Culiacán, Sinaloa.– Septiembre cerró con cifras que sacuden: 15 mujeres fueron asesinadas en Sinaloa durante este mes, de acuerdo con datos oficiales de la Fiscalía General del Estado. Este número no se alcanzaba desde 2010, cuando también se registraron 15 víctimas, en pleno auge de la guerra del gobierno de Felipe Calderón contra el narcotráfico.

En los primeros nueve meses de 2025, 62 mujeres han sido asesinadas en Sinaloa; de estos casos, 39 han sido catalogados como feminicidios. Estas cifras superan los registros de los últimos siete años. En 2024, Sinaloa cerró con 55 carpetas de investigación por este delito, mientras que en 2023 se reportaron 38.

Si la tendencia continúa, el año podría cerrar con niveles de violencia contra las mujeres que recuerdan a la década pasada, cuando los registros anuales rebasaban las 70 víctimas.

El paralelismo no es mera coincidencia. Hoy, como hace quince años, la violencia criminal atraviesa una etapa de deterioro con la confrontación de dos grupos criminales del cartel de Sinaloa, cuyos actos que afectaron a la sociedad en general comenzaron el 9 de septiembre de 2024 y, desde entonces, se han registrado una gran cantidad de delitos, entre ellos desapariciones, desplazamientos forzados y actos de tortura.

Las mujeres como termómetros de la violencia

 

Las estadísticas de los últimos quince años revelan un patrón: los picos de homicidios de mujeres coinciden con los periodos de mayor incidencia criminal. Ocurrió en 2010, con la “guerra contra las drogas”; en 2017, cuando el crimen organizado seguía disputando territorios hacia el norte de Culiacán; y ocurre ahora, con la confrontación intestina del cartel.

“El primer territorio de guerra siempre somos las mujeres. Aunque toda la población sufre las consecuencias de la violencia, los números muestran que hacia nosotras se maximiza”, señala Cristina Tortolero, integrante de la colectiva Amapas del Norte.

 

Pese a que muchas de las mujeres asesinadas fueron víctimas directas de la violencia criminal, este mismo contexto se vuelve cómplice de los agresores, quienes se escudan en un sistema de abandono institucional hacia las víctimas.

La activista ejemplificó con el caso de Lucero, una joven de Navolato de 28 años que fue ingresada al Hospital General de Culiacán el 10 de julio con una herida de bala en la cabeza. Inicialmente, su esposo declaró que había sido alcanzada por una bala perdida. Sin embargo, tras las investigaciones se descubrió que Lucero había sido agredida directamente por su pareja sentimental dentro del domicilio que ambos compartían.

“Los agresores saben que están en un estado fallido y que no habrá consecuencias. Ven la facilidad para decir: ‘una rayita más al tigre, otra mujer asesinada más’”, expresó Tortolero.

 

Las cifras que hoy vuelven a niveles de hace quince años muestran que, mientras la violencia criminal se recrudece, también lo hacen las violencias contra las mujeres.

Desde las colectivas feministas, como Amapas del Norte, la exigencia es que las autoridades de todos los niveles de gobierno asuman su responsabilidad y tomen acciones urgentes para prevenir, sancionar y erradicar la violencia feminicida.

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