Culiacán, Sinaloa.- Cada que existe un repunte de violencia, hay quienes apuntan su mirada acusadora a los narcocorridos, señalandoles como los causantes de glorificar al crimen organizado y fomentar conductas delictivas. Sin embargo, a pesar del prohibicionismo, hay expertos que señalan que los narcocorridos no son los causantes sino un reflejo de la violencia misma y culparlos desvía los esfuerzos de atender los problemas de fondo.
Durante la charla “¡Échate un corrido!: música, narcocultura y juventud”, en el marco del Festival Contarnos MX, el periodista y escritor Alejandro Almazán, fue contundente al manifestar que el narcocorrido es el hijo bastardo del corrido, que al igual que éste, es un espejo de la realidad social y no su causa, por lo que es un reflejo de la violencia y no su fuente.
“En realidad el narcocorrido es un reflejo de lo que pasa allá afuera y los compositores están simplemente contando esas historias”, dijo.
Para él, el corrido siempre ha contado historias populares, desde las hazañas de la Independencia y la Revolución hasta los narcotraficantes actuales, por lo que resulta muy simplista culpar al narcocorrido de la violencia.
“Porque en todo caso todos seríamos asesinos seriales porque a todos nos gusta el true crime, todos vemos películas de true crime y si el narcocorrido fuera una consecuencia, también las películas nos harían a nosotros asesinos seriales, pero eso no ocurre. Todo, repito, tiene que ver con las condiciones sociales y materiales”, mencionó.
La evolución del corrido
De acuerdo con el escritor, el corrido surgió como la versión popular de la historia no oficial, una tradición musical donde se forjan héroes, se ensalzan acontecimientos y se interpelan gobernantes. Y el narcocorrido se ha mantenido con ésta narración, pero ahora los protagonistas son personajes del narcotráfico y la violencia cotidiana.
El primer corrido que se tiene registrado, explicó, se llama Las Mañanas de Hidalgo, escrito en 1811 donde se relata la historia de Miguel Hidalgo durante el grito de Independencia.
En 1909 se grabó el primer narcocorrido, el de Heraclio Bernal conocido como el Rayo de Sinaloa, a quien se le menciona como un bandolero que ayudaba a los pobres.
Conforme cambió la realidad social también cambiaron los temas que alimentaron al corrido, donde los protagonistas dejaron de ser los héroes patrios y pasaron a hablar del contrabando de licor o situaciones violencia. Como ejemplo el corrido de La Piedrera, el cual habla de una serie de crímenes que sucedieron en Ciudad Juárez cuando en 1928 empezaron a aparecer cadáveres en un lugar que se llamaba La Piedrera.
En 1931 se registró el primer narcocorrido en El Paso, Texas: El Pablote. Éste cuenta la historia de Juan Pablo González, un traficante de Ciudad Juárez, quien era conocido como el “Rey de la Morfina”, en el norte del país.
De acuerdo con Almazán, hacia los años setenta y ochenta, el narcocorrido se fue popularizando y comenzó a narrar el ascenso de sus protagonistas como nuevos referentes del poder hasta llegar a lo que hoy se conoce como corridos tumbados:
- 1973- Los Tigres del Norte graban Contrabando y Traición.
- 1974- Paulino Vargas compone La Banda del Carro Rojo.
- 1978- Los Tigres se presentan en Siempre en Domingo y popularizan el corrido.
- 1985- Asesinato de Camarena, las estaciones de radio dejan de promocionar los corridos.
- 1987- Discos Acuario contrata a Chalino Sánchez.
- 1989- Ante la prohibición Los Tigres y Paulino sacan corridos prohibidos.
- 1991- Aparece Jenny Rivera
- 1992- En mayo Chalino fue asesinado.
- 1994 – Entran las disqueras grandes a México.
- 1997- Sale al mercado el disco Jefe de Jefes.
- 2001- Fuga del Chapo. El regreso de la épica marca.
- 2006 a 2012- Guerra contra el narco y movimiento alterado.
- 2012 a 2018- Más banda que corrido.
- 2018- a la fecha: El corrido tumbrado.
