Mazatlán, Sinaloa.- En una pequeña habitación de la Ciudad de México, dos roomies mazatlecos comenzaron a construir, sin saberlo, una película honesta sobre la búsqueda de identidad y la expresión de género. Danno García, cineasta trans no binarix originarix de Mazatlán, presentó en el Festival Internacional de Cine de Morelia un proyecto que tardó una década en materializarse: la historia de Mickey Cundapí, una inspiración para la comunidad trans mazatleca y una exploración íntima del género como proceso, no como definición.
“La película nació desde el cariño y la admiración. Yo veía a Mickey desde que tenía once años, en una escuela católica, con short y maquillaje, enfrentando la transfobia con una naturalidad impresionante. Esa valentía me ayudó a entenderme, y eso quisimos capturar: cómo el género y la orientación son fluidos, cómo nada es fijo”, dijo Danno.
La idea surgió un día cualquiera, mientras Mickey y Danno limpiaban y ordenaban archivos de video. Mickey Cundapí había comenzado a grabarse desde muy pequeña; había años de material, incluso algunas grabaciones habían sido hechas con una simple webcam: fragmentos de su vida, confesiones, risas, pero, sobre todo, el registro de cómo su identidad como mujer trans iba madurando.
Cundapí, es una mujer trans mazatleca conocida por su activismo y por desafiar la rigidez de los entornos conservadores.
Desde los once años, Mickey fue una figura disruptiva: usaba shorts, maquillaje y hablaba abiertamente de su identidad en una escuela católica donde la norma era encajar en los roles de género impuestos, y marcados, en la sociedad sinaloense.
“Yo la admiraba mucho desde morre. Verla tan segura, tan firme, me ayudó a entenderme también. Por eso quise contar su historia, porque en ella está el reflejo de muches de nosotres que crecimos pensando que no había un lugar posible.”
Durante una década, Danno y su equipo, formado por amigxs cineastas como Diego Tenorio y Tonatiuh Canales, registraron la transformación de Mickey y, al mismo tiempo, la suya propia.
La película mezcla materiales de archivo, reconstrucciones y escenas grabadas en distintos momentos de su vidas. El resultado es una especie de diario audiovisual colectivo, García explica que, es una historia que fluye como el género mismo: sin bordes, sin rigidez, sin miedo.
“El género es fluido, la orientación también. Y eso es lo que muestra la película: que la identidad no se fija, se mueve. Que nadie termina de ser, siempre estamos llegando”, mencionó García.
Esa mirada honesta y experimental llamó la atención del laboratorio Impulso Morelia, donde el filme fue seleccionado entre seis proyectos de todo el país. El jurado lo premió con tres apoyos que permitirán concluir su postproducción: Estudios Churubusco (para mezcla y color), Esplendor Omía (para sonido THX) y Cafeína Post (para entregables finales).
“Nos dijeron que la película les recordó su infancia. Eso fue lo más bonito, porque significa que lo trans también toca fibras universales. Que más allá de las etiquetas, todos estamos buscando ser vistos y aceptados”, cuenta Danno con una sonrisa.
El reconocimiento en Morelia no solo representa un logro técnico, sino también un triunfo simbólico: una película trans, hecha por personas trans y disidentes, varios provenientes de un contexto en el que ser parte de la comunidad, más aún de la comunidad trans, es depresivo.
Del cine de festival al cine comunitario en la sierra de Sinaloa
Más allá del escenario de los festivales, Danno mantiene una convicción: el cine no debería ser privilegio de unos pocos.
Desde Mazatlán coordina el colectivo Lxs Abandonadxs, donde impulsa talleres de cine comunitario en comunidades como Chirimoyos, la Isla de la Piedra y Mocorito. Allí enseña a niñas, niños y adolescentes a filmar y contar lo que viven.
“El cine comunitario es lo más hermoso que hay. No se trata de enseñar, sino de decidir en colectivo qué se quiere filmar. Y hacerlo con niños es todavía más libre.”
En esos talleres, las cámaras se convierten en herramientas para enmarcar, como un cuadro, su entorno y la vida de las infancias de la sierra.
Los infantes y adolescentes son los pioneros en el acervo de su comunidad.
“A mí me gustaría que la gente de aquí no tuviera que irse para hacer cine.” concluyó Danno.
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