Ciudad de México.– “Somos, junto con millones, eslabones entre lo mejor del pasado y la esperanza de un futuro más digno. En esta lucha no caben la arrogancia, la petulancia, la megalomanía ni el individualismo. Dejo aquí estas páginas como testimonio de un capítulo hermoso de mi vida, en el que tuve el privilegio de recorrer nuestro país al lado de un hombre al que, como dice el pueblo, es un honor acompañar”, escribe la Presidenta Claudia Sheinbaum Pardo en su libro Diario de una transición histórica (Planeta).

Sheinbaum Pardo sostiene en el prólogo de su libro que comenzó a circular este viernes que se trata de un “diario de uno de los momentos más extraordinarios que entrelazan mi vida con la historia de nuestro país, al que he decidido entregarme”

“También es un reconocimiento a quien transformó la vida pública de México: Andrés Manuel López Obrador, un líder que, con inteligencia, amor y compromiso con la gente, supo encabezar el rumbo de un pueblo decidido a cambiar su destino”, expone en las primeras líneas. “Con ideas firmes y una comprensión profunda de la historia de su patria, supo ganarse el corazón de las personas y colocó a México en la vanguardia de las naciones”.

La Presidenta refiere que su deseo “de participar en la transformación de México nació desde la infancia, cuando mi madre y mi padre sembraron en mí la semilla de la honestidad y la convicción por la justicia social. Con el paso del tiempo, la vida me trajo a este momento de diversas formas”.

“Mi cercanía política con Andrés Manuel López Obrador comenzó cuando, tras su triunfo en la jefatura del Gobierno capitalino, me invitó a formar parte de su gabinete como secretaria de Medio Ambiente del entonces Distrito Federal. Desde ese momento, me he mantenido siempre muy cerca del movimiento de transformación que él encabezó”.

No obstante, la Presidenta aclara que “este libro no es una historia personal, sino el relato de lo que viví durante esta transición: tres meses marcados por recuerdos, enseñanzas y anécdotas. A quien quiera acompañarme en estos momentos, le ofrezco con el corazón este testimonio de la hermosa historia que hoy transita nuestro México. Una historia en la que, junto al presidente López Obrador, me encontré en el centro de los acontecimientos. Pero tanto él como yo sabemos que el verdadero protagonista de este episodio no es otro que el pueblo”.

“Nos ha guiado una convicción profunda: solo el pueblo puede salvar al pueblo, y solo el pueblo organizado puede salvar a la nación. Hemos actuado por el deseo de justicia, libertad, democracia y paz, con la certeza de que la transformación debe venir desde abajo y ser para todas y todos”, apuntó.

Al final del libro, la Presidenta expone sus “Reflexiones sobre la llegada de la primera mujer a la Presidencia de México” en las cuales comparte que cuando tomó protesta como Presidenta constitucional de los Estados Unidos Mexicanos en el Congreso de la Unión, “sentí que no era solo mi voz la que se alzaba al pronunciar las palabras del juramento. Era la voz de millones de mujeres mexicanas que a lo largo de nuestra historia han luchado por la justicia, por la igualdad, por la libertad y por el derecho a decidir sobre sus vidas y su destino”.

“No se trata solo de que una mujer ocupe la más alta responsabilidad del país, sino de lo que ese hecho significa: la ruptura de una barrera histórica, la confirmación de que la democracia mexicana está viva, y la certeza de que las niñas y jóvenes de hoy pueden soñar y construir sin límites”, ahonda.

“Al llegar a la Presidencia, asumí también una deuda con la historia: con Leona Vicario, con Josefa Ortiz Téllez Girón, con las soldaderas de la Revolución, con las maestras rurales, con las trabajadoras y con todas las mujeres que, con su esfuerzo silencioso, han sostenido a México. Pero, sobre todo, asumí un compromiso con las mujeres del presente, con las madres que defienden la vida y la dignidad de sus familias, con las mujeres indígenas y con las niñas nos miran con esperanza”.

La Presidenta indicó que no es un logro personal: “Es la victoria de un pueblo que entendió que la igualdad no es concesión, sino derecho; que la Cuarta Transformación encarna en la dignidad de cada persona. Hoy puedo decir con certeza: México decidió que nunca más la voz de las mujeres será secundaria, nunca más sus derechos serán aplazados”.

“Ser la primera presidenta de México significa abrir una puerta que ya no se cerrará. El camino que recorremos juntas y juntos no es fácil, pero es irreversible. Así como la Independencia, la Reforma y la Revolución marcaron nuestro destino, la Cuarta Transformación será recordada también como el tiempo en que el pueblo de México decidió ser un país más justo, más democrático, más igualitario y más humano”, apuntó.

Y finalizó en sus reflexiones: “Porque, cuando una mujer llega a la Presidencia, no llega sola: llegan con ella todas las mujeres del país y, con ellas, la esperanza de un México que camina hacia adelante con la fuerza de su pueblo y con la convicción de que la igualdad es justicia”.