Escrito por Mauricio Saldaña

Un poco fastidiado por la interminable fila de notas periodísticas en donde se “explica” cómo se mueve el satanismo en el crimen organizado en México, pongo a su consideración algunas coordenadas de lectura sobre el tema.

Hay que iniciar la discusión citando a Perogrullo: no todos los satanistas son criminales y no todos los criminales son satanistas.

Un poco de método

Satán significa en hebreo “enemigo”, así que si usted considera que ese término le viene bomba a su suegro o suegra, no lo estará denostando sino describiendo.

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En la actualidad, el satanismo tiene tres corrientes y es importante tenerlas en mente porque permiten entender cómo se mueven estas creencias en el crimen organizado en México.

Satanismo teísta

Aquí, Satanás es un ente real, al que se le rinde culto. La realidad oscila alrededor de este ser y hay un conjunto de reglas que deben observarse para ser dignos seguidores de él. En el satanismo teísta, al igual que en el cristianismo, hay un “bueno” y un “malo” en la trama existencial y por oposición, es imposible querer quedar bien con ambos.

Satanismo Laveyano

Esta corriente se inscribe en la Iglesia de Satán (de Anton LaVey), que tiene una pequeña representación en México. Aquí, Satanás no es una deidad real, sino un símbolo para la lucha diaria que asume al individualismo y la rebeldía como motores conductuales.

Satanismo Gnóstico

Digamos que es la interpretación nihilista del mundo, a partir de ubicar a la realidad como un caos permanente. En México, apenas si hay algo de movimiento con esta corriente, vía la Orden de los Nueve Ángulos.

Y hay que considerar al luciferinismo que se guisa aparte. En términos breves, parta usted de la base de que Lucifer es un ente bueno, que fue víctima de un complot celestial y por eso le achacan toda suerte de calumnias.

En Puebla, hay una pequeña y bien organizada comunidad luciferina. Conozco a varios de sus integrantes y algunos son empresarios, inclusive dirigentes de su gremio y hacen labores altruistas. Dicho en forma maniquea, no son malas personas.

Y qué le digo de uno de los consorcios educativos más importantes de la entidad, cuya principal característica en su organigrama no es la colección de posgrados de sus directivos, sino que todos, sin excepción, practican Santería en el ramo cubano, no en el africano.

Hasta aquí, se entiende a las claras el que hay un ser necesario en estas creencias y lo demás se ciñe a esta noción que descifra la realidad. Pero, hay que complicar la historia.

Las aristas del tema

Al igual que en el cristianismo, el satanismo está atiborrado de interpretaciones que pueden ser secundarias para algunos y un cofre del tesoro para otros. El mayor problema que se presenta es la plurivocidad de significados, en donde los ignorantes terminan por ser cajeros automáticos de unos cuantos.

El ejemplo a escala planetaria se da en Catemaco, Veracruz. Puede estimarse en un millar el número de brujos que atienden ahí. Intentando organizar un poco las cosas, los personajes relevantes de la zona hicieron un consejo, pero el tema ha terminado en una suerte de Club de Tobi que de todos modos no permite identificar a impostores y a los verdaderos expertos.

En ese sentido, debe usted considerar que una gran cantidad de los brujos que despachan allá, se consideran satánicos. Hay numerosas personas que trabajan en ese lugar y que se autodenominan Brujo Mayor, lo cual enrarece más el asunto. No en balde algunos han optado por independizarse. Ahí tiene usted el caso de Enrique Marthen Berdon, dueño de un emporio que ha crecido tras moverse por la libre.

Lejos de la ínsula catemaquense, también hay cosas raras en las Logias Masónicas, específicamente en ramificaciones peculiares y unas pocas de éstas, con conexiones hacia el satanismo, ya sea en términos formales o al contrario, orbitando en la fantasía absoluta.

Ahí tiene usted el caso de algunos masones al interior de la Ordo Templi Orientis (OTO) en el Estado de México, Ciudad de México y en Veracruz, que se han ido alineando con el Rojismo, un sistema de creencias incubado por el español Gabriel López de Rojas, antes de que éste se convirtiera al judaísmo.

El Rojismo está estructurado en dos órdenes (Orden Illuminati y Societas OTO) y en sus respectivos ritos: el de los Iluminados de Baviera y el de Memphis-Misraïm. El Rojismo considera indispensable a Baphomet, que para los cristianos es un demonio, pero para la creencia que nos ocupa, es el dios de la luz.

Usted ha de considerar que ya me excedí en la ingesta de estimulantes, pero no tanto si considera que uno de los líderes del Rojismo ingresó a prisión en 2018 por ser operador de un grupo criminal muy importante en México, focalizado en el huachicol.

Y, dos de los dueños de las gasolineras que forman parte de este entramado son hermanos del exsecretario de Gobernación de un expresidente de la República, que al mismo tiempo tiene intereses en distintos ámbitos del estado de Hidalgo.

Así que no todo lo que tenga que ver con las ideas de Aleister Crowley debe interpretarse como ocurrencia de una panda de lunáticos que no saben en qué gastar su tiempo. No olvide que López de Rojas se asume como heredero del pensamiento de Crowley.

Satánicos y mexicanos

Queda claro que el satanismo se practica intensamente en México y en un sinnúmero de organizaciones criminales. Empero, hay que ubicar cuatro rasgos que he identificado al recorrer el país entero y que usted debe tener en mente cuando vea las noticias, digamos.

