El parlamentarismo pendenciero que escenificaron en el Senado de la República los legisladores Alejandro Moreno Cárdenas, del Partido Revolucionario Institucional, y Gerardo Fernández Noroña, del Movimiento Regeneración Nacional, es una afrenta para México y traición a la representación popular que el voto y los dividendos de éste les asignaron a dos políticos de largo comportamiento camorrista.

En estricto sentido de justicia, el Congreso de la Unión tendría que retirarles el fuero al priista y al morenista sin que les valgan las corazas de impunidad que les da el PRI solapador a uno  y la llamada cuarta transformación al otro, incluyendo en este último a la presidente Claudia Sheinbaum que actúa justificando a los suyos, renunciando a la posición neutral que la Constitución le exige.

De cara a todos los reflectores y las audiencias posibles, los senadores del PRI y de Morena se formaron en dos frentes para montar el sainete que transformó en circo romano el máximo recinto del Poder Legislativo, poniendo por encima sus credenciales políticas y dejando en último término la responsabilidad que los electores les asignaron para trabajar a favor de las aspiraciones esenciales de la sociedad como la paz y armonía.

Moreno Cárdenas, que recalca los métodos del priismo bárbaro y bravucón, y Fernández Noroña, que juega el papel del porro con el cual la 4T golpea a sus adversarios, han puesto ante los ojos del mundo un estilo político retrógrada que redunda en la percepción nacional e internacional de violencia por las guerras que el crimen organizado desarrolla en diferentes regiones de México.

Le urge a México un modelo de ley dura contra los diferentes modos de violencia, como la que ocurre en el Senado al pasar del debate de las ideas al intercambio de golpes. A un país agobiado por las crisis en escalada que amenazan lo político, lo económico y lo social le urge un sistema legal que meta en cintura a los que se pasan la norma jurídica por el arco del triunfo mientras las autoridades federales y estatales toman partido en beneficio de sus cuates y esbirros, no por lo que convenga a todo un país.