El narcocorrido bajo el lente de la academia
Ingrid Urgelles, investigadora y académica chilena, habló sobre las distintas reflexiones que la academia ha desarrollado hacia la narcocultura, entendida no sólo como un fenómeno criminal, sino como una estética ostentosa y una representación cultural.
De acuerdo con la investigadora, en la academia hay tres dimensiones en el término de narcocultura y su definición:
- Está el entendimiento de la narcocultura como una expresión cultural estética, como un producto artístico.
- La visión ética, donde se señala que las representaciones pueden encubrir o justificar prácticas asociadas al narcotráfico y normalizar la violencia.
- La tercera postura retomada de teorías como la de Sayak Valencia en Capitalismo Gore, menciona a la violencia como un sistema de subsistencia y valor económico.
De acuerdo a diferentes teorías, el narcocorrido retoma mitos, leyendas e historias de la calle y las retoma en canción, convirtiéndose en un archivo histórico al igual que los corridos originales. Solo que, en esta ocasión, los hechos históricos tienen que ver con el narcotráfico, explicó.
“Por lo tanto, prohibir estos grupos musicales no elimina necesariamente la violencia, el problema está en el referente social, que es lo que hay que eliminar, el referente social, es decir, el hecho de la realidad que es la violencia, la exclusión, la falta de oportunidad de los jóvenes, territorios donde el Estado no llega, la falta de ayuda, la falta de apoyo, ese es el referente que tiene que borrar la realidad del narcotráfico, no el narcocorrido, que es simplemente una representación de ese referente que está afuera y por lo tanto, los narcocorridos van a seguir ostentando la realidad”, agregó.
Así como Urgelles, otros investigadores han señalado reflexiones similares.
José Manuel Valenzuela Arce, en su libro Voces divergentes: jóvenes, resistencias y narcocultura, señala que los intentos de prohibir los narcocorridos no se han realizado para proteger a la juventud, sino debido a la exhibición de las complicidades del narco con figuras institucionales como policías, políticos, militares, sacerdotes o empresarios.
y agrega que:
“La mayoría de la gente que escucha narcocorridos no está involucrada en actividades criminales ni lo harán por el simple hecho de escucharlos; sin embargo, el arraigo social del llamado crimen organizado parece ofrecernos muchas lecciones, donde destacan las simpatías explícitas hacia actividades y personajes del narcomundo que incluyen la exaltación de la violencia”.
Por su parte, el investigador Juan Carlos Ramírez Pimienta, en el prólogo de Corridos tumbados, bélicos ya somos, bélicos morimos, de José Manuel Valenzuela Arce, señala que es lo cotidiano lo que se refleja en los corridos y no al revés, por lo que es la violencia la que se tiene que analizar antes que la música.
“Cuando se modifiquen las condiciones de nuestro país, considero que pueden suceder dos cosas: pueden cantarse corridos de otros temas más edificantes, más morales, más éticos; o bien pueden desaparecer como género, porque me parece que el corrido se alimenta de la violencia, de la injusticia, de la rebeldía”, indica.
Aún así, los narcocorridos siguen siendo objeto de censura:
El 4 de febrero de 2025, el Estado de Nayarit publicó un decreto prohibiendo la interpretación y/o reproducción de música en eventos públicos que promueva cualquier tipo de apología del delito, señalando que dicha música se “convierte en un factor de riesgo que puede influir negativamente en la conducta de las personas, especialmente de los jóvenes”.
El 16 de abril de ese mismo año, el Estado de Michoacán publicó un decreto en el Periódico Oficial del Gobierno del Estado prohibiendo interpretar o reproducir en espacios abiertos música de géneros comúnmente conocidos como corridos tumbados, narcocorridos y cualquier otro que promueva actos ilícitos, aluden a grupos delictivos o personas vinculadas a los mismos, con la justificación de que “algunas producciones culturales como la música, en su intención de narrar historias impactantes o realistas, pueden inadvertidamente fomentar conductas delictivas o glorificar comportamientos ilícitos”.
De esta manera, los narcocorridos continúan siendo objeto de debate, pues aunque para algunos gobiernos pueden influir negativamente en las y los jóvenes, para expertos en la materia son un reflejo incómodo de la situación actual del país.

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