Sinaloa.- A más de un año del inicio de la guerra interna entre dos bandos del crimen organizado en Sinaloa, la sangre no ha dejado de correr desde el norte hasta el sur del estado, sin dar tregua ni respetar zona o sector de la población. La violencia ha impactado en cada rincón, afectando a todos. A continuación, se presenta un recuento de las ocasiones en que el magisterio del estado ha sido golpeado.

A lo largo de este conflicto interno, cientos de personas han sido alcanzadas por el fuego cruzado, por hechos de inseguridad o por la tragedia que deja la delincuencia organizada a su paso.

Fueron a buscar qué cenar

 

Tan solo el pasado 13 de septiembre, durante una tarde violenta en el pueblo costero de Nuevo Altata, un vehículo quedó atrapado en medio de un ataque armado contra la caseta de la sindicatura de Altata.

En dicho vehículo se encontraba Jesamel Rodríguez, una maestra de 36 años que impartía clases en la Secundaria Técnica 75, quien viajaba junto a su esposo y sus dos hijas.

En este ataque, su esposo resultó herido, pero Jesamel recibió un disparo en el rostro que le quitó la vida al instante.

A raíz de este hecho, se convocó a una marcha y manifestación frente al Palacio de Gobierno, donde se exigió justicia por el asesinato de la maestra, así como mayor seguridad y paz para los miembros del magisterio.

El secuestro del maestro Luis Alexis

 

El 29 de marzo de 2025, en pleno día, el maestro de primaria Luis Alexis Juárez Niebla fue privado de la libertad en el estacionamiento de un supermercado, en la colonia Isla Musalá de Culiacán. Durante casi 50 días, nada se supo de su paradero.

La comunidad escolar organizó marchas; niños de poco más de siete años gritaban por su profesor, algunos con lágrimas en los ojos, mientras se exigía públicamente su presentación con vida. Esta fue la primera manifestación realizada en nombre de un maestro.

Finalmente, el 18 de mayo, el profesor fue localizado con vida, aunque las circunstancias de su cautiverio nunca fueron esclarecidas por las autoridades.

Heridas emocionales

 

Más allá de los hechos de sangre y desapariciones, el magisterio sinaloense enfrenta otro costo menos visible, pero igual de profundo: el emocional.

“Nos afecta porque vivimos inseguros, nos sentimos amenazados… vamos con miedo tanto a la escuela como al regresar a casa”, relató la maestra María Ahumada durante una manifestación por la paz y en honor a la maestra Jesamel.

El miedo diario no solo recae en los docentes, también en sus alumnos. El ausentismo escolar ha aumentado y, en el aula, los niños aprenden protocolos de emergencia para balaceras como si se tratara de un sismo.

“Preguntan por qué hay soldados o por qué tienen que tirarse al suelo cuando la maestra lo indica. Eso los está marcando emocionalmente”, explicó la profesora.

Aunque se han prometido programas de seguridad en las escuelas, la presencia militar genera más tensión que confianza.

“Lejos de sentirme protegida, me siento amenazada”, reconoció Ahumada.

En medio de esta guerra, muchos maestros siguen de pie en las aulas, pero cargando miedo que, al igual que las balas, podrían dejar huellas imborrables en toda una generación.

MÁS INFORMACIÓN SOBRE MAESTROS EN CONTEXTO DE VIOLENCIA: