En Chirimoyo, un pequeño poblado en la sierra de Concordia, la vida cotidiana de los niños transcurre en un entorno marcado por la violencia y la falta de oportunidades. Para muchos jóvenes de esta región, la escuela se convierte en un espacio difícil de sostener; según datos recabados entre los vecinos, cinco de cada diez que terminan la secundaria terminan vinculados al crimen organizado.
El abandono escolar es una realidad frecuente, y el narcotráfico, al ya haber construido una imagen de poder y control sobre su poblado, aparece como la opción más cercana para quienes, en sus palabras, “la escuela no les gusto”.
Según la Secretaría de Educación Pública, en el ciclo escolar 2021-2022, a nivel estatal, la tasa de abandono escolar en el nivel secundaria fue del 3.0 por ciento, mientras que en el nivel preparatoria fue del 14.5 por ciento.
En medio de esta difícil realidad, la infancia sigue buscando formas de jugar y expresarse. Los niños de Chirimoyo, acostumbrados a convivir con la sombra de la violencia, inventan juegos que reflejan ese entorno,
Cuando me invitaron a jugar a los balazos, decidí cambiar las armas por una cámara, disparando con ella en lugar de balas.
Estas fotografías capturan esa mirada infantil que convive con un entorno difícil, mostrando otra forma de narrar su historia desde la inocencia.
Cuando me invitaron a jugar a los ‘balazos’, no supe qué responder. Sin embargo, al sacar mi cámara, les propuse jugar a los disparos
Dije: ‘Tomen fotos de lo que quieran’. Comenzaron a tomarse fotos entre ellos y a fotografiar lo que les llamaba la atención.
Gracias al acercamiento que Lxs Abandonadxs ha tenido a través de su trabajo en talleres de cine comunitario, los niños no miran con rareza las cámaras, aunque siempre con emoción. Entre ellos se prestaban la cámara, y algunos se acercaban para que se les enseñara cómo utilizarla.
Brigadistas recogiendo los medicamentos antes de bajar a Mazatlán.
Llegué a Chirimoyos junto a una brigada organizada por el Colectivo de Periferias Subersivxs, dedicado a dar acompañamiento a grupos vulnerables con una visión feminista. Acompañados de 6 medicos, 2 enfermeros y 1 una psicologa, además de artistas, subieron para llevar atención medica al ejido de La Petaca, puesto que, llevan poco menos de un año sin un medico.
El personal médico del IMSS-BIENESTAR La Petaca dejó de acudir a la comunidad por razones de seguridad, dejando a cerca de 150 familias sin atención médica ni medicamentos.
Fascinados por el zoom de la cámara, se propusieron tomar una foto de las hormigas.
“Tómame una foto”, pidió. De inmediato, el infante sacó un arma de juguete y la apuntó hacia la cámara, mientras otro niño lo retrataba.
La normalización de la violencia y la noción, a tan temprana edad, de lo que significa el crimen organizado, me provocaban una sonrisa de incomodidad; a esa edad, su mayor preocupación debería ser memorizar las tablas de multiplicar, no saber qué es y quién es un narco.
Mientras realizábamos la actividad, conversaba un poco con los niños y les preguntaba cuál era la profesión a la que querían dedicarse en el futuro.
—¿Qué quieres ser cuando crezcas?
—“Guacho”
—Órale, ¿y por qué quieres ser “Guacho”?
—Para matar a los malandros.
Las vacas y los gallos les parecían preciosos, y los niños los perseguían emocionados para tomarles una foto.
Su nombre es Caballo… o al menos así lo bautizaron cuando pregunté cómo se llamaba y notaron que no tenía nombre.
Niño junto a su carro de juguete
La flora de la sierra se convirtió en la modelo favorita de los pequeños fotógrafos.
La flora en la sierra es abundante, por lo que ver parte de ella quemada durante los recorridos, guiados por un pequeño de 14 años, fue simplemente decepcionante. Aún más impactante fue escuchar que la quema había sido provocada por la mano del hombre, utilizando drones y bombas con el objetivo de atacar el campamento del grupo rival.
Jamás había visto una araña tan grande. No lo creí hasta que, entre risas y emoción por ver mi cara de susto, me llevaron a verla
En Chirimoyos, los niños crecen entre el campo y la ganadería. Tan cercanos están a ese mundo, que uno de ellos amarró la silla del caballo antes de que yo siquiera pudiera ofrecerme a hacerlo.
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