Escrito por Pro Natura
En la costa norte de Nayarit, donde el río Santiago se funde con el Océano Pacífico, hay un sitio de 368 hectáreas que alguna vez fue terreno ganadero, pero que hoy se ha convertido en un refugio para uno de los ecosistemas más frágiles y valiosos del planeta y un animal en peligro: el manglar y el jaguar.
Este lugar se llama “La Papalota” y su historia, como la del propio ecosistema que protege, es una lección de resistencia, agradecimiento a la naturaleza y de colaboración comunitaria.
Al frente está Ignacio Vallarta Chan, a quien suele llamársele “Nacho” por elección. Es un hombre que cuenta que nunca se imaginó sembrando mangle y mucho menos cuidando jaguares.
“Para mí el manglar era para el pescado zarandeado, para las palapas, para las balsas de los ostiones, pero le entramos a este reto”, cuenta Don Nacho, quien es Vicepresidente de Pronatura Noroeste en Nayarit.
La Papalota fue durante generaciones tierra ganadera. En 2007, una convocatoria de la Comisión Nacional Forestal (CONAFOR) sobre proyectos de manglar cambió todo.
“Lo que empezó como un proyecto de recursos, se volvió un compromiso con la vida silvestre”, admite Don Nacho, pues la idea inicial fue la de reproducir 10 mil plantas de mangle para obtener recursos utilizando el predio de La Papalota, pero al conocer de fondo que se trataba de un proyecto que ayudaría a la sostenibilidad de la región, su propósito personal cambió.
En el primer intento fracasó, pero no se rindió. Seis meses después, con ensayo y error, logró producir no 10, sino 12 mil plantas.
Fue una reforestación pionera que reunió a más de 300 personas, quienes convirtieron a La Papalota en un vivero para otros ejidos, multiplicando la restauración de manglares en Marismas Nacionales.
“De esto se trata, de conocer, apasionarse y conservar”, resume Nacho, quien pasó de ser agricultor a defensor del ecosistema.
La Papalota: un área protegida
En 2008, la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP) identificó el valor ecológico del sitio: manglares, selva baja caducifolia y matorral espinoso, tres ecosistemas raramente juntos.
En un principio hubo temor por perder la propiedad, pero para ese momento ya había un mayor compromiso con la naturaleza, fue así que aceptaron convertir el predio en un Área Destinada Voluntariamente a la Conservación (ADVC).
Ese compromiso lo cambió todo: se prohibió el corte de mangle, se instaló vigilancia comunitaria, se hicieron campañas de reforestación escolar y se involucró a actores clave como Pronatura Noroeste.
“La gente empezó a respetar. Ya no se meten como antes, ni cortan ni destruyen el mangle”, asegura Nacho.
Una sorpresa felina en La Papalota
En 2013 se tuvo una gran sorpresa. Una cámara trampa colocada por CONANP captó la silueta de un jaguar. Días después, uno de los hijos de Don Nacho, con una cámara sencilla, fotografió al mismo felino en libertad. Fue la primera imagen en vida silvestre registrada en la zona.
A partir de ese momento, comenzó un monitoreo sistemático, con apoyo de Pronatura Noroeste y la Universidad Autónoma de Nayarit, cuyos resultados iniciales no fueron tomados en serio por autoridades, pero la constancia ayudó a revelar algo más importante: La Papalota no era solo zona de paso, era territorio jaguar.
Se han identificado al menos cuatro individuos al año, incluidas hembras con crías, en un espacio donde, según estudios hechos en México sobre zonas de jaguares, apenas cabría uno.
“Esto rompe con todo lo que dicen los libros”, comenta Don Nacho, orgulloso de que aquel jaguar que se pudo observar en 2013 marcó un hito en la región, tanto que se convirtió en noticia estatal y despertó el interés de investigadores.
Sin embargo, la presencia continua del jaguar ha puesto a La Papalota en el centro de una misión mayor: conservar el corredor biológico entre Sinaloa y Nayarit, el cual se ha ido fragmentando por la expansión urbana, el cambio de uso de suelo, las granjas camaroneras y el impacto acumulado de las presas sobre el río Santiago, que detienen los sedimentos y erosionan la costa.
Ahora se ensayan soluciones para la conservación de la región, incluso se habla de un proyecto conjunto con National Geographic, de alianzas con académicos, de reforestaciones incluso en escuelas, y del rol del manglar como defensa ante el cambio climático.
“Antes nadie hablaba de manglares, ahora hasta la CONABIO viene a estudiar con drones e inteligencia artificial”, dice Don Nacho con una sonrisa.
La mayor satisfacción de este hombre no es que lo reconozcan, sino que sus hijos y su comunidad se hayan apropiado del proyecto.
Este trabajo fue realizado por Pro Natura. Para consultar el contenido original, dar clic aquí
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