenido alta durante años, se desaceleró en el segundo semestre de 2024, antes de experimentar una aceleración a finales de año y una fuerte disminución en 2025.
Frente a este panorama, el informe señala que es difícil estimar la cantidad real de personas que ahora están atrapadas en México. En Tapachula, ACNUR estima que alrededor de 20 mil personas están varadas, mientras que estimaciones de MSF ponen la figura más cerca de las 10 mil y una figura similar en el resto del estado de Chiapas.
En Ciudad Juárez, se calcula que antes de enero alrededor de 20 mil personas solían llegar mensualmente, así que los equipos de MSF asumen que una cifra similar está varada.
Daniel Bruce, referente médico de MSF en Ciudad Juárez comparte que los traficantes de personas siguen ofreciendo paquetes de viaje para rutas clandestinas en redes sociales como TikTok. Algunas personas que se encuentran varadas desean continuar y llegar a su destino, pero no saben cómo, lo que les obliga a tomar rutas más inseguras y caen en manos del crimen organizado.
Los albergues, a menudo gestionados por organizaciones religiosas, fueron el principal lugar de acogida para las personas en tránsito, pero ahora son menos atractivos para personas atrapadas en México, parcialmente por miedo a ser arrestadas o deportadas. Además, los albergues ponen límites a la duración de las estadías.
Los equipos de MSF regularmente realizan clínicas móviles en albergues y mientras que su ocupación máxima fue excedida durante la mayor parte del 2024, en la primera mitad del 2025 la ocupación cayó al 20 por ciento en Tapachula, 5-10 por ciento en Ciudad Juárez y aún menos en Reynosa y Matamoros, se documenta.
“Muchos de aquellos migrantes que permanecen en Ciudad Juárez se están moviendo a áreas más marginalizadas en la periferia de la ciudad, donde es más barato rentar un cuarto, pero el acceso a servicios como agua, saneamiento o electricidad es más precario”, señala Bruce.
Para muchos, regresar a su país no es una opción, ya sea por falta de recursos económicos o por miedo a lo que huyeron en primer lugar, como las crisis políticas y económicas en Venezuela o Cuba, la violencia generalizada en Haití, el conflicto en las regiones periféricas de Colombia, o las amenazas de grupos criminales y la falta de oportunidades en Ecuador y otros países centroamericanos.
La crisis migratoria en México y Centroamérica ha sido impulsada por decisiones políticas deliberadas que restringen sistemáticamente el acceso a la protección y aumentan los riesgos a los que se enfrentan las personas en busca de un lugar seguro, consignan, por lo que MSF insta a los Gobiernos en el continente “a que renuncien a las tácticas de disuasión y abandono ante la migración y, en su lugar, implementen políticas humanas que garanticen el acceso al asilo, la atención médica y la protección”.
También recomiendan mantener la ayuda humanitaria a lo largo de la ruta migratoria para garantizar un mínimo bienestar de los migrantes, debido a que ésta enfrentó un reducción global catalizada por la desfinanciación y el posterior cierre de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) y la suspensión de la mayoría de los programas que apoyaba.
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