Culiacán, Sin.– Los hospitales, que deberían ser espacios de resguardo y sanación, se han convertido en escenarios de violencia en Sinaloa. En el último año, la Secretaría de Salud contabiliza seis ataques registrados en nosocomios públicos y privados, reveló el titular de la dependencia, Cuitláhuac González Galindo.

La lista incluye dos incidentes en Clínica Culiacán, dos más en el Hospital General, uno en Médica de la Ciudad y el más reciente en el Hospital Civil, donde un ataque armado perpetrado en la zona de urgencias del nosocomio dejó cuatro muertos y tres heridos.

Dentro de hospitales serían cinco, y el caso del Hospital Civil fue externo”, precisó González Galindo, al detallar que no existe evidencia de agresiones dirigidas contra personal médico, aunque reconoció la creciente exposición de trabajadores de la salud en contextos de alto riesgo.

 

Protocolos de emergencia

La Secretaría de Salud instruyó a que ninguna ambulancia ni personal paramédico acuda a un enfrentamiento mientras esté activo, aun con chalecos antibalas.

Las balas pueden entrar por extremidades como brazos o cuello”, advirtió el funcionario.

El protocolo establece que, una vez trasladados los heridos, los hospitales deben notificar de inmediato a las autoridades para resguardar la zona y proteger a médicos, enfermeras, pacientes y familiares.

 

Hechos recientes

Los últimos ataques en el Hospital Civil y el nuevo Hospital General de Culiacán del pasado 29 de agosto, con un saldo de cinco víctimas mortales, son considerados por la propia Secretaría como los de mayor agresividad hasta la fecha.

A ello se suma la falsa alarma registrada el lunes 8 de septiembre en el Hospital General, tras el reporte de hombres armados dentro de las instalaciones. El operativo de seguridad concluyó con la identificación de una persona sospechosa y la confirmación de que se trató de un incidente sin consecuencias mayores.

 

Espacios vulnerables

Aunque González Galindo asegura que actualmente no existen incidentes activos y que los hospitales funcionan con normalidad, la violencia ha dejado al descubierto la vulnerabilidad de instituciones que, por definición, deberían ser intocables.

La pregunta que queda en el aire es si el blindaje de la atención médica podrá resistir el peso de una crisis de inseguridad que, un año después, sigue desbordando incluso los pasillos donde la vida debería estar a salvo.

 

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