Mazatlán, Sin.-La madrugada del 6 de octubre, un joven estudiante de Medicina caminaba hacia la parada del autobús que lo llevaría a la escuela. Llevaba en su mochila los libros, las tareas y la bata blanca que lo hacían sentir más cerca de su sueño.

Faltaban minutos para las cinco de la mañana cuando dos hombres en moto lo interceptaron. Usaban cascos, radios y un arma. Le gritaron que se detuviera. Uno de ellos bajó y le apuntó directo a la cabeza.

Me pusieron la pistola en la cabeza y me dijeron que les diera la contraseña. Me asaltaron y me quitaron todo, hasta el uniforme. No me quedó nada. Perdí todo, hasta mis tenis, el teléfono, mis tareas, mis libros, apuntes, herramientas, todo”.

 

Ocurrió a la altura del Instituto Cultural de Occidente, casi llegando a la central de autobuses Unidos de Sinaloa, sobre la carretera Internacional México 15. La calle estaba vacía, oscura, sin una sola patrulla a la vista.

El joven, un alumno destacado, dedicado, con la ilusión de convertirse en médico, quedó paralizado. No solo por el arma, sino por la certeza de que nadie lo protegería.

Después del asalto, regresó caminando descalzo. No sabía si llorar por miedo o por impotencia. En su trayecto no encontró a nadie: ni policía, ni vecino, ni una sola luz encendida. Solo el ruido de las motocicletas perdiéndose en la distancia.

Horas después, su esposa compartió el testimonio en redes. La publicación se volvió viral no por morbo, sino porque cientos de mazatlecos reconocieron en esa historia algo propio: el miedo.

Esos vagos en moto, con radio y además pistola están dando rondines en la Gran Plaza, robando motos y los policías ni en cuenta. Estamos cansados”, dijo otra ciudadana, que prefirió manejar su denuncia bajo el anonimato.

 

Mazatlán vive entre dos realidades. En una, el malecón se ilumina para las fotos; en la otra, las calles oscuras se vuelven territorio de quienes asaltan, extorsionan o desaparecen con total impunidad.

La versión oficial: delitos a la baja

 

Cuestionado sobre los hechos, el secretario de Seguridad Pública Municipal, Jaime Othoniel Barrón Valdez, sostuvo que los delitos en Mazatlán van a la baja.

Tenemos una incidencia con un descenso del 5 por ciento en los últimos 21 días y del 21 por ciento en las últimas dos semanas, en delitos en general. El delito que más se registra es el robo a motocicleta, el robo simple y violento, también el robo de vehículo”, explicó.

 

El funcionario señaló que el 40 por ciento de quienes cometen estos delitos son menores de edad, y que la mayoría no involucra el uso de armas de fuego.

Barrón Valdez destacó que la corporación ha ampliado los grupos vecinales de “Segurichat”, una red de comunicación entre vecinos y comandantes de sector que, dijo, permite reportar emergencias de manera directa y generar folios de denuncia.

Es una herramienta alternativa al 911. Nos ayuda a mantener cercanía con los vecinos y líderes de colonias. Todavía hay trabajo que hacer, pero seguimos ampliando los más de 250 grupos vecinales de seguridad”, indicó.

 

En su discurso, el secretario insistió en que la estrategia de prevención se basa en la proximidad y la organización ciudadana, con reuniones periódicas en colonias como Rincón de Urías, donde planean fortalecer el enlace con el Centro de Control C2.

De acuerdo con el secretario de Seguridad Pública Municipal, la estrategia de prevención y cercanía con los vecinos ha permitido una disminución sostenida en los índices delictivos en Mazatlán. Sin embargo, el reto, reconoció, continúa en aquellas colonias donde aún no existe una organización vecinal ni un enlace directo con la autoridad.

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