Por Jeremy McDermott

¿El Tren de Aragua es una organización terrorista empeñada en invadir Estados Unidos o es una fuerza criminal debilitada utilizada como una excusa para atacar al régimen venezolano? Estas dos descripciones, diametralmente opuestas, son las que presentan Estados Unidos y Venezuela, respectivamente.

Donald Trump utilizó la amenaza del Tren de Aragua durante su exitosa campaña presidencial en 2024, citando a la banda venezolana como ejemplo de organizaciones criminales extranjeras que amenazan a Estados Unidos. También usó al Tren de Aragua para reforzar su llamado a las deportaciones masivas.

Al asumir la presidencia en enero de 2025, Trump no perdió tiempo en declarar a la banda venezolana, junto a otros grupos, como una organización terrorista extranjera y “una amenaza inusual y extraordinaria para la seguridad nacional, la política exterior y la economía de Estados Unidos”.

En marzo, invocó la Ley de Enemigos Extranjeros de 1798, una normativa rara vez utilizada, para acelerar la deportación de migrantes que, según él, eran miembros del Tren de Aragua. Trump insistió en que la banda venezolana estaba “perpetrando, intentando y amenazando con una invasión o incursión hostil contra el territorio de Estados Unidos”.

Luego, en julio, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos sancionó a la cúpula del Tren de Aragua, encabezada por Héctor Rusthenford Guerrero Flores, alias “Niño Guerrero”, por quien se ofrece una recompensa de US$5 millones, y Yohan José Romero, alias “Johan Petrica”, con una recompensa de US$4 millones. El comunicado aseguró que el Tren de Aragua “continúa expandiéndose”.

En agosto, la recompensa por información que llevara a la captura del presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, se elevó a la histórica cifra de US$50 millones. La fiscal general de Estados Unidos, Pam Bondi, justificó este récord asegurando que “Maduro utiliza organizaciones terroristas extranjeras como el Tren de Aragua, el Cartel de Sinaloa y el Cartel de los Soles para introducir drogas letales y violencia en nuestro país”.

Las afirmaciones sobre el Tren de Aragua provenientes de funcionarios en Venezuela no podrían ser más distintas.

En julio de este año, Maduro afirmó en un acto policial que Venezuela había “acabado con el Tren de Aragua”.

En 2024, el canciller venezolano, Yván Gil, declaró que el Tren de Aragua ya no existía.

“Hemos demostrado que el Tren de Aragua es una ficción creada por los medios internacionales para crear una etiqueta inexistente”, dijo.

Estas declaraciones se sumaron a las del fiscal general, Tarek William Saab, quien sostuvo que “se ha sobredimensionado y se le ha asignado un poder [al Tren de Aragua] que en realidad nunca ha tenido existencia […] Se ha estado construyendo un mito alrededor del Tren de Aragua […] una matriz que pretende vincular al Estado venezolano.”

Pero, más allá de la politización del tema, ¿qué sabemos con certeza sobre el Tren de Aragua?

Nació como una banda carcelaria en la prisión de Tocorón, en el estado venezolano de Aragua. Las cárceles de Venezuela, que llegaron a estar entre las más violentas del mundo, dieron origen a una serie de estructuras criminales lideradas por jefes de prisión conocidos como “pranes”. La palabra “pran” es un acrónimo de “preso rematado, asesino nato”. Estas estructuras son conocidas como “pranato” y se expandieron por el sistema penitenciario, impulsadas por el Ministerio del Poder Popular para el Servicio Penitenciario en 2011, cuando buscó imponer orden en las cárceles al entregar el control a los pranes.

En Tocorón surgió un pranato liderado por Niño Guerrero, Johan Petrica y Larry Amaury Álvarez, alias “Larry Changa”.

Pero estos criminales no se conformaron con dominar su feudo carcelario, querían expandirse. La segunda etapa en la evolución del Tren de Aragua consistió en ir más allá de los barrotes de la prisión y formar una megabanda en el estado Aragua. A medida que los integrantes del grupo salían de la prisión tras cumplir sus condenas o escapar, como en el caso de Larry Changa, comenzaron a aparecer distintas estructuras criminales vinculadas al Tren de Aragua en todo el país.

Cuando Johan Petrica dejó Tocorón, se trasladó al sur, al estado Bolívar, donde incursionó en la minería de oro y tomó el control de una banda local conocida como el Sindicato de Las Claritas.

La naturaleza del Tren de Aragua evolucionó con el colapso económico de Venezuela, que provocó un éxodo masivo. Hasta la fecha, casi ocho millones de venezolanos han abandonado el país, en lo que se ha convertido en una de las mayores crisis de refugiados del mundo, comparable a la de Siria. Un pequeño porcentaje de quienes huyeron eran criminales que, como sus compatriotas, buscaban mejores oportunidades, incluidos algunos miembros del Tren de Aragua, como Larry Changa, que habían pasado por Tocorón.

Al principio, estos criminales se aprovecharon de sus compatriotas en tránsito por Suramérica, y luego se asentaron en países como Colombia, Perú y Chile, donde establecieron redes de tráfico y trata de personas, además de extorsión y microtráfico. Cuando las rutas migratorias cambiaron en 2022 y cada vez más venezolanos se dirigieron a Estados Unidos, criminales venezolanos los acompañaron.

Esta no fue una expansión planificada desde Tocorón. Ocurrió de manera orgánica. Casi ninguna de las bandas en el extranjero se llamaba Tren de Aragua. Sin embargo, figuras como Niño Guerrero, Johan Petrica y Larry Changa pronto vieron el potencial criminal de esta expansión y comenzaron a coordinarse con distintas células. Cuando grupos vinculados al Tren de Aragua en el exterior, como Los Gallegos en Perú o el grupo de Larry Changa en Chile, necesitaban más personal o conexiones con redes de tráfico de migrantes en Colombia y Ecuador, recurrían a los contactos o refuerzos proporcionados por Niño Guerrero desde Tocorón.

Este salto internacional convirtió al Tren de Aragua en un grupo criminal transnacional, como reconoció la administración estadounidense de Joe Biden en 2024. Pero para entonces el Tren de Aragua ya atravesaba una transformación profunda, pues había perdido su centro de operaciones y su refugio principal.

Este trabajo fue realizado por Insight Crime. Para consultar el contenido original, dar clic aquí