Culiacán, Sin.- Han pasado tres días desde que la violencia perforó uno de los pocos espacios que, hasta ahora, habían permanecido como refugios neutrales: los hospitales. El Cartel de Sinaloa ha roto con las zonas neutrales. Un pacto que en un contexto bélico puede referirse a áreas geográficas donde se acuerda que no habrá hostilidades y se presenta como zona segura para los civiles y fue ese mismo pacto el que se rompió la noche del viernes 29 de agosto frente al Hospital Civil de Culiacán.
Desde entonces, el silencio de las autoridades pesa tanto como las ráfagas que desgarraron la fachada del área de Urgencias.
Ese viernes, la capital de Sinaloa presenció un episodio que parece sacado de una distopía cruel. Hombres armados dispararon contra quienes aguardaban noticias de sus familiares enfermos. Murieron Jorge Armando, de 32 años; Rubén, de 61; José Ramón, de 38; y, horas después, Víctor Antonio, de 47, que no resistió en terapia intensiva. Otros tres quedaron heridos, entre ellos la adolescente Brianna Amairany, de 13 años, alcanzada por las esquirlas.
“Estamos destrozados. Mi hija se quedó viuda y mi nieto sin papá. Maldigo con furia a estos malandros de mierda”, dice Abelardo, suegro de una de las víctimas.
Esa misma noche, un Toyota Camry con impactos de bala apareció abandonado en Chapultepec, a unas cuadras del hospital. Fue la única pista que dejó el comando. Mientras tanto, la Fiscalía reportó que la jornada cerró con once asesinados en Culiacán. Ninguna dependencia explicó cómo fue posible que un ataque de tal magnitud ocurriera en una de las avenidas más transitadas de la ciudad.
Hasta el cierre de esta edición ninguna autoridad ha emitido un informe que explique qué sucedió en ese nosocomio. Si fueron por una persona en particular o sí, en el peor de los casos, se trató de un ataque deliberado en contra del sanatorio.
El terror se repitió el sábado 30. Primero en una clínica privada, donde Jesús Manuel, de apenas 20 años, fue ejecutado en terapia intensiva ante médicos y enfermeras incapaces de detener a los sicarios. Después, en el Hospital General de Culiacán, un hombre disfrazado de enfermero entró sin obstáculos hasta el área de cuidados críticos para asesinar a Fausto Yuriel, albañil de 21 años que un día antes había sobrevivido a un enfrentamiento en Tepuche.
Filtros que no sirvieron
En este último, el 25 de marzo el secretario de Salud, Cuitláhuac González Galindo informó que se proyectaba la instalación de detectores de metal para prevenir el ingreso de armas de fuego, así como armas blancas.
De acuerdo al funcionario, ese mismo día quedarían instalados estos aparatos. De acuerdo a testimonios de personas que han acudido a este recinto hospitalario, hay dos filtros realizados por personal de seguridad. El primero consiste en una revisión de las pertenencias de los usuarios y visitantes, un segundo verifica que la revisión se hiciera correctamente. Aun así, ningún filtro fue suficiente para detener a una persona que disfrazada de personal de salud ingresó al hospital con un arma y asesino a un paciente.
Nota publicada por El Debate el 25 de marzo de 2025.
A este anuncia se suma lo que pareciera un macabro presagio, Cuitláhuac Gonzáles Galindo, durante la conferencia de prensa Semanera del 21 de octubre de 2024, realizaba un llamado a todo el personal de salud a identificarse al entrar a las instalaciones médicas, ya que habían identificado que había quienes se negaban a hacerlo.
“Algunos médicos no quieren mostrar su carnet y ese es el llamado que hacemos, que nos ayuden a identificarse porque hay muchas formas de entrar al hospital, incluso con una bata. Está la seguridad y se están cumpliendo los acuerdos”, comentó. Meses después a un hospital, vestido como personal médico, entraría un sicario para asesinar a un paciente en el Hospital General.
El medio PuntoMx documentó lo dicho por el secretario de Salud.
Además de los operativos de prevención y proximidad, autoridades de los tres órdenes de Gobierno anunciaron el 24 de noviembre de 2024, en el marco de la conferencia de prensa de Vocería, que mantendría diversas actividades como resguardo en hospitales y protección de personas.
El entonces secretario de Seguridad Pública del Estado, Gerardo Mérida Sánchez, informó ante medios de comunicación que mantendrían recorridos de seguridad y vigilancia en los nosocomios de la capital sinaloense durante 24 horas del día, las cuales atenderían a nivel estatal 12 instituciones de salud de manera permanente.
Los hospitales, convertidos en trincheras involuntarias, se suman al mapa de violencia que desde septiembre de 2024 desangra a Sinaloa con una guerra intestina entre los hijos del Chapo y la facción del Mayo. En este primer aniversario del conflicto, la estadística oficial habla de más de 1 mil 700 asesinados y cerca de 2 mil desaparecidos. Cifras que, lejos de explicar la magnitud del horror, apenas alcanzan a nombrarlo.
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