Culiacán, Sinaloa.- Hace 12 años, Arely Zazueta enfrentó una noticia desgarradora: el corazón de su bebé había dejado de latir. Tenía pocas semanas de embarazo, y para ella, ese fue el primer adiós de los cuatro que ha tenido que enfrentar en su vida.
“No es pérdida, no lo perdí, falleció o no se logró el embarazo”, aclaró Arely con los ojos empañados de lágrimas.
Ella tenía alrededor de 23 años cuando Ángel llegó a su vida. Fue su primer embarazo, y aunque fue una sorpresa, fue aceptado y amado desde el principio.
Lamentablemente, a las pocas semanas de gestación Arely tuvo un sangrado que la hizo acudir a un hospital, donde le dieron la noticia de que el corazón de Ángel había dejado de latir. Ella no aceptó el diagnóstico y buscó una segunda y tercera opinión médica hasta que logró asumir la realidad.
“Para mí fue muy impactante recibir esa noticia y lo primero que pensé fue yo tuve la culpa, yo hice, yo no busqué atención médica oportuna, a lo mejor tomé algo, brinqué, yo me eché la culpa”, explicó.
El proceso fue muy traumático para Arely, pues mientras ella recibía atención médica, tenía alrededor a otras mujeres que estaban escuchando el latido de sus bebés o estaban dando a luz, mientras ella cuestionaba “¿Por qué ellos tienen lo que yo no puedo tener?”.
Años después gracias a la terapia que buscó, comprendió que nunca lo pensó desde la envidia, sino desde el amor y el anhelo.
Meses después de la partida de Ángel, Arely se embarazó de Ximena, su niña arcoiris (así se les llama a los niños nacidos después de una pérdida). Debido a la experiencia anterior, Arely se volvió muy nerviosa y atenta a cada síntoma de su cuerpo.
“Yo me acuerdo que estaba pendiente a cualquier síntoma para que no me fuera a pasar lo mismo de la omisión o de la culpabilidad que yo sentía, pero me di cuenta que es el miedo el que te hace reaccionar”, mencionó.
Después de 7 años del nacimiento de Ximena, Arely y su esposo decidieron intentar un nuevo embarazo y de esa manera llegó Naomi a sus vidas. Ella nació muy sana, pero a los pocos meses su salud se fue deteriorando hasta que falleció.
“Verla sufrir era para mí muy desgarrador. (…) Me costó bastante tiempo volver a pararme cerca del Hospital Pediátrico”, contó Arely con la voz quebrada.
Fue otro gran golpe para Arely y su familia. Ella se hundió en una depresión muy fuerte, de la que solo pudo salir adelante gracias a terapia y la necesidad de estar presente para Ximena.
“Recuerdo que cuando ella falleció yo hablaba con ella en el carro, era mi terapia, le decía perdoname, perdoname, estaba pidiéndole perdón pensando que yo había fallado, me deprimí, era una piltrafa de mujer, pero me tenía que hacer la fuerte por Ximena, mi esposo fue mi pilar, pero tuve que buscar herramientas, acompañamiento psicológico porque no me dieron respuestas certeras que me ayuden a mitigar un poco”, dijo.
Ante la partida de Naomi, Arely tuvo que sobrellevar los comentarios dolorosos que hacían sus familiares desde su desconocimiento, pues si bien intentaban consolarla, el tabú o la falta de visibilidad sobre el dolor de una muerte neonatal dejaban sus palabras vacías.
“El comentario que para mí fue muy marcado y fue de una persona allegada a mí, fue cuando falleció Naomi, de ‘que bueno que fue ahorita y no más grande‘ y para mí fue un cómo me dices eso si estoy sufriendo por la muerte de mi hija”
(…) A mí mi hijo me duele así no haya nacido o haya tenido tres días de nacido, a mí me duele que haya fallecido. Morir pequeño no es morir menos y mucha gente tiene esa creencia”, explicó.
En 2023, el embarazo de Santiel llega a la vida de Arely. Al principio todo se encontraba bien, pero a los 5 meses comenzaron a presentarse síntomas de malformaciones que eran incompatibles para la vida, por lo que a los 7 meses, Arely tuvo que decir un nuevo adiós.
Ella sentía que no podría volver a soportar el mismo dolor, así que busco herramientas para sobrellevar el duelo y no caer en depresión. Así fue como se originó la primera Ola de Luz en Culiacán, organizada por ella.
Se trata de una ceremonia donde las familias recuerdan y reconocen a los hijos fallecidos en etapa gestacional, perinatal y neonatal.
El poder hablar sobre su dolor con otras familias que han pasado lo mismo la ayudó a sanar y aprender sobre herramientas para acompañar a otras mamás que han tenido que decir adiós a sus hijos.
Para su sorpresa, en 2024 Arely volvió a quedar embarazada, esta vez de Luz. En octubre durante la Ola de Luz no sólo honró a sus bebés anteriores sino que pidió por la vida de su nuevo bebé. Pero lamentablemente, le dieron la triste noticia de que no tenía ritmo cardiaco.
A lo largo de 12 años, Arely ha tenido que vivir el duelo por una muerte gestacional, perinatal y neonatal, lo que la ha llevado a recorrer el camino del acompañamiento y la búsqueda de visibilizar que “morir pequeño no es morir menos”.
Explicó que desde su amor, memoria y empatía está buscando certificarse para impulsar el Código Mariposa en los hospitales de Sinaloa, para que las mamás no tengan que pasar por los momentos traumáticos que ella atravesó ante la falta de capacitación del personal médico.
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