Los llamados del gobernador Rubén Rocha Moya y del dirigente estatal del Movimiento Regeneración Nacional, Edgar Barraza Castillo, a que los aspirantes de este partido respeten los tiempos legales para efectuar campañas políticas en Sinaloa, son iguales a gritarles a empecinados precandidatos cuyas ambiciones de poder les enferma de sordera crónica.

Las campañas en busca de candidaturas a los cargos de elección popular que serán definidos mediante el voto popular el 6 de junio de 2027 presentan tal grado de anticipación que difícilmente les alcanzará la energía a los partidos y sus pretensos para llegar a los tiempos formales en los cuales la tómbola y el dedazo, disfrazados de democracia interna, asignen el derecho a aparecer en las boletas electorales.

Rocha Moya advierte a los acelerados morenistas que podrían incurrir en actos que puedan ser considerados como campañas adelantadas, mientras que Edgar Barraza les recordó que la Comisión de Honestidad y Justicia del partido les podría abrir un expediente a solicitud de cualquier militante si se considera que están incurriendo en actos anticipados de campaña.

La realidad es que tanto el partido como el gobernador alientan a que algunos morenistas violenten los tiempos electorales determinados por la ley, o en el menor de los casos son omisos cuando el futurismo precoz lo realizan sus allegados o afines, reeditando el viejo truco de regaños que en realidad son estímulos para que prosigan alterando el estatuto y marco jurídico.

Al gobernador no le conviene que las reyertas por las candidaturas que empiezan a ser visibles en su partido se agreguen a la inestabilidad social, política y económica que presenta Sinaloa debido a la violencia derivada de la guerra entre grupos del narcotráfico. Si va a dar golpes de verdad sobre la mesa éstos deben ser tan fuertes que hagan tastabillar los apetitos de poder, antes de que la ola futurista arrasen con él y la gobernabilidad.