1.-En México, el satanismo y el luciferinismo no excluyen a los santos ni a la Virgen de Guadalupe. Es común que un satanista vea con simpatía a La Del Tepeyac y hasta le celebre su 12 de diciembre. Ahí, la guadalupana se hace culto y no parte de una religión.

Como leyó usted en el artículo anterior, Óscar Pelcastre es un puntual guadalupano y no deja oportunidad para ir a San Juan de Los Lagos en peregrinación. Y me llevaría tres cuartillas contarle de todos los santeros, paleros y rosacruces que adoran a La Del Tepeyac.

En ese sentido, tiene un poderoso componente explicativo el que en México, todo mundo tiene simpatía por la Virgen de Guadalupe. Puedo asegurarle que hasta el más lunático de los criminales inscritos en un cártel, jamás se va a meter con ella.

2.-El satanismo se combina con religiones que poco o nada tienen que ver con él: de manera específica la Santería, el Palo Mayombe y el Vudú.

Este punto permite entender la “magia-fusión” de los criminales mexicanos: en un solo lugar mezclan toda clase de objetos para agradar a Changó, colocan una Nganga atiborrada para entender de qué va la cosa con los muertos y si de curiosidades se trata, hasta dejarán imágenes de San Judas Tadeo y el Santo Niño de Atocha.

3.-El satanismo no busca un estado de paz espiritual sino la obtención, mantenimiento y expansión de bienes económicos. Solo eso. Rodrigo Medina, uno de los pesos pesados del satanismo en México, lo ha explicado puntualmente.

4.-La lógica del sacrificio converge en la persona que pide el favor a la deidad. Este elemento es esencial para entender lo absurdo y estrambótico de innumerables altares. Animales y hasta personas son ofrendadas, porque en la mente del que lo hace, se busca agradar pero el error es de origen.

Dada la máxima de Carlos Fuentes de que los mexicanos confundimos lo grandioso con lo grandote, hay muchos que montan un altar para contentar su ego y no más.

A lo largo del país entero, he ubicado a distintas organizaciones criminales que acostumbran montar ofrendas a Satanás y algunos otros demonios, pero eso de ninguna manera significa que lo vean como una religión.

Veo este aspecto de manera muy parecida a la del culto de la Santa Muerte en estos grupos delictivos. No guardo ápice de duda que interminables masas de delincuentes le hagan ofrendas a la Niña Blanca pero de ahí a que la vean con propósitos religiosos, hay un horizonte de distancia.

Luego entonces, en México, una gran cantidad de criminales rinden culto a Satanás y/o a la Santa Muerte pero no con propósitos religiosos, sino lisa y llanamente, para pedirles un favor.

La diferencia entre culto y religión es que la primera es claramente instrumental al tiempo que el segundo supone el seguimiento irrestricto y excluyente hacia un Ser que se considera superior o necesario para vivir.

Así, es posible entender que una persona festeje el 12 de diciembre a la Virgen y el 2 de noviembre a Satanás, porque a ambos les rinde culto y no está profesando una religión.

De Tepito para el mundo

En mi opinión, el grupo criminal mexicano más comprometido con el satanismo y otras creencias es la Unión Tepito. De tantos ejemplos que le puedo dar de ofrendas montadas por Tepito, recuerdo dos: una, la de Granada 130, en la colonia Morelos de la alcaldía Cuauhtémoc. Además de las ofrendas usuales, se encontró una figura de 2 metros de Mammon, que como usted sabe es la deidad demoníaca vinculada a la codicia.

El otro caso es el del legendario operativo de octubre de 2019, que terminó en la detención de 31 integrantes de la Unión Tepito. Al catear una residencia en Peralvillo, se encontró un túnel que llegaba hasta la calle Tenochtitlán, en Tepito y que era parte del Subway personal de uno de los jefes del cártel, Óscar Andrés Flores Ramírez, “El Lunares”.

En el lugar encontraron un mega altar en el que había objetos para todos los gustos: de satanismo,  Santa Muerte, Santería y Palo Mayombe. Hasta muñecos Vudú se encontraron. Cinco cosas revueltas.

Se sabe que “El Lunares” tenía como jefe de sus asuntos esotéricos a Carlos Iván “El Niño Problema”, que se encargaba de todas las instalaciones, ofrendas y cultos y como co-operador temático estaba Pablo Andrés “El Padrino”.

El reto

En el reiterado entendido que las ofrendas pueden señalar culto o religión de quien las monta, el satanismo en México se profesa en modo formal por unos pocos y, solo para pedir el favor, se hace por muchísima gente, no importando el oficio o profesión que se tenga.

Adorar a una deidad determinada no supone una vida recta o reprobable de quien lo hace. Hay sacerdotes pederastas y satánicos piadosos, entre tantos ejemplos.

En el México coetáneo, evaluar a la gente por sus creencias, ya carece de todo sentido y no por esas ocurrencias actuales de la inclusión y la tolerancia, sino por algo más complejo: lo impío y lo dable presentan gradaciones que hacen viscosa su identificación precisa.

Hay que hacerse de otros lentes para entender la realidad.

Este trabajo fue realizado por Lado B, que forma parte Territorial Alianza de Medios. Para consultar el contenido original, dar clic aquí