La madrugada del 16 de septiembre comenzó un nuevo episodio de violencia que ha desplazado ya a decenas de habitantes, esta vez en la sierra de Badiraguato.
Hombres, mujeres y niños despertaron con balaceras en los pueblos de Huixiopa, La Lapara, La Tuna, Bacacoragua, Cieneguita, Potrero de la Vainilla, La Palma y San José del Barranco. Es un enfrentamiento que amenaza con vaciar comunidades enteras.
“Toda la noche detonaron ráfagas y se escuchaba un dron que lanzaba explosivos”, relató una mujer de Bacacoragua, donde residen unas 20 familias, a Revista ESPEJO.
El ataque paralizó al pueblo, que desde las 9:30 de la noche del 15 de septiembre quedó sin energía eléctrica tras un corte que hicieron los grupos criminales. Hasta la noche del 17 de septiembre, la energía no había sido reinstalada.
Los testimonios recogidos por ESPEJO narraron cómo la guerra entre facciones criminales ha convertido la vida diaria en un escenario de miedo, aislamiento y desplazamiento forzado.
“Los armados solo están pase y pase diciendo que son los de El Guano contra los de El Músico”, dijo uno de los habitantes consultados.
El saldo inmediato fue el control del acceso a los ranchos, con hombres patrullando en motocicletas y vehículos todo terreno, con radios y armas largas.
“Estamos asustados, sin energía eléctrica y además las blindadas subieron a la Tuna y hasta ahorita sigue el enfrentamiento allá. Mientras que aquí en Bacacoragua el grupo ganador del enfrentamiento se quedó asentado en la entrada de la comunidad, impidiendo el paso a los que queremos salir o entrar al rancho”, añadió otro de los habitantes consultados.
Los testimonios coinciden en que la violencia no se limitó a Bacacoragua. En La Tuna –el rancho de la familia Guzmán– y en Huixiopa, también se registraron ataques. Ahí habitan más de 80 familias que hoy viven bajo el acecho de hombres armados.
Los caminos hacia la sierra fueron bloqueados. En la comunidad de La Lapara, familias que intentaron ingresar fueron regresados por los propios grupos armados, dejando aislados a quienes permanecen dentro de la zona de conflicto.
“En dicho poblado hay un punto de halcones y anoche llegó otro grupo criminal caminando a atacar. Para esto, cortaron la energía eléctrica desde las 9:30 pm. del día 15 de Septiembre y hasta ahorita no a regresado la energía”, señaló uno de los habitantes de Badiraguato.
Badiraguato, zona de conflictos
No hay un dato específico sobre el número de personas desplazadas, pero este conflicto enmarca una nueva etapa de desplazamientos forzados.
Badiraguato, enclavado en el llamado “Triángulo Dorado”, ha sido durante décadas el epicentro del narcotráfico en México y cuna de capos históricos como Joaquín “El Chapo” Guzmán, los Beltrán Leyva y Rafael Caro Quintero.
Su geografía, favorable para el cultivo de marihuana y amapola, convirtió al municipio en territorio estratégico para el trasiego hacia Estados Unidos. Aunque los campesinos de la región nunca se enriquecieron, las organizaciones criminales crecieron hasta convertirse en redes transnacionales que dominaron el mercado ilícito.
La fama del municipio se consolidó como bastión de la “familia Guzmán”, que sobrevivió a operativos como la Operación Cóndor en los años setenta y a la guerra contra las drogas de Felipe Calderón en la primera década de los 2000.
La región ha sido el espacio de distintos conflictos. El último había sucedido entre 2016 y 2018, años en los que se registraron desplazamientos masivos por presuntos conflictos al interior de la familia Guzmán.
Ahora se trata de otro problema, uno que se enmarca por la disputa entre los hijos de “El Chapo” y la “familia Zambada”.
Tras la captura de Ismael “El Mayo” Zambada en 2024, su hijo, el Mayito Flaco, se expandió al municipio y comenzó una purga. Retenes, bloqueos, grafitis y enfrentamientos armados muestran cómo los Zambada buscan arrebatar el control histórico a los Guzmán.
En pueblos como Huixopa, La Tuna y Santiago de los Caballeros, donde antes operaban libremente los Guzmán, hoy se imponen las letras MF, en alusión a Ismael Zambada Sicairos, “Mayito Flaco”.
Los enfrentamientos comenzaron hace un año, sobre la zona de San José del Llano, pero estos se han ido extendiendo a otras regiones como Bacacoragua, Huixiopa y La Tuna.
Los pobladores eligieron desplazarse a tientas, para evitar ser atacados o quedar en medio de fuegos cruzados.
De acuerdo con los testimonios recogidos por ESPEJO, ninguna autoridad había llegado a resguardar o evitar los enfrentamientos, de ahí que las balaceras no hayan parado y se desconoce cuántos asesinatos y desapariciones han ocurrido mientras comunidades enteras están sometidas al terror.
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