Luz Angélica Lozano hizo todo lo posible para que su hijo, consumidor problemático de metanfetamina, se rehabilitara: buscó ayuda en varias instituciones públicas en la ciudad de San Luis Potosí, sin éxito; pagó su internamiento en dos anexos e, incluso, fue a una iglesia que le recomendó una compañera del trabajo, aunque su hijo se negó a acompañarla.

Jaime comenzó a consumir metanfetamina, mejor conocida como cristal, cuando tenía 16 años; rápidamente desarrolló una dependencia que se convirtió en consumo problemático. El joven vivaracho y travieso se volvió una persona oscura, violenta y profundamente triste. “Me llena de dolor porque lo vi hundirse”, recuerda la madre.

En abril de 2023, Jaime se suicidó en el patio de su casa, acababa de cumplir los 18 años. Ahora, la mujer de 41 años intenta sobrevivir a los malos recuerdos, preguntándose constantemente si pudo haber hecho más por su hijo, el mayor de lxs tres y el único hombre. Luz Angélica dice que la culpa ha ido comiéndose su alma.

“Hay muchos suicidios entre los consumidores, demasiados. Pero, cuando se dan estos casos se deja de lado las causas, que probablemente sea por el consumo de drogas o por algún trastorno mental”, explica Saúl Montenegro Mendoza, fundador y director de la Comunidad Terapéutica Vista Hermosa en la capital potosina, quien señala la falta de protocolos institucionales, la negativa de presupuesto público y el abandono del Estado para el tratamiento de las personas con consumo problemático de sustancia y, por ende, la falta de prevención de estas muertes.

 

Se acabo septiembre, el mes de la prevención del suicidio. “A nivel mundial, se estima que cada año, una de cada 100 personas se quita la vida tras numerosos intentos de suicidio, lo que corresponde a una muerte cada 40 segundos”, indica un informe de la Comisión Nacional de Salud Mental y Adicciones (Conasama).

La Organización Mundial de la Salud indica que el suicidio es la tercera causa de muerte entre las personas de 15 a 29 años. También señala que por cada suicidio que sucede en un entorno, muchas más personas intentan hacerlo, sobre todo por el dolor, la culpa y el estigma social que deja un suicidio en los allegados. Un intento previo es un importante factor de riesgo de suicidio que debería atenderse por el sector público.

En México, durante el 2024, se registraron 8 mil 856 defunciones de personas por suicidio, lo que representó una tasa de 6.8 por cada 100 mil habitantes, señala el INEGI, que reportó casos desde los 10 años.

El suicidio en el país es considerado un problema de salud pública. Sin embargo, como lo señala Montenegro Mendoza, las estadísticas nacionales no profundizan en los contextos y las motivaciones que llevan a miles de personas a quitarse la vida. Este vacío de información imposibilita que las políticas públicas de atención y prevención del suicidio sean efectivas.

La lenta atención institucional para los consumidores de sustancias

 

La primera vez que Luz Angélica pidió ayuda fue a las instalaciones del DIF estatal. La madre estaba preocupada por la violencia que Jaime ejercía contra sus hermanas.

“Cada que pasaba algo, él despertaba de ese estado y se arrepentía, aceptaba que tenía que curarse. Del DIF nos mandaron al [Instituto] Temazcalli -institución del Estado de SLP dedicada a la prevención y rehabilitación de adicciones- pero tardaron mucho. Yo veía que Jaime estaba mal y volvió a las andadas”, cuenta la madre, cuando el Instituto se comunicó para la valoración psiquiátrica, él ya no quiso acudir.

 

Luz pidió a la institución que se hiciera una intervención para tratarlo, supuso que por ser menor de edad se podría buscar un internamiento involuntario, pero Jaime tenía que comenzar el tratamiento por voluntad propia y entrar a la institución por su propio pie, así lo dicta una reforma a la Ley General de Salud, publicada en mayo de 2022. La madre cree que la atención en ese momento hubiera sido decisiva porque, después de eso, lo vio caer en un espiral de violencia y autodestrucción.

A los pocos meses de su primer internamiento, Jaime estuvo involucrado en una riña callejera. La madre regresó a las instituciones, pero le negaron el servicio.

“Pensé que si no hacía algo pronto me lo iban a matar o él iba a matar a alguien, y lo metí a un anexo”, cuenta la madre. Jaime estuvo un par de meses internado. Para Luz, la atención en el anexo fue deficiente, en realidad el joven solo se limpió de la sustancia, pero no recibió atención psicológica especializada y comenzó a consumir nuevamente a los pocos días de su salida.

“La terapia se tiene que enfocar en el desarrollo de la conciencia del problema del consumo. Una persona que no desarrolla la conciencia del porqué no debe consumir está condenado a vivir en el consumo, a vivir en internamientos, a estar siempre en riesgo de la conducta delictiva, de la conducta violenta, o del suicidio”, explica la doctora Martha Alicia Torres Reyes, titular de la Comisión Estatal de Prevención, Tratamiento y Control de las Adicciones en Sinaloa.

 

Tres días antes de su muerte, Jaime regresó a casa devastado, una pelea con su novia, que también era consumidora, se salió de control y la lastimó. El muchacho decidió que era momento de rehabilitarse, pero su mamá no tenía dinero para internarlo en un anexo y tampoco tenían tiempo de esperar a las instituciones estatales.

La lenta respuesta de las instituciones públicas, que cuentan con los especialistas y las instalaciones para contener y tratar a las personas que buscan rehabilitarse, obligan a los consumidores y sus familias a buscar alternativas que les ponen en riesgo. La Comunidad Terapéutica Vista Hermosa, que dirige Saúl Montenegro, acepta a personas en esta situación, sin embargo, señala que es muy complicada su subsistencia por falta de presupuesto y el desinterés de las autoridades que maneja el tratamiento de adicciones, que debería de ser prioritario, como un trámite burocrático lleno de trabas.

Al final, mi niño sí quería salir de esta. Él me dijo que podía solo. Yo le compré sueros, medicamentos para el dolor y le dejé comida, yo pensaba que eso era lo que necesitaba”, recuerda la madre, quien lo encerró en su casa mientras ella trabajaba y sus hijas acudían a la escuela.

Luz sí vio mal a Jaime en esos días, pero también lo veía convencido; no sabe qué fue exactamente lo que pasó y por qué tomó esa decisión tan precipitada. “Los síntomas de abstinencia de la metanfetamina son similares a los de la depresión”, indica el Departamento de Salud Pública de Estados Unidos, y puede provocar ideaciones o intentos de suicidio.

En México no existen datos precisos que nos muestren una relación entre el consumo problemático de sustancias y el suicidio. Sin embargo, la Dra. Torres Reyes indica que, por ejemplo, de los pocos registros de suicidio en Sinaloa un 50 por ciento, aproximadamente, se reporta el consumo de alguna sustancia, aunque no es posible determinar si su muerte se relaciona con la adicción. En San Luis Potosí no existen estos datos.

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