Las policías estatal y municipales de Sinaloa están en la mira de grupos de delincuencia organizada y por lo que se ve en las recientes semanas la fuerza pública federal y local ha estructurado estrategias de reacción rápida para ubicar y someter a los sicarios y sus arsenales de guerra, resultados que a su vez ocasionan la expectativa de que labores de Inteligencia han sido agregadas al combate de la violencia.

A la opinión pública, habituada a que los sucesos criminales se pierdan en las brumas de la narcoguerra e impunidad, le llama la atención que el ataque a efectivos de la Policía Estatal Preventiva ocurrido el martes en el sector Stanza Cantabria, donde murió un agente de la corporación, haya desencadenado la acción inmediata de policías y militares que localizó y abatió a cinco presuntos responsables de la agresión a integrantes de la PEP.

Anteriormente, el viernes 3 de octubre, tras el secuestro de un elemento de la PEP perpetrado por civiles armados en la colonia Villa Bonita, la intervención de miembros del Ejército, Marina, Guardia Nacional y policías estatales logró rescatarlo aunque el trabajador de la seguridad pública resultó herido y murió horas después al recibir atención médica.

La conjetura de los ciudadanos sobre estas operaciones exitosas contra la delincuencia oscila entre la probable incorporación de personal y tecnología a las acciones del gobierno para la pacificación de Sinaloa, en respuesta a la exigencia de dar mejores resultados, o bien la existencia de un esquema del tipo “ojo por ojo, diente por diente” al que presuntamente acuden tanto los delincuentes como los elementos de las instituciones de seguridad.

Vale entonces la acotación de circunscribir los operativos y sus resultados estrictamente a lo que determina la ley al asignarle a las instituciones de seguridad pública la obligación de proteger a los sinaloenses sin dejarse seducir por prácticas propias de los criminales. A los policías caídos en el cumplimiento del deber les corresponde el agradecimiento social por su sacrificio; a los que continúan en la misión de salvaguarda a la gente de bien les toca hacer posible que los delincuentes sean puestos a disposición de la justicia.

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