Culiacán, Sin.– El 5 de octubre se conmemora el Día Internacional de la Educación Vial, una fecha que invita a reflexionar sobre cómo se mueven nuestras ciudades y qué tan seguras son sus calles. En Culiacán, más que una simple efeméride, la jornada abre la discusión sobre un problema no resuelto: los riesgos diarios que enfrentan peatones, ciclistas, motociclistas y automovilistas debido a una infraestructura deficiente.
Reducir la seguridad vial a frases como “darle prioridad al peatón” o “respetar los límites de velocidad” es quedarse corto. Especialistas advierten que las personas no cambian su comportamiento con simples llamados morales.
Banquetas angostas, avenidas que parecen autopistas urbanas y luminarias que sólo alumbran el arroyo vehicular forman parte del panorama cotidiano. La falta de infraestructura adecuada convierte al peatón en el actor más vulnerable.
En gran parte de la ciudad, los peatones se ven obligados a caminar sobre el arroyo vehicular porque la banqueta está invadida por postes, rampas improvisadas o, simplemente, no existe. Durante la noche, la situación empeora: la iluminación instalada privilegia a los automóviles, dejando en penumbra banquetas, cruces e intersecciones.
La infraestructura también envía mensajes contradictorios.
Si una calle está diseñada con cuatro carriles anchos y sin semáforos, aunque la norma marque un límite de velocidad, la misma vialidad “invita” a acelerar, explica el colectivo MAPASIN.
En cambio, cuando se instalan reductores de velocidad o pasos peatonales elevados, los siniestros disminuyen drásticamente. Gloria Morales, proyectista de MAPASIN, lo resume así:
“La infraestructura educa más que cualquier campaña de concientización.”
La falsa idea del multitasking
El celular se ha convertido en el acompañante más peligroso al volante. Conductores que chatean, ven videos o atienden llamadas mientras manejan forman parte de un paisaje ya normalizado. A diferencia del alcohol, que, junto con este dispositivo, es uno de los principales factores que provocan siniestros viales, cuyo impacto suele concentrarse en fines de semana, el teléfono está presente a todas horas y en todos los trayectos.
“El celular no se usa cuando se conduce: la distracción es inmediata y, tarde o temprano, puede provocar un accidente”, afirmó Luis Ernesto Castro Castro, director de MAPASIN.
Velocidad: el factor constante
Detrás de cada siniestro vial aparece una variable repetida: la velocidad. Aunque la normativa impone límites, la propia infraestructura envía un mensaje distinto: calles amplias y rectas que incitan a correr. Esa contradicción se traduce en tragedias. No es sólo una cuestión de conducta individual, sino de un diseño urbano que pone en riesgo a los más vulnerables de la vía.
La educación vial en Culiacán sigue siendo un reto. Conductores que ignoran los pasos peatonales, peatones que cruzan por cualquier punto, ciclistas que comparten carriles sin condiciones de seguridad… todos forman parte de una dinámica donde la prioridad en el uso de la calle rara vez está clara.
Porque, al final, la educación vial no se enseña con discursos: se aprende todos los días, en cada esquina, en cada cruce y en cada kilómetro recorrido.
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