Por Vanessa Briseño / @nevervb
Geo Equihua y Rosas pertenecen a una generación de la escena nacional musical que ha renovado la canción popular mexicana desde la independencia y la experimentación. Sus propuestas forman parte de una nueva ola folklórica que fusiona géneros como el trip-hop, la psicodelia y la música urbana, consolidando una propuesta que ha crecido desde espacios alternativos y autogestionados.
Geo, antropóloga y compositora, explora en su obra el arte como una forma de cuidado emocional y cercanía, mientras que Rosas combina una sensibilidad queer con sonidos contemporáneos que expanden los límites de la trova. Sus proyectos representan una corriente que busca sostener un vínculo directo con el público y construir comunidad fuera de los circuitos comerciales.
En conversación con ZonaDocs, Rosas explicó que, ante una industria cada vez más absorbida por los algoritmos y la saturación digital, su estrategia ha sido mantener la gestión independiente de sus presentaciones. Contó que, junto a otras personas músicas y colectivos afines, organizan sus propios conciertos y crean espacios donde la institución no llega o simplemente no existe.
Desde su perspectiva, aunque el internet fue durante mucho tiempo una herramienta clave para los artistas emergentes, hoy se ha vuelto un terreno desigual por la sobreexposición y la competencia masiva, lo que refuerza la importancia de las redes humanas y la colaboración directa.
Geo coincidió en que la independencia artística requiere creatividad y una comprensión distinta del sentido de hacer música. Señaló que la canción no pertenece únicamente a la industria, sino a las relaciones que se tejen entre quienes crean y quienes escuchan. Afirmó que es necesario cuestionar los antiguos ideales de fama y masificación, y reconocer que existen otras formas de compartir y sostener el arte, que son igual de legítimas y necesarias.
Igualmente, señaló que la comunidad es fundamental para que su música exista y continúe creciendo. Explicó que cada proceso creativo depende del encuentro con otras personas. Para Geo, la necesidad de tener a alguien del otro lado no es una limitación, sino una fortuna que reafirma la naturaleza colectiva del arte. Remarcó que esa cercanía con el público recuerda constantemente la importancia de los vínculos y del acompañamiento en la creación.
Rosas concordó en que la comunidad sostiene esta nueva escena musical y la mantiene en movimiento. Recordó que sus primeras escuchas suelen ser sus amistades, pero que el reto está en expandir esa red y encontrar nuevas audiencias que compartan su imaginario y sensibilidad. Describió ese proceso como una labor de juglar: una búsqueda constante de quienes pueden resonar con lo que hacen. En su voz, la música independiente no se entiende sin la coexistencia con la comunidad que la impulsa y le da sentido.
En cuanto a su trabajo, Geo explicó que su manera de entender el arte parte de concebirlo como un espacio de intimidad y encuentro. Comentó que, tanto en sus conciertos como en su labor docente, busca propiciar un diálogo genuino entre quien canta y quien escucha, un intercambio que permita reconocer la presencia y las emociones de ambos lados. En su perspectiva, el arte tiene el poder de generar cercanía en un contexto donde prevalecen la distancia y la prisa, y por eso insiste en que los escenarios sean también lugares de cuidado.
Reflexionó que la violencia que atraviesa al país tiene raíces profundas en la falta de atención a las necesidades emocionales básicas. Señaló que “uno de los orígenes de la violencia es no poder ni detectar, ni resolver mis necesidades más básicas de una forma saludable”, y que esa carencia se agrava en un sistema que reproduce el abuso y la desesperanza. Su propuesta, a la que llama “activismo emocional”, busca abrir espacios donde las personas puedan hablar y escucharse, convencida de que el reconocimiento mutuo es una forma de resistencia frente a la violencia cotidiana.
Por su parte, Rosas compartió que asumirse como artista queer dentro del nuevo folclor mexicano ha implicado ir contracorriente y ocupar espacios donde históricamente no ha habido representación. Recordó que creció en Sinaloa, en un entorno machista, y que fue hasta llegar a Guadalajara cuando comenzó a componer desde una perspectiva distinta, reconociendo aspectos de su persona que antes reprimía. Explicó que el trabajo con músicos y artistas visuales de la disidencia le permitió abrazar su identidad y proyectarla en el escenario, entendiendo que su presencia también es una forma de resistencia y visibilidad.
Agregó que levantar una bandera queer dentro de una tradición musical tan marcada por estereotipos de género implica continuar el legado de figuras como Juan Gabriel, a quien admira profundamente. Dijo que, aunque en su tiempo el llamado Divo de Juárez no podía expresar abiertamente su discurso, su sola existencia ya representaba una ruptura. En ese sentido, Rosas considera que su papel es abrir puertas para nuevas generaciones y sostener con su música un “un discurso político que reivindique la diversidad y el derecho a ser desde el arte”.
Rosas también comentó que abrirse camino fuera de los circuitos comerciales ha significado romper con el molde impuesto por una industria que sigue reproduciendo las mismas fórmulas y discursos desde hace décadas. Señaló que los festivales y medios continúan privilegiando a las mismas bandas y figuras masculinas, dejando fuera las propuestas que provienen de la disidencia o que plantean nuevas sensibilidades.
Considera que hace falta una verdadera apertura por parte de las instituciones culturales y los medios de comunicación para reconocer la diversidad de expresiones que existen hoy en México. Expresó que “no se trata solo de promover nuevos nombres”, sino de comprender que el arte también sostiene el tejido emocional de una sociedad, y que su cuidado debería asumirse como una prioridad.
Geo sumó que esa tarea no puede recaer únicamente en los proyectos con gran alcance, sino que requiere fortalecer las iniciativas locales. Explicó que su forma de hacer música parte del contacto directo con la gente: bajarse del escenario, conversar, compartir experiencias y crear vínculos. Desde su mirada, esos gestos sencillos son los que realmente atienden el tejido emocional y construyen comunidad.
Planteó que los espacios públicos podrían desempeñar un papel clave si se rehabilitaran como lugares de encuentro, donde las personas puedan convivir y escucharse. En ese sentido, tanto Geo como Rosas coincidieron en que los artistas cumplen una función de juglares contemporáneos, llevando historias y esperanza de comunidad en comunidad. Geo lo resume como una “militancia de la esperanza”, una práctica cotidiana que, según dijo, debería ser comprendida y acompañada por el Estado y los medios para fortalecer la vida colectiva.
Finalmente, Geo y Rosas invitaron al público de Guadalajara a acompañarles el 20 de noviembre en el Centro Cultural Bretón, en un concierto que reúne sus nuevas etapas musicales. Explicaron que más que un show, será un encuentro para fortalecer el tejido emocional y reencontrarse con la comunidad que han construido en la ciudad. “Queremos apapacharles, hacer casa a donde vayamos y seguir ampliando esta familia nómada que crece con cada presentación”, expresaron.
Si te interesa conocer más acerca de los proyectos de Geo Equihua y Rosas, puedes visitar su perfil de Instagram donde les encuentras como @geogeogeomx y @rosasmx, respectivamente. Para adquirir tus boletos para el show del 20 de noviembre en el Centro Cultural Bretón (9:00pm), consíguelos a través de passline.com



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